INICIO INMEJORABLE
Ciclo de
Conciertos de la Fundación Rómulo Raggio, Temporada 2024. Actuación del dúo
conformado por Edua Zadory (Violín) y Anna Miernik (Piano) Programa: obras de
Hubay, Brahms, Cosentino, Quintela, Chopin, Williams, Prokofieff y Schnelzer. Auditorio
del Museo de la Fundación, 20 de Abril de 2024.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE
Un público absolutamente enfervorizado desde la primera a la
última obra y que en las dos páginas finales “rugió” en vítores a las intérpretes
(no exagero), es acaso lo que mejor
sintetiza a este concierto con el que la Fundación Rómulo Raggio de Vicente López
inició su ciclo del año 2024, recibiendo a este dúo de intérpretes extranjeras
quienes han recalado individualmente en el país, en donde por razones
personales cada una decidió estar aquí gran parte del tiempo, se han conocido en el medio musical y han
resuelto conformar un dúo que aborda un repertorio universal, comprometido y en
donde ya puede decirse que se entienden y cumplimentan a la perfección,
alcanzado un nivel de absoluta jerarquía. Edua Zadory y Anna Miernik han armado
una dupla de estupendo nivel artístico y no cabe duda que de continuar en esta
senda enriquecerán a Ntro. Medio con sus propuestas.
Un programa estructurado en base a música de
los países de origen de ambas instrumentistas (Hungría y Polonia), pasando por
la tierra que las ha recibido (Argentina) y llegar a compositores de fama
universal, dio por resultado la atracción permanente del público, comenzando
por una muy interesante versión de “La Ola de Balaton” del compositor Jenö
Hubay en la que Zadory desde el violín exhibió todo su apasionamiento
interpretativo y Miernik se erigió en un
verdadero soporte. Continuaron con una muy lucida interpretación de la Danza
Húngara Nº 4 de Brahms en donde desplegaron todo el color que la página
contiene. El homenaje a la Argentina llegó de la mano de dos compositores
argentinos quienes estuvieron presentes en la sala. De Saúl Cosentino se
apreció “Mis Poemas a la Calle” una página basada en Tango con un ribete
melancólico que la hace más atrayente aún y en donde las intérpretes demostraron
estar absolutamente compenetradas entre sí y con la obra. Hubo tiempo para que
ambas se lucieran de manera individual. Zadory con una página de Hernán
Quintela compuesta especialmente para ella en la que además de interpretar
desde el violín, debe danzar llevando ajustadas en sus tobillos una uñas de
cabra que actúan como instrumento musical. “Cardón” , tal el título de la
composición, expresa al ritmo folcklorico del norte argentino como tal vez en muy
pocas páginas pueda encontrarse algo así y Zadory hace con ella una magistral
interpretación con un despliegue de energía increíble y un sonido brillante.
Miernik lució a pleno honrando al mayor músico de su patria, Frederic Chopin,
con una estupenda versión del Scherzo en Si bemol menor Op. 13 en la que
descolló por musicalidad, pleno sonido y muy segura digitación. La primera parte culminó con “Baile del Diablo”
del compositor y arreglador norteamericano John Williams, página poco frecuentada
que correspondió al film “Las Brujas de Eastwick” en donde las intérpretes
sostuvieron la creciente tensión de la página y exhibieron instantes de gran
categoría.
La parte final dio comienzo con una
formidable versión de la Sonata en re mayor para Violín y Piano de Serguei Prokofieff
en la que las instrumentistas una vez más dieron rienda suelta al apasionamiento,
tuvieron perfecta cumplimentación y se brindaron en una total entrega
alcanzando instantes verdaderamente electrizantes como en el Moderato inicial y
el Allegro con brío del cierre. La parte
formal del concierto culminó con “Apolo Adolescente” una de las dos piezas que
integran las “Apolonian Dances”
del año 2003 del compositor sueco Albert Schnelzer de una exigencia superlativa
que incluye hasta acordes de piano que el intérprete debe realizar apoyando sus
brazos en el teclado y máxima velocidad para el violín. Solo así pudo entenderse
que se la haya colocado como cierre por sobre la Sonata de Prokofieff, como
acontecería normalmente. Aquí entonces la enfervorizada reacción del público y
el lógico deseo de querer seguir escuchando. Ello vino de la mano de una polka
de Alfred Schnittke con guiños cómplices de Zadory al público de primera fila y
una magistral versión de “Czardas” de
Monti en donde ambas lucieron en forma esplendida.
Por el inteligente planteo, la estupenda
capacidad de ambas tanto en lo individual como en lo conjunto, la revelación de
obras poco frecuentes y el extraordinario
resultado final, será recordado este concierto en mucho tiempo. Bravo a
ambas y bravo a la fundación Raggio y a su programadora, la muy estimada Haydee
Seibert
Donato Decina.
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