martes, 10 de octubre de 2017

UNICA E INCOMPARABLE

“Canciones para un Corazón Quebrado”, espectáculo en base a canciones de Weil, Glass  y otros protagonizado por Ute Lemper junto a un sexteto de músicos. CCK-Sala Sinfónica, 01 de Octubre de 2017.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  No es nuevo el romance que Ute Lemper mantiene con el público Argentino. De hecho Ella misma se encargó de recalcar en un tramo del espectáculo que desde su primera visita en 1995 continuó regresando a la Argentina (y a Buenos Aires en particular). Diferentes temáticas abordó en cada visita. Canciones de Cabaret (o también Kabaret según la procedencia), tangos de Piazzolla/Ferrer en castellano y, como no olvidarla, su extraordinaria versión de “Los Siete Pecados Capitales” de Brecht/Weil que en una versión adaptada para Ella se hiciera para el ciclo de la Filarmónica en 2007 en el Gran Rex (Colón cerrado por entonces) con la dirección de  Jan Latham Köenig. Luego de su arrollador éxito en la Sala Sinfónica del CCK del año pasado, regresó ahora con su nueva propuesta, “Canciones para un Corazón Quebrado” junto a un extraordinario sexteto de músicos de diferentes nacionalidades (Piano, Guitarra, Contrabajo, Violín, Bandoneón y Batería) de los que ensalzar a alguno sería ser injusto con los otros. La sumatoria de todos estos instrumentos es perfecta, logrando un efecto incomparable y un equilibrio sonoro absoluto. Todo pasa a un segundo plano cuando con la sala casi en absoluta penumbra Ella ingresa a escena casi como pidiendo perdón por si su taconear molesta la audición. Pero cuando llega el momento de abrir la boca y comenzar a cantar, se transformará en un huracán arrollador, ejerciendo un magnetismo incomparable con el público. Se interrelacionará con la concurrencia, al punto de sentarse sobre las rodillas de un desprevenido espectador al que le preguntará si su esposa está allí, recibiendo la maravillosa respuesta de que en realidad se encontraba su pareja masculina motivando la efusiva sonrisa de la interprete y la ovación del público al espectador por su sinceridad. Y el repertorio trajo mucho a mi memoria (Aunque en un estilo contrapuesto al de Lemper) a aquel segmento que un veterano Frank Sinatra desarrollaba en sus recitales llamado “Canciones para Perdedores”, donde había chicas que dejaban, soledad, historias no correspondidas, y así, vaso de Whiskey (Bourbon por supuesto) en una mano y cigarrillo en la otra junto al micrófono, luz baja, desarrollaba ese segmento del que “Angel Eyes” (“Ojos Angelicales”) era el plato principal. Aquí, los tiempos cambian. No hay Whiskey ni mucho menos cigarrillo pero el repertorio enfocado va en la misma dirección, canciones de “Estaño”, las mismas historias, la voz actual de Lemper, áspera pero llena de matices, capaz de improvisar semejando una trompeta ante la ausencia de ese instrumento en el conjunto, cediendo tramos de los temas para que también los músicos lleven a cabo sus improvisaciones y que una hora y veinte minutos transcurran en un abrir y cerrar de ojos para que a pesar de todo ello el público pida mas y Ella se despache con una versión de antología de “Lili Marlene” que nos hará recordar a la otra, la Dietrich, de la que Lemper acaso sea una extraordinaria continuadora.


Donato Decina

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