Monumental versión de la 9°
Sinfonía de Beethoven por la Sinfónica Juvenil en el CCK
CON
TODA LA PASIÓN, GARRA E ÍMPETU JUVENIL
Martha
CORA ELISEHT
En
cercanía a la fecha de nacimiento de Ludwig van Beethoven (16 de Diciembre de
1770), la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional “Libertador Gral. San Martín”
decidió homenajear al genio de Bonn con la más célebre de sus obras: la Sinfonía
n°9 en Re menor, Op.125 (“Coral”), hecho que tuvo lugar el pasado domingo
17 del corriente en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural
Kirchner (CCK), con participación de la Orquesta Sinfónica Juvenil Bonaerense,
el Coro LAGUN ONAK, el Coro de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires -ambos dirigidos por Miguel Pesce- y el Coro Polifónico
Evangélico Nacional, dirigido por María Constanza Bongarrá. La dirección
orquestal estuvo a cargo de Mario Benzecry, con participación de los siguientes
solistas: Jacquelina Livieri (soprano), Alejandra Malvino (mezzosoprano),
Fermín Prieto (tenor) y Lucas Devebec Mayer (bajo).
Previamente
al inicio del concierto y, munido de un micrófono ante la habitual ausencia de
programas de mano, el maestro Benzecry se dirigió al público para realizar algunos
anuncios y agradecimientos a las autoridades allí presentes y a los numerosos invitados,
entre los cuales se encontraban el actual Secretario de Cultura de la Nación
-Leonardo Cifelli-; la Directora de la Dirección Nacional de Organismos
Estables -Mariela Bolatti-; el Sr. Embajador de Japón en la Argentina -Hiroshi
Yamaguchi, quien fue invitado a pasar al estrado para declararlo amigo de la
Orquesta, motivo por el cual recibió un diploma conmemorativo- y su par
marroquí -Fares Yassir-, al igual que al cuerpo de profesores que realizan
tareas de perfeccionamiento de los músicos integrantes de la Sinfónica Juvenil.
También agradeció a Agustín Andrade - Director Ejecutivo de la Orquesta
Sinfónica Juvenil Bonaerense, organismo dependiente del Programa de Coros y
Orquestas de la Provincia de Buenos Aires- por la participación de esta
agrupación en forma conjunta, fundada en Junio del corriente año.
La
inmensa popularidad alcanzada por la 9° Sinfonía radica en que se trata
de una obra universal, que subraya los valores fundamentales del hombre –
libertad, igualdad, fraternidad- dentro del marco de un elemento trascendental:
la alegría. Tal es así, que el poeta alemán Friedrich von Schiller (1759-1805)
tuvo que cambiar el título a su poema Ode an der Freiheit (Oda a la
libertad) por Ode an der Freude (Oda a la alegría), compuesto entre
1785 y 1786, cuyo texto servirá como fuente de inspiración a Beethoven para
componer su célebre sinfonía. A finales del siglo XVIII, el movimiento alemán Sturm
und Drag (Tormenta e Impulso) rechazaba el racionalismo riguroso y provocó
una ruptura con las formas cortesanas vigentes hasta aquel entonces, subrayando
valores tales como la libertad y los sentimientos. Esto dio origen al
romanticismo, del cual, Beethoven ha sido su máximo exponente. No sólo porque
se atrevió a romper con el esquema cerrado de las formas musicales, sino porque
dejó de lado instituciones como el mecenazgo para vivir como compositor -algo
que ya había iniciado Mozart en Viena-. El manuscrito de Schiller llegó a manos
de Beethoven en 1793 y, tras leerlo, el genio de Bonn quedó tan encantado con
el texto, que decidió musicalizarlo. No fue nada sencillo debido a su larga
extensión -16 estrofas- y también a que -hasta ese momento- nunca se había
incluido la participación de un coro dentro de una sinfonía. Por lo tanto,
había que adaptarlo musicalmente y diferenciarlo del texto original de
Schiller. Por dicho motivo, cuando la Sociedad Filarmónica de Londres le
encarga la composición de la sinfonía en 1817, Beethoven decide llamarlo Ode/Hymn
to Joy (Oda/ Himno a la alegría). La composición comenzó en 1818 y lo más
difícil fue lograr una introducción musical para poder adaptar adecuadamente el
texto de Schiller. En una conversación con Anton Schindler -biógrafo y amigo
personal del compositor-, éste narró: “Lo más difícil fue la composición del
4° movimiento, donde la lucha comenzó como nunca. El objetivo era encontrar de
un modo correcto la introducción a la oda de Schiller, hasta que, un
día, Beethoven entró a un cuarto y gritó: “¡Lo tengo! ¡Lo tengo! Déjenos cantar
la oda del inmortal Schiller”. No obstante, Beethoven siguió trabajando
hasta encontrar las palabras con las cuales, el bajo introduce la parte vocal: “O
Freude! Nicht diese Tönne!”. El movimiento es una sinfonía en miniatura
dentro de una sinfonía, debido a su perfecta síntesis entre lo instrumental y
lo vocal. Tras 10 años de no realizar
apariciones en público debido a su sordera, el estreno tuvo lugar en 1824 en
Viena. Al no poder escuchar, Beethoven siguió su sinfonía con la partitura
hasta que uno de los músicos lo tomó del brazo para que pudiera apreciar su
éxito. El público lo ovacionó en medio de un sinfín de aplausos y agitando
pañuelos al aire. Su partitura original forma parte de la herencia espiritual
de la humanidad y se encuentra en el Registro de la Memoria Mundial de la
UNESCO desde 2001, además de ser el Himno oficial de la Unión Europea.
En
la presente versión, los integrantes de ambas orquestas se fusionaron en un
solo cuerpo para brindar una versión luminosa, brillante, con perfecto dominio
de los tempi dentro de los 4 movimientos que la integran (Allegro ma
non troppo, un poco maestoso/Scherzo: molto vivace- Presto/ Adagio molto e
cantábile- andante moderato- Tempo primo- Andante/ Finale: Presto- allegro ma
non troppo- Vivace- adagio cantábile-Allegro assai- Alla marcia- Allegro assai
vivace-Andante maestoso- Allegro enérgico, sempre ben marcato- Allegro ma non
tanto- Prestissimo). A pesar de algunas imperfecciones en las entradas o
por parte de algún instrumento, la labor desempeñada por los integrantes de
ambas orquestas fue sumamente convincente, logrando un sonido auténticamente
beethoveniano. Por su parte, los coros estuvieron muy bien preparados, con un
perfecto equilibrio vocal desde el “Freude” inicial. El desempeño de las
voces solistas fue sublime desde la introducción a cargo del bajo, con una
destacadísima actuación de Lucas Devebec Mayer, seguido por Fermín Prieto y el
excelente dúo formado por Jacquelina Livieri y Alejandra Malvino. El equilibrio
entre los solistas, coros y orquesta permitió una auténtica amalgama sonora
bajo la magistral batuta de Mario Benzecry, que fue aplaudida intensamente ni
bien finalizó la obra. El CCK se puso unánimemente de pie tras una estupenda
versión de tan archiconocida sinfonía, que no sólo representó el final del
presente ciclo de conciertos, sino también el cierre de una temporada exitosa
para la Libertador Gral. San Martín, que se perfila como una de las mejores
orquestas del país. La pasión, el ímpetu y la garra de los jóvenes lo hicieron
posible.
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