miércoles, 26 de abril de 2017

PRESUNCION CONFIRMADA

CCK (Sala Sinfónica), Ciclo de Visitas de Organismos Extranjeros. Actuación de la Orquesta Filarmónica Checa del Norte (Teplice), Director: Roberto Montenegro. Solista: Martín Kasik (Piano). Programa: Johannes Brahms: Variaciones sobre el Coral de San Antonio de Haydn, Op. 56 A. Sinfonía Nº 4 en Mi menor, Op. 98. Frederic Chopin. Concierto para Piano y Orquesta Nº 1 en Mi menor. 25 de Abril de 2017.

  Al enterarme de la realización de este concierto, tuve la presunción que podía tratarse de una manifestación musical de alta calidad. Y si bien, para desagrado mío, no se hallaban en los atriles ni Dvorak, ni Smetana, ni Janacek, las presencias de Brahms y Chopin mitigaban en parte las omisiones y desafié entonces el impiadoso temporal que a la sorprendente hora de inicio del Concierto (18 hs.) azotaba el bajo porteño. No estuve errado.

  El grupo  que nos visitó estuvo conformado por cincuenta músicos (leyó bien). Posee una homogeneidad de sonido apabullante. Tuvo en el uruguayo Roberto Montenegro (Director emérito de Ntra. Sinfónica Provincial de Santa Fe) a un Guía de excepción. Ya desde el arranque de las “Variaciones sobre un Tema de Haydn” de Brahms se pudo percibir la categoría del conjunto visitante. Riqueza tímbrica, vientos supremos, cuerda no muy numerosa, pero muy voluntariosa, para compensar con entrega a la masa de bronces, superior en sonido, la que se ajustó en la segunda mitad de la otra obra del genial Hamburgués, la Sinfonía Nº 4. Montenegro estuvo atento hasta en los detalles mas finos, brindando una interpretación plena de color y de tiempo muy vivaz.

  Siguiendo con Brahms, la Cuarta fue creciendo en intensidad desde el comienzo, hasta llegar a los dos movimientos finales resueltos de manera colosal, en donde todos los sectores, sin excepción, entregaron una fenomenal faena y en donde Montenegro demostró ser un fino interprete.

  El centro del programa nos mostró a Martin Kasik, un supremo interprete en una de las mas personales y brillantes versiones del Primero para Piano y Orquesta de Chopin de los últimos tiempos. Enjundia, apasionamiento, sin exageraciones, técnica formidable, nada de excesos. El clima de intimidad con el que dotó al segundo movimiento, en una comunión total con el conjunto,  fue a todas luces inolvidable. Una cerrada ovación premió la labor y no hizo falta un bis porque ya estaba todo dicho.

                               Las ganas de mas vinieron luego de la Cuarta de Brahms. Fue con una suprema versión de “Oblivion” de Piazzolla. Aunque no se precisó de quien fue la transcripción, lo cierto es que disfrutamos del solo de flauta de Anna Nesverova, decididamente estupendo. Ya que en los últimos tiempos Piazzolla se había inclinado por tener una flauta dentro de su conjunto, no fue desacertado en modo alguno la asignación del solo a ese instrumento en el arreglo ofrecido, por lo que hubiera sido lindo saber quien fue el autor del mismo.


Donato Decina

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