Muy buena reposición de “GISELLE” en el Teatro Argentino de La Plata
UN CLÁSICO QUE NUNCA PASA DE MODA
Martha CORA ELISEHT
El mito de las Willis – almas en pena de novias o mujeres traicionadas por sus
parejas muertas antes del día de su boda, que incitan a sus enamorados a bailar con ellas
hasta morir- ha inspirado a numerosos autores. El poeta alemán Heinrich Heine fue el
primero en recoger esta leyenda de la mitología eslava y mencionarlo en su libro De
l’Allemagne (1835), seguido por Alphonse Karr (Les Willis, 1852) y Ferdinando
Fontana, autor del libreto de la ópera homónima de Giacomo Puccini (Le Villi).
Precisamente, el poema de Heine servirá como fuente de inspiración a Théophile
Gauthier y Jules- Henri Vernoy de Saint- Georges para componer el ballet romántico
por antonomasia: GISELLE, con música de Adolphe Adam (1803-1856) y coreografía
de Jules Perrot y Jean Coralli, con posterior revisión de Marius Petipa (1884), que fuera
el elegido para abrir la temporada de ballet en el Teatro Argentino de La Plata-Centro
Provincial de las Artes- el pasado viernes 19 del corriente y cuyas representaciones se
llevarán a cabo en la sala Alberto Ginastera de dicho teatro hasta el próximo domingo
28 del corriente a cargo del Ballet Estable de dicha entidad, dirigido por María Fernanda
Bianchi, con dirección orquestal de Carlos David Jaimes.
La presente producción cuenta con la siguiente ficha técnica: coreografía de
Lilian Giovine (sobre la original de Perrot, Coralli y Petipa); asistencia de dirección de
ballet a cargo de Fabiana Bianchi; escenografía de Juan Carlos Greco, asistencia de
escenografía de Hernán Scianda; vestuario de Eduardo Caldirola, iluminación de
Gabriel Lorenti; asistencia de iluminación de Lautaro Rey y Nicolás Troncoso,
proyección visual de Iru Landucci y coordinación de figurantes a cargo de Teresa
Tempone.
Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del pasado domingo 21
del corriente, con el siguiente reparto: Julieta Paul (Giselle), Bautista Parada (Albrecht),
Lisandro Casco (Hilarión), Sebastián Huici (Wilfred, asistente de Albrecht), Alejandra
Baldoni (Berthe, madre de Giselle), Darío Lesnik (Duque de Curlandia), Aldana
Bidegaray (Barthilde), Cecilia Esteban (Myrtha), Mariela Milano (primera variación de
las Willis), Cecilia Mattioli Zartmann (segunda variación de las Willis) y las parejas
formadas por Eber Palacios Sánchez/ Alice Sayuri Inuy y Marcos Becerra/ Jazmín Gude
Alonso (pas de paysans).
Este gran clásico del ballet romántico tuvo un éxito rotundo desde su estreno en
la Ópera de París (1841) merced a la música de Adam, que introduce el leitmotiv para
narrar las diferentes escenas en lenguaje musical y, al mismo tiempo, mantener la
tensión dramática y las características de los personajes. Hilarión siempre se
caracteriza por trazos de brusquedad, mientras que Berthe representa la ternura que
siente una madre por su hija. La alegría característica de los viñateros y la vendimia
contrasta con la solemnidad de los nobles, que participan de una cacería y son bien
recibidos por los campesinos. Y al final del 1° acto, los contrastes tímbricos que
caracterizan la escena de la locura de la protagonista muestran su frágil salud, que se ve
minada al sentirse traicionada por su amado y cuya efímera promesa de amor se
desvanece con la muerte. Lo mismo sucede con el mundo de las sombras en donde
habitan las Willis como fantasmas espectrales, obligando a danzar hasta morir a todo
aquel que se atreva a penetrar en el reino de la vengativa Myrtha. Sólo el amor de
Giselle y la claridad del alba salvan a Albrecht de una muerte segura y su consuelo
queda como un recuerdo en el corazón de Albrecht, ya que está condenada a ser una
Willi. Un capítulo aparte merece el pas de paysans, cuya música pertenece a Friedrich
Burgmüller y fuera incorporado desde el día del estreno. Tras la muerte de Adam, la
partitura fue revisada por Riccardo Drigo, quien incorpora la variación de Giselle del 1°
acto en 1887 y es la versión que se representa hasta la actualidad.
