jueves, 17 de septiembre de 2020

 Primera representación por streaming de “LE COMPTE ORY” en el Metropolitan

 

LA GEMA OCULTA DEL BEL CANTO EN FRANCÉS

Martha CORA ELISEHT

 

            Durante este último tiempo, el Metropolitan Opera House de New York ha estado realizando ciclos de transmisiones de ópera por streaming. Hace dos semanas se brindó el de ópera del siglo XX y moderna; la semana pasada, el de ópera francesa y esta semana le tocó el turno al bel canto. Y dentro de los títulos comprendidos para esta semana, el Met apostó una carta alta con una de las óperas menos representadas de Gioacchino Rossini: “LE COMPTE ORY” (EL CONDE ORY) que se brindó en el día de la fecha con puesta en escena de Bartlett Sher, escenografía de Michael Yeargan, vestuario de Catherine Zuber e iluminación de Brian Mc Devitt. La dirección orquestal estuvo a cargo de Maurizio Benini y la del Coro, de Donald Palumbo.

            La presente producción data de 2011 y contó con un elenco estelar, encabezado por los siguientes cantantes: Juan Diego Flórez (El Conde Ory), Diana Damrau (Condesa Adéle), Joyce Di Donato (Isolier, paje del Conde), Michele Pertusi (El Tutor), Stéphane Dégout (Raimbaud), Susanne Resmark (Ragonde), Monica Yunis (Alice), Tony Stevenson y Tyler Simpson (Dos cortesanos). Contó asimismo con la presentación de Renée Flemming.

            Esta auténtica joya del bel canto es una de las pocas óperas que el genio de Pésaro compuso en francés y también una de las menos representadas. Basada en el vaudevil homónimo, contó con libreto de Eugéne Scribe y es una ópera cómica en dos actos, donde el mujeriego Conde se disfraza de profeta y de monja con tal de seducir y conquistar a la Condesa Adéle. Cuando está a punto de lograrlo, ella se burla de él y se enamora de su paje – Isolier- . Todo termina con un final feliz y el pícaro Conde se retira acompañado de sus caballeros cuando los cruzados regresan tras su victoria en Tierra Santa.  Se compuso en 1828 y se estrenó en París ese mismo año. Sin embargo, cayó en decadencia, ya que posteriormente se cambió la línea de canto y no hubo un tenor capaz de asumir el rol protagónico. Pese a su solidez musical y a lo divertido de su argumento, se representa muy poco. Quien escribe tuvo la oportunidad de verla en la ópera de Marsella en 2012, con producción general de Marc Vento. La presente función fue su estreno en el Met y ha sido llevada al DVD.

            Para recrearla, el régisseur Bartlett Sher empleó recursos del siglo XIX. No sólo cuenta con un magnífico vestuario de época, sino además, con un maestro de ceremonias vestido a la antigua usanza que da la entrada a la orquesta en cada uno de los dos actos golpeando el piso con un bastón y que también se encarga de los efectos especiales sobre el escenario (recreación de truenos y relámpagos golpeando chapas delgadas de metal en escena, presencia de eolífono para el efecto del viento y numerosos figurantes que portan los elementos para los cambios de escena). Toda la obra se desarrolla sobre una tarima central, donde los cambios de escena se logran mediante empleo de telones y elementos de iluminación. El vestuario es de colores vivaces –predominando los tonos de rosa, rojo y violeta para los personajes principales femeninos y el marrón, rojo y bordó para los masculinos- y todas las damas llevan tocados y peinados de época. El Coro y los protagonistas masculinos usan trajes de monjas en el 2° Acto.

            ¿Qué se puede decir de un director de la jerarquía de Maurizio Benini a cargo de la orquesta?.... Una autoridad en la materia y un profundo conocedor de la obra, dando el brillo y la precisión que requiere la partitura rossiniana. En la breve y colorida obertura, en vez de poseer la fuerza y la chispa características de este gran compositor, el susurro de las cuerdas en pizzicato marca un ribete más contenido y hace que suene un poco distinto de lo que el público está acostumbrado. El Coro sonó muy sólido, compacto y estuvo muy bien el efecto logrado al cantar fuera de escena pidiendo refugio en el castillo de la Condesa Adéle, al igual que en la escena final (“Écoute la gloire de la victoire”). Y si a esto se le suma el potente y excelente tándem de voces formado por tres monstruos de la lírica actual de los quilates de Juan Diego Flórez, Joyce Di Donato y Diana Damrau, está todo dicho. Todos se han destacado por su línea de canto, fraseo y los impecables agudos. El trío del 2° Acto fue sublime y desde el punto de vista actoral, estuvieron perfectos y se lucieron en sus roles como grandes comediantes. Y Stépahn Dégout fue una revelación por el bello timbre de su voz y su fraseo dando vida a Raimbaud. También tuvieron una destacadísima actuación el bajo Michele Pertusi como El tutor y la contralto Susanne Resmark como Ragonde. Posee una voz ideal para cantar este tipo de personajes y lo hizo con gran soltura sobre el escenario.

            Ha sido un auténtico placer poder volver a apreciar una obra única en su género,  escasamente representada y con un elenco de notables. Una gema perdida del bel canto en francés, que vale la pena escuchar y admirar

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