Foto: Prensa Teatro Colón, Fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli
Cierre de la Temporada del Ballet Estable del Colón con “EL CORSARIO”
UNA DE PIRATAS, EN TIEMPOS DEL IMPERIO OTOMANO
Martha CORA ELISEHT
Para cerrar una brillante temporada, originalmente, el Ballet Estable del Teatro
Colón tenía previsto reponer LA BAYADERA de Ludwig Minkus, con coreografía de
Rudolph Nureyev y la participación de los primeros bailarines invitados Natalia
Osipova y Daniel Camargo en los roles protagónicos. Debido a que no se abonó el
canon correspondiente a la Fundación Nureyev en concepto de derechos de autor, se
decidió reponer una obra de repertorio del Ballet Estable: EL CORSARIO, con música
de Adolphe Adam (1803-1856), Cesare Pugni (1802-1870), Riccardo Drigo (1846-
1930) y Léo Delibes (1836-1891), con coreografía de Anne- Marie Holmes.
Lamentablemente, la pareja Osipova/ Camargo canceló sus actuaciones previstas para
las funciones de abono en el Colón; por lo tanto, el Director del Ballet Estable -Mario
Galizzi- convocó a los primeros bailarines y solistas de la compañía para la difícil tarea
de suplantar a estas primerísimas figuras de la danza internacional. Asimismo, marcará
la despedida de dos grandes bailarines: Carla Vincelli y Edgardo Trabalón, quienes se
retiran del Ballet Estable con este título luego de una exitosa carrera.
Las funciones tendrán lugar entre los días 17 al 30 del corriente y cuentan con la
participación de Manuel Coves y Ezequiel Silberstein al frente de la Orquesta
Filarmónica de Buenos Aires; escenografía de Christian Prego, vestuario de Aníbal
Lápiz e iluminación de Rubén Conde, con reposición coreográfica de Leonardo Cuestas,
Natalia Sarraceno y Vagram Ambartsounian.
Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del miércoles 21 del
corriente, con el siguiente reparto: Ayelén Sánchez (Medora), Gerardo Wyss (Conrad),
Jiva Velázquez (Alí), Beatriz Boos (Gulnara), Edgardo Trabalón (Birbanto), Luisina
Rodríguez (esposa de Birbanto), Facundo Luqui (Lankendem), Julián Galván (Pashá),
Rodrigo Cuadra (asistente del Pashá), Caterina Stutz, Paula Cassano y Ludmila
Galaverna (pas de trois del 1° acto); las parejas formadas por Marisol López Prieto y
Martín Vedia; Candela Rodríguez Echenique y Sebastián Bustos (pas de six del 2° acto)
y las siguientes solistas para el Jardín Animado: Cecilia Lucero (Rojo), Jazmín Aguirre
(Naranja) y Lola Mugica (Amarillo). Participaron refuerzos a cargo de los alumnos de
danza del Instituto superior de Arte del Teatro Colón (ISATC).
Inspirado en la novela homónima de Lord Byron (1814) y en la ópera de Verdi,
EL CORSARIO se estrenó en la Ópera de París en 1856, con música de Adolphe Adam
y coreografía de Joseph Mazilier. Lamentablemente, Adam no pudo disfrutar de su
éxito: falleció unos pocos meses después de su estreno. A diferencia de otras joyas del
ballet romántico francés como LA SYLPHIDE y GISELLE, se traslada al relato de las
aventuras de los piratas y sus incursiones dentro del Imperio Otomano, donde no faltan
todos los ingredientes para una buena trama: los mercaderes de esclavas (Lankendem),
la corte oriental del Pashá Said, llena de exotismo y sensualidad; la galantería, la
ambición, el amor y la caballerosidad. En 1858, Jules Perrot montó su coreografía para
esta obra en el Teatro Bolshoi de Moscú y quedó automáticamente incorporada al
repertorio. Allí es donde Marius Petipa -quien interpretó el rol de Conrad- incorporó el
pas d’esclave del 2° acto, con música de Von Oldenburg. Posteriormente, se presentó en
1868 una nueva versión, creada especialmente para su esposa Marie con música de
Cesare Pugni y se incorpora el Jardín Animado del 3° acto, con música de Léo Delibes.
