domingo, 1 de noviembre de 2020

 

Transmisión por streaming de “NIXON IN CHINA” desde el Metropolitan

 

RECUERDOS DE UNA CUMBRE EN PLENA GUERRA FRÍA

Martha CORA ELISEHT

 

            Siguiendo con la semana “Política e historia en la Ópera”, el Metropolitan Opera House de New York ofreció una obra poco representada: “NIXON IN CHINA”  del compositor estadounidense John Adams (1947), representada en 2011 con puesta en escena de Peter Sellars, coreografía de Mark Morris, escenografía de Adrianne Lubel, vestuario de Dunja Ramikova e iluminación de James Ingalls, dirigida por el propio compositor al podio, con la dirección coral de Donald Palumbo y presentación de Thomas Hampson.

            El elenco estuvo integrado por los siguientes cantantes: James Maddalena (Richard Nixon), Janis Kelly (Patricia Nixon, su esposa), Russell Braun (Chou en Lai), Robert Brubaker (Mao Tsé Tung), Katheleen Kim (Chiang Ch’ing, esposa de Mao), Richard Paul Fink (Henry Kissinger) y el trío de Secretarias/ asistentes de Mao integrado por Ginger Costa Jackson, Teresa Herold y Tamara Munford. Participó también el Ballet Estable de la institución, con la presencia de Harung Yamazaki y Kangi Segawa como  pareja protagónica.

            La primera ópera de Adams se basa en un hecho histórico: la visita a China del presidente de Estados Unidos Richard Nixon en 1972 durante la Guerra Fría y su encuentro con el líder chino Mao Tsé- Tung (1893-1976). En aquella época, las relaciones diplomáticas entre ambos países estaban resquebrajadas como consecuencia del acendrado anticomunismo del presidente estadounidense. No obstante, dicha cumbre fue un suceso desde el punto de vista político y diplomático, lo que motivó a Alice Goodman a escribir el libreto basándose en una exhaustiva investigación periodística. Se estrenó en la ópera de Houston (Texas) en 1987 en coproducción con el director teatral Peter Sellars y coreografía de Mark Morris –que son las empleadas durante la presente versión-. La obra despertó muchas críticas, pero tuvo suceso y se representó en numerosos escenarios de Estados Unidos, Canadá y Europa.  La presente versión constituyó su debut en el Metropolitan.

            Si bien la música compuesta por Adams es de estilo minimalista, incluye también ritmos como el jazz y ribetes que recuerdan la música de los grandes compositores europeos como Ravel, Wagner, Stravinsky y Carl Nielsen, al igual que reminiscencias de compositores estadounidenses como Gershwin y Copland. La combinación de estos elementos fluctúa constantemente a medida que se va desarrollando la obra. Asimismo, intercala melodías chinas típicas cuando los Nixon son invitados a la función de teatro en la ópera de Pekín. La magistral coreografía ideada por Mark Morris toma elementos de la danza clásica, contemporánea y acrobacia, lo que permite que los bailarines se destaquen en el escenario por su plasticidad.

            La obra se divide en tres actos y numerosas escenas, donde se pasa de una a la otra mediante telones o efectos de iluminación. Puede decirse que el 1° Acto es netamente masculino –con excepción de las asistentes de Mao y una breve intervención de Patricia “Pat” Nixon casi al final del mismo, mientras que el 2° Acto es netamente femenino y narra las obligaciones de la Primera Dama estadounidense como representante de Estado y su presencia en actos oficiales. También aparece la esposa de Mao (Chiang Ch’ing) como contrapartida y propagadora de la Revolución China – defendiendo a ultranza sus convicciones e ideales- y la presencia masculina está dada por el presidente norteamericano y un actor –similar a Kissinger- en la obra teatral. Por último, en el desenlace de la obra aparecen todos los protagonistas acostados sobre 6 camas intercambiando una serie de diálogos entrelazados. Si bien la cumbre ha sido un suceso desde el punto de vista político, ninguno de los dos líderes pudo cumplir sus ideales de juventud. Mao Tsé- Tung quería ser el gran líder revolucionario panasiático y en el caso de Nixon, tener su propio negocio de hamburguesas. La obra culmina con el aria del premier chino Chou en Lai preguntándose si lo que se hizo fue bueno. A medida que se desvanece la música, la escena se oscurece para dar un perfecto efecto final de iluminación.

            Con respecto de la escenografía y vestuario, la misma es sencilla y está perfectamente logrado el aterrizaje del avión presidencial estadounidense luego de un cambio de escena previo mediante un telón rojo y la colocación de una escalera para facilitar el descenso del presidente Nixon y su esposa. La caracterización de los personajes es perfecta y el vestuario, sencillo. El presidente luce traje a saco azul, camisa blanca y corbata roja, mientras Henry Kissinger lo hace en negro. La primera dama luce un vestido rojo con tapado al tono en el 1° y 2° actos; uno violeta, para la escena de la representación teatral  y  en el último acto, blanco con cinturón al tono. Mao Tsé- Tung lo hace con el característico traje del estilo que lleva su nombre en verde, y Chou en Lai, en negro. Chiang Ch’ing luce un traje a saco negro con camisa blanca para la función de teatro, mientras que en la última escena, el tradicional vestido chino de seda negra. Las asistentes usan traje a saco celeste. Para la primera escena –que comienza con la presentación del coro- se hace alusión a las dos grandes potencias comunistas de aquel entonces: la URSS y China. Los rusos, con la vestimenta típica de los revolucionarios (sobretodo verde y negro con charreteras rojas y el clásico gorro de piel con la estrella roja), y los chinos, con traje Mao.

