viernes, 25 de septiembre de 2020

 

Muy buena transmisión por streaming de “LA FANCIULLA DEL WEST” desde el Met

 

QUIEN MANDA EN EL FAR WEST TIENE CARA DE MUJER

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro de la denominada Puccini Week, el Metropolitan Opera House de New York brindó en el día de la fecha una transmisión por streaming de “LA FANCIULLA DEL WEST” que data de 2010 y que contó con la presentación de Sondra Rabdanovsky, dirección coral de Donald Palumbo y dirección musical de Nicola Luisotti, puesta en escena de Giancarlo del Mónaco, escenografía y vestuario de Michael Scott e iluminación de Gil Wechsler, con el siguiente reparto: Deborah Voigt (Minnie), Marcello Giordani (Dick Johnson), Lucio Gallo (Jack Rance), Tony Stevenson (Nick), Edward Parks (Jim Larkens), Trevor Scheuneman (Sid), Hugo Vera (Trin), Dwayne Croft (Sonora), Jeff Matsey (Castro), Michael Forest (Joe), Richard Bernstein (Bello), Adam Herskowitz (Harry), David Crawford (Happy), Oren Gradus (Jack Wallace), Keith Miller (Ashby Wells Fargo), Edward Mout (un Jinete), Ginger Costa Jackson (Woowle) y Philip Cokorinos (Indio Billy).

            Esta representación contó con un valor agregado: el Met la incluyó en su Temporada 2010/2011, porque se cumplieron 100 años desde su estreno, cuando el teatro lírico neoyorquino le encargó a Puccini la composición de una ópera. Rápidamente, el italiano puso manos a la obra y contrató a los libretistas Guelfo Civinni y Carlo Zanganini para que adaptaran  una obra de David Belasco – el mismo autor de MADAME BUTTERFLY-, mientras que el músico sumó una maravillosa orquestación, donde el leitmotiv principal  posee reminiscencias del último acto de “MANON” de Massenet. Hasta puede decirse que Andrew Lloyd Weber tomó el tema para su musical “EL FANTASMA DE LA ÓPERA” del tema de amor interpretado por Dick Johnson  hacia el final del 1° Acto (“Quello che tacete”). Pese a que los descendientes de Puccini lo denunciaron por plagio, dicha demanda no prosperó. Desde su estreno –con la presencia estelar de Emily Destinn y Enrico Caruso en los roles centrales-, la ópera tuvo mucho éxito en Estados Unidos y otros escenarios europeos y sudamericanos –entre otros, el Teatro Colón- pero fue recibida con cierta reticencia en Italia. No obstante, se fue afianzando con el correr del tiempo y se representa regularmente en los principales escenarios del mundo. Según palabras de su autor en 1910, “la mejor obra que he compuesto”.

            Para la presente representación se montó la escenografía acorde al ámbito donde transcurre la ópera: fines del siglo XIX, durante la Fiebre del Oro en California. En el 1° Acto, en el Polka Saloon que administra Minnie, donde los hombres acuden a beber y jugar a las cartas tras trabajar en la mina. Y como buen Saloon que se precie de tal, con mostrador, mesas y sillas en tonos color madera. El 2° Acto muestra la cabaña de Minnie en medio de las montañas, donde la escenografía se divide en dos partes: por un lado, el interior y por el otro, el exterior de la cabaña, con lugar para apostar los caballos. A su vez, la misma posee un escondite secreto en el techo –donde la protagonista esconde a Dick Johnson tras haber sido herido- y una puerta lateral. El 3° Acto muestra un pueblo calle típico del Far West, donde tendrá lugar el desenlace. Naturalmente, el vestuario también es característico de la época, donde predominan los tonos marrones, con excepción del sheriff Jack Rance y el bandido Dick Johnson, quienes están vestidos de negro. Por su parte, Minnie también luce vestimentas en tonos de marrón en el 1° y 3° Acto, mientras que en el 2° Acto se engalana con un vestido celeste con vivos y pechera blancos, una rosa roja en la misma y un mantón de Manila al tono. Cuando se dispone a dormir, lo hace con camisón largo blanco. De más está decir que todos los intérpretes están magistralmente caracterizados.

