Extraordinario recital de Jan Lisiecki en el Colón
OTRA JOVEN PROMESA DE UNA
GENERACIÓN DORADA
Dentro del Segundo Ciclo de Abono
del Mozarteum Argentino, el pasado lunes 18 del corriente se presentó el
pianista polaco- canadiense Jan Lisiecki en el Teatro Colón, con un programa
muy variado, que comprendió las siguientes obras: los Nocturnos n° 1 en Fa menor y n°
2 en Mi bemol mayor, Op. 55 de
Fredéric Chopin; Nachtstücke (Piezas
Nocturnas) Op. 23, de Robert Schumann; Gaspard
de la Nuit, de Maurice Ravel; Morceaux
de Fantasie (Piezas de Fantasía), Op.3, de Sergei Rachmaninov y el Nocturno n° 1 en Mi menor, Op.72 de
Chopin, para cerrar con el Scherzo n° 1
en Si menor, Op. 20, del mismo compositor.
Jan Lisiecki debutó en nuestro país
dentro del Ciclo de Abono del Mozarteum en 2015 en el Colón, cuando tan sólo
contaba 20 años de edad y demostró ser un pianista extraordinario. Y a sólo
tres años de su debut en Argentina, lo sigue demostrando con creces: es un
joven exponente de una generación dorada de pianistas, que brindó un repertorio
harto difícil. Baste decir que tan sólo tocar una obra sumamente compleja como Gaspard de la Nuit de Ravel, con la maestría con que lo hizo Lisiecki, representa un desafío para cualquier pianista.
Su técnica impecable, su memoria prodigiosa y su elegancia interpretativa se
conjugaron para ofrecer una versión memorable, que persistirá en los oídos de
quienes se dieron cita esa noche en el Colón.
A diferencia de su colega Dejan
Lazic- a quien se pudo apreciar la semana anterior con un recital monotemático,
dedicado a Franz Liszt- , el hecho de comprender un repertorio variado jugó
positivamente. La interpretación de los famosos
Nocturnos de Chopin presentó los
clásicos matices románticos, pero por tratarse de una obra conocida, quizás
faltó el crescendo emocional característico
del compositor- según criterio de esta cronista- . Sí pudieron apreciarse mucho
mejor tanto la calidad sonora como la interpretación de las cuatro Piezas Nocturnas de Schumann. A medida
que avanzaba en la secuencia de las mismas (Procesión
Fúnebre, Curiosa Asamblea, Celebración Nocturna y Canto de ronda con voces
solistas), la versión de Lisiecki iba in crescendo, con mayor voluptuosidad, carga
romántica y emocional. Estuvo muy bien lograda y equilibrada, con un sonido
limpio y cristalino.
La segunda parte del recital se
abrió con las Piezas de Fantasía Op.3 de
Rachmaninov- dentro de las cuales se encuentra el célebre Preludio en Do sostenido menor- , que sonaron con majestuosidad y
virtuosismo. Por otra parte, Lisiecki logró un sonido puro, con excelentes
matices, sin caer en exceso de pedal, haciendo hincapié en los fortissimi y pianissimi de las últimas dos piezas (Polichinela y Serenata).
Y hacia el final, ofreció una versión memorable del Nocturno en Mi menor de Chopin, al igual que del célebre Scherzo n° 1 en Si menor, Op. 20 del
mismo compositor.
Para un recital de semejante magnitud,
sólo hubo un bis de Schumann, cuya interpretación fue exquisita y admirable. A
pesar de su juventud, Jan Lisiecki es uno de esos artistas completos y un
virtuoso del piano, que vale la pena y da gusto escuchar. Y lo demostró con
creces, deleitando con su arte una vez más al público argentino.
Martha CORA
ELISEHT
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