Nuova Harmonia sorprendió con la presentación de Nicola Piovanni en el
Coliseo
NUOVA E LUNGA VITA ALL’OPERA DEL
DANTE
El exitoso Ciclo de Abono de Nuova
Harmonia e Italia XXI sigue sorprendiendo con los mejores artistas traídos
desde ese país. Coincidiendo con los festejos por el aniversario de la
República Italiana (2 de Junio), el martes 5 del corriente le tocó el turno al
compositor y director de orquesta Nicola Piovanni, quien deslumbró al público
argentino con un estreno local de una obra de su autoría: la Cantata para
narrador, soprano y orquesta “La Vita
Nuova”, basada en el texto homónimo de Dante Alighieri – obra de su
juventud, compuesta con antelación a La
Divina Comedia, en forma de prosímero- y que contó con los siguientes
intérpretes: la soprano Valentina Varriale, el actor Oreste Valente y el mismo
Piovanni al podio, dirigiendo la Orquesta Académica de Buenos Aires.
No era la primera vez que este talentoso
compositor visitaba la Argentina: hizo su debut en 1993, en ocasión del estreno
del film de Lita Stantic “De Eso no se
habla”, protagonizado por Marcello Mastroianni y cuya música también
compuso, al igual que la de otros tantos films de gran suceso, tales como La Vida es Bella- interpretada por Roberto Benigni- , película
con la cual, ganó el Oscar en 1998 por mejor banda sonora. Pero además de ser
reconocido mundialmente como compositor de música de películas, también ha compuesto música para teatro, de cámara y
sinfónica. No sólo ha ganado el premio David di Donatello en tres oportunidades
en su país de origen, sino que además, ha sido nombrado Caballero de la Orden
de las Artes y Letras por el gobierno francés- máximo galardón que otorga Francia
a ciudadanos ilustres de dicho país y del mundo- en 2008.
En esta oportunidad, era la primera
vez que Piovanni se presentaba como director de orquesta, con un magnífico
desempeño al frente de la Académica de Buenos Aires. La agrupación dirigida por
Carlos Calleja está compuesta por músicos jóvenes, de un talento increíble y
sonó armónicamente perfecta, con un gran equilibrio en los diferentes pasajes y
contrapuntos entre la orquesta y las voces. Se destacó la saxofonista Marina
Cesari, quien ejecutó con precisión y dulzura el saxo tenor, logrando un
perfecto contrapunto entre dicho instrumento y la bellísima voz de la soprano
Valentina Varriale.
Musicalmente, La Vita Nuova posee – como toda cantata- una introducción
instrumental (Preludio), que sienta las bases musicales de toda la obra: un
comienzo rítmico, donde Nicola Piovanni combina muy bien elementos de jazz,
tango- algunos pasajes sonaron muy Piazzolianos
(Piovanni es un gran admirador de Astor Piazzolla) y, por momentos, los solos
de ciertos instrumentos- arpa- sonaron muy puccinianos (el solo de arpa hacía
recordar a ciertos pasajes de Madame
Butterfly) seguido por el Incipit, (a cargo del actor recitante, quien interpreta al
narrador/Dante), que alterna
elementos de jazz – a cargo de la batería-
con un Adagio- que, por
momentos, hace acordar a su homónimo de Samuel Barber- , dentro de un clima
melancólico. El Coro senza parole da
paso al bellísimo solo de flauta que precede la intervención de la soprano –
que representa la Amada/Beatrice- en
un Vocalise donde interactúa con la
flauta, el arpa y, posteriormente, el cello, de gran belleza vocal y melódica.
Valentina Varriale demostró ser una soprano de voz exquisita, de hermoso color,
que alcanza perfectamente las notas agudas y coloca dramatismo en las graves.
Realizó muy bien los trinos y cumplió con el precepto wagneriano por el cual, “la voz es un instrumento más”. Pero
además, el equilibrio vocal y sonoro estuvo magníficamente logrado en todos los
pasajes de la cantata.
Posteriormente a la intervención de
la soprano, un breve Intermezzo – a
cargo de la batería y saxo tenor- plenamente jazzístico nos conduce a la Balada, donde el recitante habla sobre
el amor platónico, universal y abstracto, para luego dar paso a la soprano, que
interpreta este fragmento con un tono lírico, con buenos pianissimi, en respuesta al recitativo del actor. Por tratarse,
precisamente, de un prosímetro, el cantante responde a la palabra mencionada
por el actor recitante en forma repetitiva (similar a un canon), sobre una base de elementos de jazz, en un contrapunto
notable con el saxo tenor. Esto se hace más notable al siguiente Intermezzo, donde, luego de un breve cantábile a cargo del violoncello
solista, el recitante da pie para la posterior intervención de la soprano en el
Ecce Deus, donde la voz adquiere un
tinte más dramático y más cercano a las óperas de Verdi y Puccini. Tanto Oreste
Valente como Valentina Varriale deleitaron al público con los matices de su
recitativo y el canto, respectivamente. Luego de una Canzona de pocos compases- a cargo de la flauta de pico- , la
soprano cierra esta parte con un bocca
chiusa. Y en el Requiem (Morte de
Beatrice), la soprano emite notas pianissimas-
similares a estertores de una persona cuando se muere- , dando la sensación
que el alma sube al cielo, acompañada por la orquesta. En este pasaje, la
pulsación del arpa semeja latidos.
Hacia el final, la orquesta retoma
el tema principal, a cargo del saxo tenor como solista, seguido en una breve
capitulación por parte de la orquesta, para desembocar en el Sospira- a cargo del recitante- ,
seguido por la soprano (mediante emisión de monosílabos), para alcanzar la
elevación del alma y el triunfo del amor constante, que supera la barrera de la
muerte. El recitante/poeta/Dante despide
a la soprano/Amada/Beatrice en un
clímax de idealización del amor platónico, brindándole la bienvenida a la Nuova Vita a la cual, hace alusión el
título: es decir, la vida eterna en el paraíso celestial.
La música de Nicola Piovanni no sólo
es bellísima, sino que, además, está a la altura de la maravillosa poesía de
Dante, formando una conjunción perfecta. Por momentos, una se sintió
transportada hacia la Iglesia de Santa Margherita en Florencia, donde se dice
que allí Dante conoció a Beatrice y se enamoró perdidamente de ella,
transformándose en ese amor idealizado y perfecto al cual, la cantata de
Pïovanni hace alusión. Al final, el público aplaudió calurosamente a los
intérpretes. Fue una magnífica demostración de alto nivel artístico, donde se
pusieron de manifiesto la perfección, el buen gusto y el refinamiento italianos.
Martha CORA ELISEHT
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