            Todos los cantantes que interpretaron los roles secundarios se destacaron por la calidad de sus voces y sus dotes histriónicas, de modo que quien escribe se concentrará en los roles principales. Deborah Voigt sorprendió dando vida a una cándida y temperamental  Minnie, valiente como para vivir sola entre las montañas, capaz de manejar un rifle y lidiar con hombres regenteando una taberna en el Lejano Oeste pero a su vez, se permite soñar con el amor y hacer que todos la escuchen embelesados cuando recita un párrafo de la Biblia. Naturalmente, la fuerza del amor hará que se emperifolle para recibir en su casa a Dick Johnson  y que asimismo, él sea incapaz robar el oro que ella esconde celosamente en un lugar secreto de su taberna por respeto a la mujer que ama. Desde el punto de vista vocal, estupenda en los dúos de amor (“Comme siete graziosa” y “Dolce vita é de morir”) y sobresaliente en la  escena de las cartas junto al sheriff Jack Rance (“T’ofro questo uomo e la mia vita… Una partita”). A medida que la escena crece en intensidad dramática, alcanza su clímax al sacar el as que tiene escondido bajo la media, lo que le permite ganar la partida y salvar al hombre que ama. Una estupenda actuación, al igual que al impedir que  su amado sea colgado en la horca y recordarles a todos los favores que les ha hecho, que culmina con la intervención de Sonora (“Le tue parole sono di Dío”) y al despuntar el amanecer, cuando se aleja junto a su amado (“Addio, mia dolce terra”). Por su parte, la actuación del barítono italiano Lucio Gallo como el sheriff Jack Rance fue excelente, ya que posee un estupendo fraseo, una voz imponente –sin ser ruda ni áspera, que es lo que necesita este rol- rica en matices y una soberbia línea de canto. Además de la escena de la partida de póker, se luce presentándose como el sheriff (“Ió non sono Jack, sono il sheriffo”) y cuando observa sangre cayendo del techo (“Il strano… Il sangue sulla mano”). Y en el 3° Acto, su interpretación fue magistral. En cuanto al tenor, Marcello Giordani posee una voz sumamente dulce y melodiosa, ideal para las escenas de amor (“Quello che tacete”, “Un bacchio!”) y en los mencionados dúos junto a la protagonista, pero que por momentos le cuesta dar las notas sobreagudas. No obstante, se destacó en el aria del 2° Acto (“Sesun messi fa”) y en la más representativa de la ópera en el 3° Acto (“Che ella mi creda libero e lontano). Y el Coro sonó muy compacto, brindando el marco apropiado para las escenas de conjunto en el 1° y 3° Actos.

            Merece un párrafo aparte la impecable dirección del italiano Nicola Luisotti, quien brindó a la orquesta el brillo, vuelo y romanticismo típicos de la música de Puccini. Se destacó por su excelente manejo de los tempi y por contagiar su énfasis a los músicos.

            Una vez más el amor triunfa y prevalece sobre el odio, pero con una salvedad: en la mayoría de las óperas, la muerte pone fin a las penurias que sufren los enamorados, o el héroe aparece justo a tiempo para salvar a su amada. En este caso, es exactamente al revés: quien domina es una mujer fuerte, valiente y corajuda, capaz de hacer frente a todos en un lugar donde impera la ley del más fuerte. Típica actitud de una heroína pucciniana, quien se va junto al hombre que ama para vivir su amor bajo otros cielos y donde todo culmina con un final feliz. Una mujer que lleva los pantalones en un lugar dominado por hombres, tan rudo y salvaje como el Lejano Oeste. Todo es posible en el universo de Puccini.

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