Gala lírica en el CCK con motivo de la
celebración del Día de la Música
UN HOMENAJE MERECIDO Y
MERITORIO
Martha CORA ELISEHT
Tras ocho largos meses de suspensión
de actividades como consecuencia de la pandemia de coronavirus COVID 19, el
pasado 14 del corriente volvieron los conciertos al Auditorio Nacional (Sala
Sinfónica) del Centro Cultural Kirchner (CCK), en forma presencial, cumpliendo
con todas las medidas protocolares desde el punto de vista sanitario (capacidad
reducida de la sala sólo con 200 asistentes, distanciamiento social, asientos
marcados con cintas para que los asistentes puedan sentarse cómodamente,
dejando el resto de las butacas libres; uso obligatorio de barbijos durante
toda la función y evacuación de forma ordenada a cargo del personal de la
sala). Y previamente al ingreso, se controla rigurosamente la temperatura a
todos los asistentes –quienes deberán portar en sus celulares la aplicación
CUIDAR COVID 19, cuyo código QR se escanea a la entrada- y se les exige las
localidades –tanto impresas como bajándolas desde el celular- que se pueden
adquirir desde el sitio www.compartir.cultura.gob.ar. Caso contrario, no se
permite el ingreso a cualquier concierto o exhibición/ muestra organizadas por
dicha entidad.
Con motivo del Día de la Música, el
pasado domingo 22 del corriente se organizó una Gala Lírica en el Auditorio
Nacional donde participaron los siguientes cantantes: Marina Silva (soprano),
Darío Schmunck (tenor), Juan Carlos Vasallo (tenor), Guadalupe Barrientos
(mezzosoprano) y Fernando Radó (bajo/ barítono), acompañados al piano por
Tamara Benítez.
Munidos de sus correspondientes
barbijos –que fueron retirando a medida que se ubicaban en el escenario- y
respetando las medidas de distanciamiento social, la pianista acompañante
ingresó en primer lugar y posteriormente, Darío Schmunck hizo su presentación
brindando una bellísima versión de “Una
furtiva lacrima” de L’ELISIR D’AMOR de
Gaetano Donizetti, que se caracterizó por su finura y delicadeza dentro de una
impecable línea de canto. A continuación, Marina Silva hizo gala de su lirismo
y de sus estupendos agudos en el Vals de
las joyas como Marguérite en FAUSTO, de Charles Gounod. Derrochó
gracia, soltura y una enorme versatilidad sobre el escenario y se retiró
sumamente aplaudida al finalizar su aria. Le siguió Fernando Radó como Leoporello en “Vieni alla finestra” de DON
GIOVANNI de Mozart para posteriormente encausar el dúo de Almaviva y la Condesa de LAS BODAS DE
FÍGARO acompañado de su mujer –la mezzosoprano Guadalupe Barrientos-. Ambos
demostraron sus espléndidas cualidades vocales e histriónicas sobre el
escenario. Ella continuó con un aria que cantó en numerosas oportunidades: “Stride la vampa” de IL TROVATORE de Giuseppe Verdi, donde
encarnó magistralmente a la gitana Azucena.
Junto a su esposo brindó otro dúo de LAS
BODAS DE FÍGARO para luego dar vida a Dalila
en la celebérrima “Mon coeur s’ouvre
à ta voix” de SANSÓN Y DALILA, de
Camille Saint- Saëns. Su potentísima voz se destacó en el Auditorio Nacional,
aunque le faltó la delicadeza que requiere el repertorio francés. No obstante,
su magistral línea de canto lo compensó con creces y se retiró sumamente
aplaudida.
Seguidamente, se ofrecieron arias de
óperas de Giacomo Puccini. El tenor Juan Carlos Vasallo sorprendió al público
con una muy correcta versión de “Nessun
dorma” de TURANDOT y le siguió
Marina Silva con una bellísima interpretación de Ch’il bel sogno di Doretta” de LA
RONDINE. Demostró que es una de las más importantes sopranos líricas del
momento y la sala estalló en aplausos. A continuación, Darío Schmunck brindó
una gran interpretación de “E lucevan le
stelle” de TOSCA, que se destacó
por su fraseo y su línea de canto. Para terminar, Juan Carlos Vasallo
sorprendió con la “Canción a la bandera” de
AURORA, de Héctor Panizza. Al llegar
a la consabida “Es la bandera/ de la
patria mía…” fueron apareciendo –uno por uno y a ambos lados del escenario-
todos los participantes para cantar al unísono los últimos dos versos del aria
de Mariano. El público aplaudió
calurosamente no sólo a los cantantes, sino también a Tamara Benítez, quien
resultó ser una excelente pianista acompañante.
El concierto sólo duró 50 minutos,
pero fueron absolutamente de buen gusto y jerarquía vocal. Una vez más, quedó
demostrado que lo que sobra en Argentina son voces, valores y talento como para organizar
conciertos de cámara en las principales salas del país. El CCK dio el puntapié
inicial y falta que el resto se sume a esta iniciativa. La Ciudad cuenta
también con numerosos espacios al aire libre con la capacidad necesaria para
organizar conciertos. Sólo falta un poco de imaginación por parte de las
autoridades para que –al menos- se pueda disfrutar de una buena Temporada de
Verano, como en las viejas épocas.
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