HISTORIAS PARALELAS,
PUNTOS DE ENCUENTRO FORZADOS
Teatro
Colón, temporada 2021: “Theodora”, Oratorio con libro de Thomas Morell y música
de Georg Friederich Häendel, basado en una obra homónima de Robert Boyle
estrenada en 1750. (Versión escenificada para Actriz, Solistas y Orquesta).
Intérpretes: Mercedes Morán (Actriz), Yun Jung Choi (Theodora), Martín Oro (Didymus), Santiago Martínez
(Septymus), Víctor Torres (Valens), Florencia Machado (Irene), Iván Maier
(Mensajero), Florencia Burgardt-Daniela Prado-Iván Maier-Felipe Carelli-Mariana
Rewerski-Romina Jofré (Cristianas, Cristianos, Romanas y Romanos). Espacio y
Vestuario: Oria Puppo, Iluminación: Rubén Conde, Video: Oria Puppo-Matías
Otálora, Serigrafía en Vivo: Estanislao Moyano, Cámara en Vivo: Martín Antuña,
Bajo Continuo: Benoit Babel, Investigación y Textos: Franco Torchia, Versión
Dramatúrgica y Dirección de Escena: Alejandro Tantanian, Orquesta Estable del
Teatro Colón, Dirección Musical: Joahannes Pramsohler. Viernes 01 de Octubre de
2021.
NUESTRA OPINION: BUENO.
Esta segunda
propuesta que el Teatro Colón presentó para esta temporada de emergencia del
año 2021 dio por resultado una correcta intervención vocal, una aceptable
dirección musical y una muy polémica realización teatral. A la propuesta de
rescatar el poco transitado Oratorio “Theodora” de Georg Friederich Häendel, se
le añadió el valedero recurso de la escenificación, apto para las actuales
circunstancias en que deben guardarse distancias, protocolos y un número limitado
de personas tanto en escena como en foso.
Se convocó nuevamente a Alejandro Tantanian conocido Director de Escena quien
desempeñara también el cargo de Director del Teatro Nacional Cervantes, el que también
realizó para el Colón la puesta en escena de “Beatrix Cenci” de Alberto
Ginastera. La versión ofrecida fue
reducida, justamente dado que las extensiones de los espectáculos no deben
sobrepasar cierta cantidad de tiempo, y
la visión de Tantanian a quien Franco Torchia secundó con un trabajo de
investigación y colaboración en los textos se centró en trazar un paralelismo
entre la historia de la protagonista, católica practicante quien en el siglo IV
después de Cristo contraviene una disposición de Valens, Gobernador de
Antioquia, de venerar con sacrificios a Júpiter el cumpleaños del emperador
Dioclesiano, con la de Marcella Althaus-Reid, teóloga Argentina quién debió
abandonar el país para poder realizar sus estudios teológicos (los que aquí le
eran impedidos) y que falleciera en el año 2009 en Escocia, su lugar de
residencia. Mientras Theodora se niega a cumplir con las disposiciones del
Gobernador, Irene, su amiga, trata de hacer escapar a los cristianos, pero la
protagonista decide defender a sus
hermanos de fe, es arrestada y condenada a ejercer la prostitución. Didymus, un
hombre que guarda en secreto su fe católica llega a donde está recluida la
protagonista, le confiesa su devoción cristiana y su amor hacia ella y toma su
lugar intercambiando ropas para salvarla. Theodora escapa y se reúne con los Cristianos,
recibiendo la noticia de que Valens ha cambiado el veredicto condenando a
muerte a la supuesta Theodora, por lo que la protagonista decide enfrentar dicho
veredicto y salvar a quién tomó su lugar. Al enfrentar al Gobernador, este
condena a ambos al suplicio, lugar en donde la acción se detiene. Esta historia
esta intercalada con narraciones de la teóloga argentina en donde justamente
pone a la iglesia en tela de juicio, sobre todo en Ntro. país durante la última dictadura militar. Así
mientras Theodora defiende la fe, los textos de Althaus– Reid se centran en
remarcar las consecuencias de la política económica llevada adelante por la
dictadura, la pobreza, la estigmatización de la mujer y las actitudes de las
jerarquías locales de la iglesia durante ese período. Puedo resumir que mientras Theodora es víctima de las
jerarquías políticas y Dios no está presente, Althaus-Reid también se ha sentido víctima de
un sistema político y de la complicidad de la iglesia con ello al verse
impedida de realizar su carrera teológica, dando como corolario que también
aquí Dios no estuvo presente. La labor de Mercedes Morán adquirió más bien el
rol de narradora, enfatizando el fondo de los textos de Althaus-Reid, y en
cuanto a la marcación actoral de los personajes del oratorio, la misma fue muy
correcta, con una cámara mostrando en un plano cercano las expresiones, gestos
y hasta posturas de los mismos , mientras que en un segundo plano se pudo ver
la labor de un serigrafista que trazó sinuosidades acordes a la historia que se
narró. Un asistente fue colocando postes
de caña para marcar 14 escenas, tantas
como 14 son las estaciones del vía crucis de Jesús. La postura de crucifixión
que mostró la pareja protagónica del oratorio en la escena final, acenuó el dramatismo
de la acción, la que fue rematada con un simbólico abrazo final entre Theodora
y la narradora quien corporizó a Marcella Althaus-Reid. Un sector del público exteriorizó su
disconformidad con la puesta al finalizar la representación, emitiendo
murmullos de desaprobación, focalizándolos de manera errónea a mi entender en
la persona de la Sra. Mercedes Moran a la salida de esta al escenario para el
saludo final, los que se reiteraron al salir a saludar el equipo de realización,
mientras que otro sector del público empezó a vitorear intentando tapar tales
murmullos. Tal clima de “asamblea deliberativa” que se instaló en todos los
sectores de la sala hacía muchísimo tiempo que no se registraba y muy
probablemente habrá que remontarse al polémico “Buque Fantasma” con puesta de
Daniel Suarez Marzal y escenografía de Guillermo Kuitca para encontrar algo
semejante. En cuanto a la faz musical, la versión fue realizada con
instrumentos de orquesta moderna, algo que a mi entender, como todos los que me
siguen en esta página bien saben, yo no concuerdo. Aun así la Dirección de
Johannes Pramsohler fue correcta, con una aceptable respuesta de los miembros
de la Estable y un sostén impecable en el bajo continuo a cargo de Benoit Babel,
más alla de que en más de una ocasión algunos pasajes solistas hayan tenido un
tempi algo más pesante de lo habitual. Y ya entrando en lo estrictamente vocal,
tanto la Sur-Coreana Yun Jung Choi en el rol protagónico como Florencia Machado
en el rol de Irene, su amiga y confidente, tuvieron un correcto desempeño. Víctor
Torres hizo gala de su experiencia en este repertorio asumiendo el rol de Valens,
el tiránico gobernador, mientras que Martín Oro logró uno de sus mejores trabajos
en el Colón encarnando a Didymus el enamorado de la protagonista. Santiago Martínez
entregó una notable labor como Septymus. Destacable fue el desempeño de Iván
Maier como el mensajero al igual que junto a los demás elementos convocados, quienes
cubrieron las partes de Cristianos, Cristianas, Romanos y Romanas (textual del
programa), algunos de los cuales tienen los recursos vocales suficientes para
afrontar roles de mayor importancia en las programaciones del Teatro. Por todo
esto es que digo que fundamentalmente las voces son el sostén de esta
presentación y que quienes rigen los
destinos artísticos del Colón deberán tomar nota de que hay un sector del
soberano al que no le está gustando últimamente los enfoques visuales y de
dramaturgia.
Donato Decina
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