Muy buen concierto
inaugural del Coro Polifónico Nacional en el CCK
LO CLÁSICO Y LO POPULAR ENSAMBLADOS EN EL CANTO
Martha CORA ELISEHT
Con el retorno de las actividades en forma presencial,
poco a poco los organismos dependientes de la Dirección Nacional de Organismos
Estables van volviendo al ruedo. El pasado miércoles 30 del corriente le tocó
el turno al Coro Polifónico Nacional en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional-
del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la dirección de Guillermo Tesone y la
participación del pianista Claudio Santoro, en un programa integrado por las
siguientes obras:
-
Canciones
gitanas para coro mixto y piano, Op. 103- Johannes BRAHMS (1833-1897)
-
Cuatro
canciones eslovacas para coro mixto y piano- Bela BARTÓK (1881-1945)
-
Himno al Sol- Lili BOULANGER (1893-1918)
-
Salmo 24 para
coro mixto y piano- Lili BOULANGER
(1893-1918)
Previamente al inicio del concierto, el
Maestro Antonio Domeneghini -Director Titular de la agrupación- agradeció su
presencia al numeroso público que se dio cita en el Auditorio Nacional y
manifestó que por razones de protocolo sanitario vigente, el Coro iba a actuar
dividido en dos partes: la mitad de sus integrantes iban a cantar en primer
término la obra de Brahms y luego, el resto de los coreutas haría lo mismo con
las obras de Bartók y Boulanger. Tras retirarse, los artistas se presentaron
sobre el escenario para dar inicio al concierto.
Las
Canciones gitanas Op.103 son un ciclo de canciones para coro mixto y
piano compuestas entre 1887 y 1888 y basadas en canciones folklóricas húngaras,
cuyo texto fue adaptado al alemán por Hugo Conrat -miembro del círculo de
amigos de Brahms en Viena-. Desde su estreno en Octubre de 1888 en Berlín,
gozaron de inmensa popularidad y se representan muy a menudo en los programas
de conciertos corales. El ciclo comprende 11 canciones:
He,
Zigeuner, greife in die Saiten (¡Hola, gitanos! Rasguen las cuerdas)
Hoch
getürmte Rimaflut (Imponente inundación del río Rima)
Wiβt ihr, wann mein
Kindchen (Sabían ustedes, cuando mi niñito)
Lieber
Gott, du weiβt (Querido Dios, tú sabes)
Brauner
Bursche führt zum Tanze (El muchacho castaño
se dirigió al baile)
Roslein
dreie in der Reihe (Tres pequeñas rosas en fila)
Kommt
dir manchmal in den Sinn (A veces, dirige tus sentidos)
Horsch,
der Wind klagt in den Zweigen (Escuchen, el viento se queja en las ramas)
Weit
und breit schaut niemand mich an (A lo largo y a lo ancho, nadie me mira)
Mond
verhüllt sin Angesicht (La luna oculta su rostro)
Rote
Abendwolken ziehn (Jalan las nubes rojas del atardecer)
El
Polifónico brindó una muy buena versión de dicha obra con un sonido muy
compacto, fresco y alegre -tal como consta en la partitura- y se destacó la
excelente marcación ofrecida por Tesone, quien supo dirigir muy bien a la
agrupación. Tras una breve pausa y tal como estaba previsto, los coreutas se
retiraron para dar paso al resto de sus compañeros para interpretar el resto de
las obras comprendidas en el programa. Y se lució en una obra de muy difícil
ejecución: las Cuatro canciones eslovacas para coro mixto y piano, Op.78, compuestas
entre 1916 y 1917. Bartók fue un gran compilador del folklore húngaro, bohemio
y de regiones como Transilvania y Poszóny -que fueran segregadas de Hungría después
de la Primera Guerra Mundial-, lo que ejerció una profunda depresión en el
compositor. Reúnen elementos del folklore de las regiones antes mencionadas y son
las siguientes: Canción de bodas de Poniky, Canción del recolector de heno
de Hladel, Canción bailable de Medzibrod y Canción bailable de Poniky. Mientras
que las dos últimas son de carácter alegre, la Canción del recolector
de heno posee un carácter melancólico. El coro supo brindar una interpretación
magistral de las mismas mediante una impecable preparación, poniendo énfasis y
entusiasmo en las más alegres y dramatismo en las melancólicas. Por su parte,
Claudio Santoro supo acompañarlos perfectamente bien al piano.
Seguidamente,
se presentó la primera de las dos obras de Lili Boulanger: Himno al Sol (Hymne
au Soleil), compuesta en 1912 para contralto, coro mixto y piano u
orquesta. Es una obra de carácter francamente impresionista, muy ricamente
elaborada. En esta oportunidad, el rol solista estuvo a cargo de la
mezzosoprano María Luisa Merino Ronda, quien ofreció una versión exquisita,
interpretada de forma muy sutil y con una impecable línea de canto, motivo por
el cual fue sumamente aplaudida. Lo mismo sucedió con el Salmo 24: La térre
appartient a l’Éternel (La tierra pertenece al Señor) para tenor, coro
mixto, piano/órgano y orquesta, compuesto en 1916. Aquí se lució como solista
el tenor Ricardo González Dorrego, quien también ofreció una muy buena versión
acompañado por el coro. Naturalmente, el Auditorio Nacional estalló en
aplausos, motivo por el cual se hicieron dos bises: una canción de
Carlos Guastavino (La noche y el día) y el mencionado Himno al Sol. Un
broche de oro en el debut de uno de los mejores coros del país a sala llena,
donde las principales autoridades de la Dirección Nacional de Organismos
Estables estuvieron presentes apoyando a los artistas. Un gesto muy noble que
invita a seguir disfrutando de una temporada que parece muy prometedora, tras
dos años de pandemia. El tiempo lo dirá.
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