La presente producción contó con una puesta en escena clásica, con un muy
buen trabajo escenográfico de Juan Carlos Grecco y un vestuario adecuado de Caldirola,
con colores vivos para el 1° Acto y blanco en el segundo, donde la escena transcurre en
el reino de las Willis. Sólo Albrecht se lucirá de negro a modo de luto por la muerte de
Giselle, mientras Hilarión conserva su traje verde de cazador. También ha sido muy
buena la participación de los figurantes, quienes no sólo llevaban las insignias reales,
sino también, halcones en los brazos. Ha sido un acierto incorporar elementos de
cetrería, ya que los nobles utilizaban estas aves en sus cacerías. La excelente
iluminación de Gabriel Lorenti y la proyección de video de Iru Landucci completaron el
resto.
Las escenas de conjunto a cargo del cuerpo de baile estuvieron muy bien
coordinadas y se notó la disciplina impuesta por María Fernanda Bianchi y su equipo de
asistentes coreográficos. Lo mismo sucedió con los roles secundarios, donde todos los
participantes pudieron lucirse. Por su parte, la dirección de Carlos David Jaimes fue
magistral, con un muy buen dominio de los tempi y, fundamentalmente, la adaptación de
la orquesta al ritmo del bailarín. Más aún, en este caso, donde los constantes cambios de
estados de ánimo por parte de los principales protagonistas requieren de una precisión
absoluta en la coordinación musical, cosa que se logró perfectamente.
El rol protagónico estuvo a cargo de Julieta Paul, una bailarina joven y talentosa,
requisitos fundamentales para encarnar a Giselle. Se lució en sus pliés, sostenutos,
panché, fouettes y, fundamentalmente, en los saltos y los dificilísimos entrechats del 2°
acto, que representan un desafío para cualquier intérprete de este rol. Sus dotes
histriónicas fueron magníficas y lo demostró sobre el escenario. Su partenaire Bautista
Parada dio vida a un muy buen Albrecht; especialmente, en la solage y los entrechats
del 2° acto, al igual que la tournée de la variación del pas de deux del mismo acto. Por
su parte, Lisandro Casco posee el physique du rôle ideal para encarnar a Hilarión:
atlético y longilíneo, descolló en la escena donde lo atrapan las Willis, mientras que
Cecilia Esteban se lució como Myrtha – un rol tan difícil como el protagónico y que
toda aspirante a étoile sueña con bailar-. A medida que transcurría el 2° acto, fue
creciendo en intensidad y fue intensamente aplaudida, al igual que las intérpretes de las
variaciones de las Willis Mariela Milano y Cecilia Mattioli Zartmann. Pero la revelación
de la función ha sido el pas de paysans a cargo de Eber Palacios Sánchez y Marcos
Becerra, acompañados por Alice Sayuri Inuy y Jazmín Gude Alonso. Estos jóvenes
bailarines descollaron por su gracia y su plasticidad, pero por sobre todas las cosas, por
su impecable técnica en el manejo de las pirouettes, fouettes y entrechats, lo que
asegura un futuro prometedor.
Luego que todos los artistas saludaron, se produjo otro hecho: la despedida de
Sebastián Huici y otro integrante del ballet del Teatro Argentino con motivo de su
jubilación, motivo por el cual se entregaron botellas de champagne a modo de obsequio
por parte de los hijos de estos artistas. Un momento muy emotivo, donde no faltaron los
aplausos ni una lluvia de pétalos de rosas. Una auténtica fiesta que marcó el inicio de la
temporada 2024 en el Centro Provincial de las Artes con este gran clásico del ballet
romántico, que nunca pasa de moda. Precisamente, porque muestra que el verdadero
amor permanece constante más allá de la muerte.
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