miércoles, 22 de diciembre de 2021

 

FILARMÓNICA EN UN “NUEVO MUNDO”…

 

                                Por Jaime Torres Gómez

 

Como todas las agrupaciones musicales, la Filarmónica de Santiago ha debido replantear su programación y operatividad a lo largo de la pandemia.

 

Siendo elenco estable del Teatro Municipal de Santiago, la Filarmónica enmarca sus actividades conforme la gestión de esta institución, destacándose últimamente  su acertada cobertura a nuevos públicos vía digital más una alianza con un canal de televisión abierta, exhibiendo buena parte del material grabado en pandemia.

 

Al factibilizarse las presentaciones con público, se ha ofrecido una serie de programas a cargo del Director Residente e invitados, extrañándose la completa ausencia de su Director Titular, el italiano Roberto Rizzi-Brignoli, de quien no se ha sabido de su trabajo “in situ” con la orquesta, en parte ante la coincidencia de su inicio como titular tras la llegada de la pandemia. Empero, era esperable que encabezara estos conciertos, y antes con parte de las grabaciones realizadas...

 

Con un celebrado criterio programático, esta “mini temporada filarmónica” contempló en todas las presentaciones obras muy conocidas del repertorio universal junto a otras de compositores chilenos, dando cuenta de un inestimable fomento de la música nacional.

 

Adicionalmente, ante una ineludible adaptibilidad y conforme las disposiciones sanitarias, el Municipal debió emplazar a la orquesta dentro de las primeras filas de la platea, quedando con una perspectiva visual de 360 grados, lo que inevitablemente ha modificado en parte la proyección sonora, aunque no necesariamente perjudicándola del todo. 

 

El primer programa estuvo a cargo de Francisco Rettig, sin duda de los más relevantes directores latinoamericanos. Luego de 4 años sin dirigir a la Filarmónica, regresa este prestigioso maestro nacional al escenario del Municipal, y con un deslumbrante resultado.

 

Conforme al criterio de inclusión de obras chilenas, abrió con el estreno mundial de “Cantos a la Noche” del joven compositor Diego González (1987). Como pieza ganadora del Concurso de Composición del Teatro Municipal en 2019, postergó su estreno tras el estallido social y luego por la pandemia.

 

No obstante un buen manejo de la orquestación y de la potencialidad expresiva de las familias instrumentales, su inmanencia discursiva es difusa y de sinuoso relato. Ante la explícita intención del compositor de “llegar a expresar una idea holística, intentando volver a la esencia del sonido y de allí experimentar un todo…”, a priori pudiera tratarse de una válida exploración del sonido como catalizador interdisciplinario, aunque no necesariamente un sustituto per se, y que a partir de tal presupuesto fenomenológicamente coadyuve a entender expresiones culturales de otras sustancias. Sin duda un axioma válido, aunque algo pretencioso y finalmente divagatorio… La respuesta de los filarmónicos, con debido ajuste y dócil al intento clarificador de la autorizada batuta de Rettig.  

 

Como contrapunto, el clásico Concierto para Arpa y Flauta de W.A. Mozart, muchos años ausente en el Municipal y siempre bienvenido. Fungiendo de solistas los integrantes de la orquesta Alida Fabris en arpa y Carlos Enguix en flauta, ofrecieron una versión idiomática y de irrefutable limpidez, a la vez una dirección segura de Rettig, obteniendo magnífico esmalte sonoro de los filarmónicos. 

 

Y como colofón, una antológica versión de la Sinfonía N° 9 “Del Nuevo Mundo”, de A. Dvorak. Siendo la sinfonía más popular de Dvorak, y correspondientemente muy ofrecida, de alguna manera siempre es atractivo presenciarla cuando se la anuncia con solventes directores y con expectativas que develen renovados prismas interpretativos hacia “un nuevo mundo discursivo”… Así, cuando el espacio de la libertad interpretativa discurre en consonancia a lo plasmado por el compositor en forma y fondo, constituye un estadio de excelsa manifestación de servicialidad al arte en sí  mismo…

 

La versión de “La Nuevo Mundo” del maestro Rettig constituyó un literal descubrimiento hacia “Un Nuevo Mundo”…, firmando una lectura con un soberbio control de las intensidades -tensión, distensión y expansión-, dando cuenta de una mirada auscultadora de pasajes raras veces percibidos. Con una adopción de lentos tempi, estos tuvieron pleno correlato y sentido interno, llenando en plenitud el “espacio sonoro”.

 

Los filarmónicos, en estado de gracia, transmitieron con creces los autorizados requerimientos del maestro invitado, constituyendo una de las más relevantes presentaciones en años de esta agrupación, y sin duda inmersos en un “Nuevo Mundo”…

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