FILARMÓNICA EN UN
“NUEVO MUNDO”…
Por Jaime Torres Gómez
Como
todas las agrupaciones musicales, la Filarmónica de Santiago ha debido
replantear su programación y operatividad a lo largo de la pandemia.
Siendo
elenco estable del Teatro Municipal de
Santiago, la Filarmónica enmarca
sus actividades conforme la gestión de esta institución, destacándose
últimamente su acertada cobertura a
nuevos públicos vía digital más una alianza
con un canal de televisión abierta, exhibiendo
buena parte del material grabado en
pandemia.
Al
factibilizarse las presentaciones con público, se ha ofrecido una serie de
programas a cargo del Director Residente
e invitados, extrañándose la completa
ausencia de su Director Titular, el italiano Roberto
Rizzi-Brignoli, de quien no se ha sabido de su trabajo “in situ” con la orquesta, en parte ante la coincidencia de su inicio como titular tras la llegada de la pandemia. Empero,
era esperable que encabezara estos conciertos, y antes con parte de las grabaciones
realizadas...
Con
un celebrado criterio programático, esta “mini
temporada filarmónica” contempló en todas las presentaciones obras muy
conocidas del repertorio universal
junto a otras de compositores chilenos,
dando cuenta de un inestimable fomento de la música nacional.
Adicionalmente,
ante una ineludible adaptibilidad y conforme las disposiciones sanitarias, el Municipal debió emplazar a la orquesta dentro de las primeras filas de
la platea, quedando con una perspectiva visual de 360 grados, lo que inevitablemente ha modificado en parte la
proyección sonora, aunque no necesariamente perjudicándola del todo.
El
primer programa estuvo a cargo de Francisco Rettig, sin duda de los
más relevantes directores
latinoamericanos. Luego de 4 años sin dirigir a la Filarmónica, regresa este prestigioso maestro nacional al escenario
del Municipal, y con un deslumbrante
resultado.
Conforme
al criterio de inclusión de obras chilenas, abrió con el estreno mundial de “Cantos
a la Noche” del joven compositor Diego González (1987). Como pieza
ganadora del Concurso de Composición
del Teatro Municipal en 2019, postergó su estreno tras el
estallido social y luego por la pandemia.
No
obstante un buen manejo de la orquestación y de la potencialidad expresiva de
las familias instrumentales, su inmanencia discursiva es difusa y de sinuoso
relato. Ante la explícita intención del compositor de “llegar a expresar una idea holística, intentando volver a la esencia
del sonido y de allí experimentar un todo…”, a priori pudiera tratarse de
una válida exploración del sonido como catalizador interdisciplinario, aunque
no necesariamente un sustituto per se, y que a partir de tal presupuesto
fenomenológicamente coadyuve a entender expresiones culturales de otras
sustancias. Sin duda un axioma válido, aunque algo pretencioso y finalmente
divagatorio… La respuesta de los filarmónicos,
con debido ajuste y dócil al intento clarificador de la autorizada batuta de Rettig.
Como
contrapunto, el clásico Concierto para Arpa y Flauta de W.A.
Mozart, muchos años ausente en el Municipal
y siempre bienvenido. Fungiendo de solistas los integrantes de la orquesta Alida
Fabris en arpa y Carlos
Enguix en flauta, ofrecieron una versión idiomática y de irrefutable
limpidez, a la vez una dirección segura de Rettig,
obteniendo magnífico esmalte sonoro de los filarmónicos.
Y
como colofón, una antológica versión
de la
Sinfonía N° 9 “Del Nuevo Mundo”, de A. Dvorak. Siendo la sinfonía más popular de Dvorak, y correspondientemente muy ofrecida, de alguna manera
siempre es atractivo presenciarla cuando se la anuncia con solventes directores
y con expectativas que develen renovados prismas interpretativos hacia “un nuevo mundo discursivo”… Así, cuando
el espacio de la libertad interpretativa discurre en consonancia a lo plasmado por
el compositor en forma y fondo, constituye un estadio de excelsa manifestación
de servicialidad al arte en sí mismo…
La
versión de “La Nuevo Mundo” del maestro Rettig constituyó un literal
descubrimiento hacia “Un Nuevo Mundo”…,
firmando una lectura con un soberbio control de las intensidades -tensión, distensión y expansión-, dando
cuenta de una mirada auscultadora de pasajes raras veces percibidos. Con una
adopción de lentos tempi, estos tuvieron pleno correlato y sentido interno,
llenando en plenitud el “espacio sonoro”.
Los
filarmónicos, en estado de gracia,
transmitieron con creces los autorizados requerimientos del maestro invitado,
constituyendo una de las más relevantes presentaciones en años de esta
agrupación, y sin duda inmersos en un “Nuevo
Mundo”…
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