            Antes de comenzar la obra, el compositor recibió una ovación de aplausos, que se repitieron al finalizar y comenzar cada uno de los siguientes actos. El Coro estuvo muy bien preparado desde la primera escena, donde se hace alusión a las reglas de la disciplina y los 8 puntos de atención –preceptos del comunismo- y en el banquete ofrecido en el Gran Salón del Pueblo (“Gam bei”). En el 2° Acto acompaña a Chiang Ch’ing en su encendida defensa de la Revolución, levantando libros rojos. Y dentro de los protagonistas principales, James Maddalena encaró con creces a Nixon desde su primer aria (“News have a type of mistery”), mostrando su anticomunismo al tenderse sobre la cama del hotel (“The rats began to shrew the sheets”) hasta poner fin a la discusión entre él y Mao (“Fathers and sons, let shake our hands and make peace at once”) para luego intervenir con dos arias hacia el final del 1° Acto, donde demuestra que estaba equivocado respecto de China (“I have atended many feasts” y “I opposed ChinaI was wrong”). Su dúo inicial con Russell Braun fue magistral. Este último barítono dio vida a un estupendo Chou en Lai, quien fue el encargado de las negociaciones. Se destacó en el cuarteto junto a Mao, Kissinger y Nixon en el 1° Acto y al abrir el brindis (“Ladies and gentlemen… We have begun to celebrate thr different ways”) para luego retornar recién en el 3° Acto (“And to what end?...”), hasta que se da cuenta que ya no tiene nada que perder (“I’m too old and have not the same energy when I was younger”) para desembocar en el aria final que cierra la obra (“How much of what we did was good?”…. “Just before dawn, the birds begin to sing”). Por su parte, Richard Paul Fink brindó un  muy buen Henry Kissinger, pero se destacó como el explotador en la representación teatral. Robert Brubaker es un tenor de carácter, que ha interpretado numerosos roles de personalidades históricas (Mahatma Gandhi, Albert Eisntein) y se lució al encarnar un personaje tan emblemático como Mao Tsé- Tung. Apoyado en sus asistentes y caminando con dificultad, brindó una magnífica actuación. Merced a sus insuperables agudos, su interpretación fue excelente desde su primera aria (“The extreme followers of Marx”), que fue creciendo paulatinamente en intensidad dramática (“Our armies do not go abroad”) para reaparecer en el 3° Acto junto a su esposa, haciendo alusión cuando eran jóvenes (“It was the time when this Little starlet came to me”) para terminar en el dúo “The revolution must not end”.  Se retiró ovacionado al finalizar la ópera.

            En  cuanto a las voces femeninas, el trío de asistentes formado por Ginger Costa Jackson, Tamara Munford y Teresa Herold sonó como una sola voz, muy bien ensamblado, realizando un canon junto a Mao, repitiendo sus palabras. Katheleen Kim es una de las mejores sopranos ligeras de la actualidad y una asidua concurrente del Met. E hizo gala de sus monumentales agudos en el 2° Acto, cuando Pat Nixon malinterpreta el mensaje de la bailarina que se ve agredida y explotada (“I´m the wife of Mao Tsé- Tung”), al igual que en el diálogo y el dúo con su marido en el 3° Acto, donde canta en escala cromática ascendente y descendente. Por su parte, la mezzosoprano Janis Kelly se lució vocal y actoralmente como Pat Nixon, cuya mayor intervención se da durante el 2° Acto (“This elephant brings me so many memories”, haciendo alusión al símbolo del  Partido Republicano, que llevó a su marido a la presidencia), cuando visita la escuela (“I used to be a teacher”) y va hacia el Palacio de Verano, donde sueña con un mundo mejor (“This is a prophecy”) y en el diálogo del 3° Acto (“Oh, California! Hold me close”). Su poderosa técnica vocal y los matices de su voz hicieron el resto.

            La pareja de baile integrada por  Harung Yamazaki y Kangi Segawa no sólo se lució en el ballet correspondiente al 2° Acto, sino que en el 3° interpretaron una alegoría sobre la juventud del matrimonio de Mao y Chiang Ch’ing. Una técnica perfecta, plasticidad en los movimientos y una muy buena conexión entre los integrantes fueron la combinación ideal que permitió un pleno lucimiento.

            Ha sido un placer repasar la historia con excelentes cantantes y música agradable,  retrotraer el tiempo hacia la década del ’70 y revivir los hechos. En este caso, una cumbre que cambió el mundo y acercó posiciones en medio de la Guerra Fría.

 

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