martes, 24 de noviembre de 2020

 

Gala lírica en el CCK con motivo de la celebración  del Día de la Música

 

UN HOMENAJE MERECIDO Y MERITORIO

Martha CORA ELISEHT

 

            Tras ocho largos meses de suspensión de actividades como consecuencia de la pandemia de coronavirus COVID 19, el pasado 14 del corriente volvieron los conciertos al Auditorio Nacional (Sala Sinfónica) del Centro Cultural Kirchner (CCK), en forma presencial, cumpliendo con todas las medidas protocolares desde el punto de vista sanitario (capacidad reducida de la sala sólo con 200 asistentes, distanciamiento social, asientos marcados con cintas para que los asistentes puedan sentarse cómodamente, dejando el resto de las butacas libres; uso obligatorio de barbijos durante toda la función y evacuación de forma ordenada a cargo del personal de la sala). Y previamente al ingreso, se controla rigurosamente la temperatura a todos los asistentes –quienes deberán portar en sus celulares la aplicación CUIDAR COVID 19, cuyo código QR se escanea a la entrada- y se les exige las localidades –tanto impresas como bajándolas desde el celular- que se pueden adquirir desde el sitio www.compartir.cultura.gob.ar. Caso contrario, no se permite el ingreso a cualquier concierto o exhibición/ muestra organizadas por dicha entidad.

            Con motivo del Día de la Música, el pasado domingo 22 del corriente se organizó una Gala Lírica en el Auditorio Nacional donde participaron los siguientes cantantes: Marina Silva (soprano), Darío Schmunck (tenor), Juan Carlos Vasallo (tenor), Guadalupe Barrientos (mezzosoprano) y Fernando Radó (bajo/ barítono), acompañados al piano por Tamara Benítez.

            Munidos de sus correspondientes barbijos –que fueron retirando a medida que se ubicaban en el escenario- y respetando las medidas de distanciamiento social, la pianista acompañante ingresó en primer lugar y posteriormente, Darío Schmunck hizo su presentación brindando una bellísima versión de “Una furtiva lacrima” de L’ELISIR D’AMOR de Gaetano Donizetti, que se caracterizó por su finura y delicadeza dentro de una impecable línea de canto. A continuación, Marina Silva hizo gala de su lirismo y de sus estupendos agudos en el Vals de las joyas como Marguérite en FAUSTO, de Charles Gounod. Derrochó gracia, soltura y una enorme versatilidad sobre el escenario y se retiró sumamente aplaudida al finalizar su aria. Le siguió Fernando Radó como Leoporello en “Vieni alla finestra” de DON GIOVANNI de Mozart para posteriormente encausar el dúo de Almaviva y la Condesa de LAS BODAS DE FÍGARO acompañado de su mujer –la mezzosoprano Guadalupe Barrientos-. Ambos demostraron sus espléndidas cualidades vocales e histriónicas sobre el escenario. Ella continuó con un aria que cantó en numerosas oportunidades: “Stride la vampa” de IL TROVATORE de Giuseppe Verdi, donde encarnó magistralmente a la gitana Azucena. Junto a su esposo brindó otro dúo de LAS BODAS DE FÍGARO para luego dar vida a Dalila en la celebérrima “Mon coeur s’ouvre à ta voix” de SANSÓN Y DALILA, de Camille Saint- Saëns. Su potentísima voz se destacó en el Auditorio Nacional, aunque le faltó la delicadeza que requiere el repertorio francés. No obstante, su magistral línea de canto lo compensó con creces y se retiró sumamente aplaudida.

            Seguidamente, se ofrecieron arias de óperas de Giacomo Puccini. El tenor Juan Carlos Vasallo sorprendió al público con una muy correcta versión de “Nessun dorma” de TURANDOT y le siguió Marina Silva con una bellísima interpretación de Ch’il bel sogno di Doretta” de LA RONDINE. Demostró que es una de las más importantes sopranos líricas del momento y la sala estalló en aplausos. A continuación, Darío Schmunck brindó una gran interpretación de “E lucevan le stelle” de TOSCA, que se destacó por su fraseo y su línea de canto. Para terminar, Juan Carlos Vasallo sorprendió con la “Canción a la bandera” de AURORA, de Héctor Panizza. Al llegar a la consabida “Es la bandera/ de la patria mía…” fueron apareciendo –uno por uno y a ambos lados del escenario- todos los participantes para cantar al unísono los últimos dos versos del aria de Mariano. El público aplaudió calurosamente no sólo a los cantantes, sino también a Tamara Benítez, quien resultó ser una excelente pianista acompañante.

            El concierto sólo duró 50 minutos, pero fueron absolutamente de buen gusto y jerarquía vocal. Una vez más, quedó demostrado que lo que sobra en Argentina son voces,  valores y talento como para organizar conciertos de cámara en las principales salas del país. El CCK dio el puntapié inicial y falta que el resto se sume a esta iniciativa. La Ciudad cuenta también con numerosos espacios al aire libre con la capacidad necesaria para organizar conciertos. Sólo falta un poco de imaginación por parte de las autoridades para que –al menos- se pueda disfrutar de una buena Temporada de Verano, como en las viejas épocas. 

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