Finalmente, en 1899 EL CORSARIO toma su versión definitiva con música de Riccardo
Drigo, quien, a su vez, es el autor del celebérrimo pas de deux (pas de trois, en la obra
completa) que se representa como pieza independiente dentro del repertorio del ballet
clásico y que data de 1915. Esta nueva producción reemplazó definitivamente a la
versión francesa y es la que se representa en la actualidad.
La coreografía de Anne- Marie Holmes resultó ser efectiva, ya que trabaja sobre
el componente emocional de cada personaje y permite destacar el virtuosismo de los
principales solistas. Manuel Coves es un conocido director de ballet -a quien se apreció
el año pasado en GISELLE- y ofreció una muy buena versión de la partitura,
adaptándola al tiempo del bailarín. Las escenas de conjunto estuvieron correctamente
llevadas a cabo, con muy buena coordinación (Danza de los piratas del 1° acto, con un
muy buen dominio de escenas de esgrima en el cruce de los alfanjes y el empleo de
arcos y guirnaldas de flores en el Jardín Animado del 3° acto). En esta última escena se
destacaron dos jóvenes bailarinas: Cecilia Lucero y Jazmín Aguirre -alumnas de danza
del ISATC-, que lo hicieron con suma gracia y precisión de movimientos. La labor de
Lola Mugica Calvo dentro de este número fue excepcional, ya que su cambré, pliés y
developées fueron de una precisión absoluta. Lo mismo sucedió con el trío formado por
Caterina Stutz, Paula Cassano y Ludmila Galaverna en el pas de trois del 1° acto, donde
esta última se destacó por su impecable postura sobre el escenario, además de su
souplée y su cambré. (Realmente, una considera que está para bailar roles de mayor
peso y trascendencia, ya que nunca decepciona). Otra que también tuvo un muy buen
desempeño fue Luisina Rodríguez -quien debió reemplazar en último momento a
Magdalena Cortés- como la esposa de Birbanto junto a Edgardo Trabalón,
destacadísimo intérprete de este rol y que le sienta de maravilla. Junto a las parejas
formadas por Candela Rodríguez Echenique y Sebastián Bustos y Marisol López Prieto
y Martín Vedia brindaron un soberbio pas de six en el 2° acto, mientras que Julián
Galván y Rodrigo Cuadra se destacaron como el Pashá Said y su asistente.
Beatriz Boos es una bailarina que está realizando una carrera meteórica y fue
una Gulnara estupenda, al igual que Facundo Luqui como Lankendem. Sus piruetas
fueron perfectas, al igual que sus dotes histriónicas y plasticidad. Ambos se destacaron
en el pas de deux del 1° acto, donde el mercader la presenta al Pashá Said para venderla
como esposa. Y supo coquetear muy bien junto a Rodrigo Cuadra en la escena del 3°
acto.
En cuanto a los roles principales, Jiva Velázquez se llevó los laureles y fue lo
mejor de la noche. Independientemente de ser un bailarín acrobático, el rol de Alí
también le sienta de maravilla y descolló con sus piruetas, fouéttes y solage en el
celebérrimo pas de trois del 2° acto junto a Ayelén Sánchez y Gerardo Wyss. Ella dio
vida a una excelente Medora, con perfecta técnica, gracia y desempeño actoral.
También se lució en el pas de deux entre Conrad y Medora del 2° acto. Una hubiera
esperado más de Wyss en el rol protagónico, ya que no tuvo una actuación tan destacada
con respecto de sus compañeros de elenco.
En líneas generales, fue una buena función, pero de inferior calidad si se las
compara con otros títulos dentro de la presente temporada, que contó con figuras
descollantes. Hubiera sido fantástico coronarla con solistas internacionales, pero no
pudo ser. Por lo tanto, el elenco nacional supo tomar el toro por las astas con un muy
buen desempeño. Es muy bueno que se le dé oportunidad a jóvenes valores y, asimismo,
tener en cuenta a gente muy valiosa dentro de la compañía que merece algo más que un
rol secundario.
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