viernes, 20 de marzo de 2020

Visita al Palacio Manyal de El Cairo y su relación con el compositor Camille Saint- Saëns

EL PALACIO QUE INSPIRÓ UN CONCIERTO
Martha CORA ELISEHT

            Durante el último viaje de quien escribe a Egipto, una tuvo la suerte de poder recorrer con más detenimiento la enorme oferta cultural que El Cairo tiene para ofrecer. Y dentro de ese recorrido, bien vale la pena una visita al lujoso Palacio Manyal, situado en la parte noreste de la isla de Rhoda sobre la margen derecha del Nilo –a aproximadamente 1,5 km al sur de la Plaza Tahrir, centro neurálgico de la ciudad- y frente al Hospital Universitario.
            El palacio fue encargado por el príncipe Muhammad Alí Tawfiq (1875-1955), tío del rey Farouk, quien gobernara Egipto entre 1899 y 1929. El mismo príncipe lo diseñó y lo mandó decorar en un estilo que integra una mezcla de elementos arquitectónicos islámicos provenientes del arte morisco, persa, árabe y otomano con el Art Nouveau y el Rococó europeos. Dentro de un recinto amurallado se levantan varios edificios separados por jardines formados por abundantes especies locales y exóticas (bananos, árboles de caucho), constituyendo un enorme jardín botánico que cubría casi toda la isla hace un buen tiempo atrás. Tras su muerte, el palacio y sus magníficas colecciones fueron donados al Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto en 1955 y transformado en un museo.
            Los cerámicos que adornan la entrada principal, la mezquita y la entrada a la residencia del príncipe (hamalek) fueron creados por el artista armenio David Ohanessian, natural de Kutahya, mientras que la riquísima decoración interior posee materiales suntuosos, muebles con incrustaciones de nácar –característicos del arte árabe- , platería, colecciones de arte y manuscritos medievales, que datan de esa época histórica. También alberga una estupenda colección de arte islámico, cerámica y pinturas.
            La impresionante sala del trono recuerda a la Gallerie des Glaces (Salón de los Espejos) del Palacio de Versailles. Una gran alfombra roja conduce al trono –tapizado en rojo y dorado, con muebles del mismo color-, mientras se exhiben hacia ambos costados los retratos de sus antepasados. Asimismo, posee un museo de caza, donde se exhiben numerosas cornamentas y cabezas de animales cazados por el propio rey Farouk.
            La residencia principal es digna de un pashá: al ingresar, se pasa por una sala turca –decorada con azulejos traídos desde Izmir (Esmirna)- y otra, siria, con una bóveda de madera exquisitamente adornada. Naturalmente, el harem es la habitación más pequeña y menos iluminada, oculta tras una característica celosía de madera. La escalera que conduce al primer piso está tallada íntegramente en madera de roble de Eslavonia.
            Naturalmente, los monarcas no ocultaron su admiración y buen gusto por la cultura europea, invitando a numerosos artistas a pasar una temporada en palacio. Precisamente, el compositor francés Camille Saint- Saëns (1835-1921) no sólo fue huésped ocasional del Manyal, sino que ofreció varios conciertos privados al príncipe Muhammed Alí y a su entorno. Debido a una enfermedad y al insoportable clima parisino, Saint- Saëns visita Egipto en el invierno de 1896 y quedó asombrado no sólo por las bondades del clima, sino también por las riquezas del palacio. En aquel entonces, el compositor tenía 66 años y se cumplían 50 años desde su debut como niño prodigio a los 11 años de edad en la Sala Pléyel de París. Por lo tanto, decide componer su Concierto n° 5 en Fa mayor para piano y orquesta- denominado “El Egipcio”- para festejar su cincuentenario con la música y en base a la inspiración causada no sólo por su estadía en palacio, sino por su posterior viaje a Luxor. Allí toma contacto con las bondades del clima cálido y la vida cotidiana de dicha ciudad: las aldeas nubias, los vapores navegando por el Nilo, el croar de las ranas…. Todos estos elementos están perfectamente condensados en los 28 minutos que dura el concierto.
El mismo consta de tres movimientos (Allegro animato/ Andante/ Molto Allegro) e inicia de un modo muy clásico, a la usanza europea y con dos temas contrastantes, donde el solista ejecuta mediante una serie de escalas ascendentes y descendentes una serie de variaciones en forma dinámica, usando arabescos, arpegios, trinos  y otros elementos de técnica pianística. Posteriormente, el segundo tema es mucho más lento y profundamente melancólico, que recuerda al Andante sostenuto de su Concierto n° 2 para piano. El desarrollo se logra mediante energía, vitalidad y volumen crecientes mientras se entrelazan los dos temas. El piano finaliza el primer movimiento mediante una coda.  En cambio, el Andante es una explosión de vitalidad. Comienza con un tema en Sol menor en timbales   seguido por las cuerdas, que recuerda una canción de amor nubia, mientras el piano ejecuta una serie de escalas ascendentes y descendentes que le tan ese toque exótico, oriental y particularmente, egipcio. Es un movimiento muy rapsódico, con numerosos ribetes y elementos de la música árabe. Luego del tema romántico, el piano ofrece una serie de recursos tonales y virtuosismo que representan las barcas que navegan por el Nilo y el croar de las ranas. Por último, en el 3° movimiento (Molto Allegro) entra el piano utilizando sonidos que evocan el ruido de las aspas de las embarcaciones de madera que surcan el Nilo, mediante un tema profundamente vigoroso que abarca todo el teclado. Mientras que el solista continúa con ese pasaje vertiginoso, los vientos y las cuerdas introducen un nuevo tema, que desemboca en un tutti en tono menor. Estos dos temas se ensamblan creando un momento de intensa tensión, que concluye en una fanfarria triunfal.
El concierto se estrenó en la Sala Pléyel de París el 2 de Junio de 1896, con el compositor al piano y la Orquesta de la Sociedad de Conciertos, dirigida por Paul Taffanel. En virtud de su narrativa y efectos sonoros exóticos, gozó de una inmensa popularidad desde su estreno.
Las imágenes que acompañan esta nota son sólo una ínfima parte de la majestuosidad del Manyal, uno de los palacios más lujosos no sólo de Egipto, sino también del mundo. Y que tiene la particularidad de ser una obra maestra que inspiró a otra obra maestra

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