domingo, 20 de diciembre de 2020

 

Concierto en homenaje al 250° aniversario del nacimiento de Beethoven en el CCK

 

HOMENAJE A UN GRANDE A LO GRANDE

                                                                                     (y por los grandes)

Martha CORA ELISEHT

 

             No se sorprenda el lector al contemplar el título de esta nota ya que no se trata de un juego de apalabras, sino del merecido homenaje al gran Ludwig van Beethoven en vísperas del aniversario de su 250° natalicio (16 de Diciembre de 1770) ofrecido en la Sala Sinfónica (Auditorio Nacional) del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado domingo 13 del corriente mediante un concierto compuesto por las siguientes obras: Cuarteto para cuerdas n° 11 en Fa menor, Op.75 “Serioso” y el Septiminio en Mi bemol mayor, Op.20. El ensamble instrumental estuvo integrado por los siguientes músicos: Freddy Varela Montero y Miguel Chacón (violines), Adrián Felizia (viola), Gloria Pankaieva (cello), Julián Medina (contrabajo), Fernando Chiappero (corno), Gabriel La Rocca (fagot) y Mariano Rey (clarinete). Todos se desempeñan como solistas de sus respectivos instrumentos en las orquestas Estable del Colón y Filarmónica de Buenos Aires.

            Al ingresar al escenario, los músicos lo hicieron munidos de sus respectivos instrumentos, respetando las normas de distanciamiento social y usando barbijos –que se quitaron posteriormente antes de empezar a tocar-. El encargado de anunciar las obras fue Freddy Varela Montero, quien – munido de un micrófono- brindó unas breves ilustraciones musicales y reseña histórica de ambas obras. Y comenzó por el mencionado Cuarteto para cuerdas “Serioso” en Fa menor n° 11, Op. 20, una de las más emblemáticas obras del genio de Bonn, compuesto entre 1809 y 1811, cuando comenzó con una incipiente sordera y que fue estrenado en 1812. Consta de 4 movimientos (Allegro con brio/ Allegretto ma non tropo- attacca súbito/ Allegro assai- Vivace ma serioso- Piú allegro/ Larghetto espresivo- Allegretto agitato- Allegro) que poseen una particularidad: culminan de forma súbita y abrupta, alternando melodías románticas con fragmentos trágicos –que muestran la creciente preocupación de Beethoven por su estado de salud-y que nunca terminan con un desarrollo completo. La interpretación fue estupenda, donde los instrumentistas hicieron gala de su fraseo, trémolo y contrapunto, destacándose la melodía en cascada y las cadencias por parte de Freddy Varela Montero. La introducción del cello al inicio del 2° movimiento fue magistralmente ejecutada por Gloria Pankaieva, quien asimismo brindó un excelente sonido en la cadencia. Unido a la exquisita interpretación de Adrián Felizia en viola, dio el pie necesario para que Varela Montero se luciera en el ostinato. A diferencia del 1° movimiento, el 2° se caracteriza por una neta línea melódica más continua, que empalma abruptamente con el scherzo del 3° movimiento. El ensamble instrumental mostró un perfecto dominio de los tempi y concluyó con un perfecto trémolo en viola y cello en el 4° movimiento –donde se produce un cambio de tonalidad a Fa mayor- para luego desembocar en el típico crescendo característico de Beethoven con un piú agitato en dicho tono. La profesionalidad de los músicos se vio plasmada en un cálido y prolongado aplauso por parte del público.

            Luego de un breve intervalo, el septeto integrado por Freddy Varela Montero, Adrían Felizia, Gloria Pankaieva, Julián Medina, Fernando Chiappero, Mariano Rey y Gabriel La Rocca se hizo presente en el escenario para ejecutar el Septiminio en Mi bemol mayor, Op.20. Fue compuesto en 1799 y consta de 6 movimientos: Adagio- Allegro con brio/ Adagio cantábile/ Tempo de minueto/ Tema con variazioni- Andante/ Scherzo- Allegro molto e vivace/ Andante con motto alla marcia- Presto. Gozó de una inmensa popularidad desde su estreno –dedicado a la Emperatriz María Teresa de Austria- y fue cortina musical de la serie francesa Érase una vez… el hombre (estrenada en 1978 y que fue muy popular en el país en la década del ‘80).  Su estructura es la de un divertimento donde las cuerdas inician la melodía, que posteriormente toman los vientos a manera de canon para su desarrollo. Hay movimientos donde la estructura se invierte –primero, los vientos y luego, las cuerdas y viceversa- y donde cada uno de los intérpretes demostró por qué se desempeñan como solistas en las mencionadas orquestas. La calidad de sonido, los solos de cada uno de los instrumentos y las interpretaciones fueron soberbias, destacándose el excelente contrapunto por parte de Julián Medina en contrabajo y la introducción del clarinete solista en el 2° movimiento –gran desempeño de Mariano Rey- , al igual que el solo de violín –a cargo de Varela Montero- en el 5° movimiento. También tuvo una muy destacada labor el fagotista Gabriel La Rocca tanto en el contrapunto como en los solos correspondientes a su instrumento. El público estalló en aplausos y vítores hacia el final del concierto.

            Esta vez  no hubo bises, pero tampoco hicieron falta. No obstante, el público quería disfrutar un poco más de estos grandes intérpretes para rendir el homenaje que Beethoven merece a pocos días de cumplirse el 250° aniversario de su nacimiento, en un año caracterizado por la suspensión de actividades artísticas en tiempos de pandemia. Al menos, el Centro Cultural Kirchner ha permitido que –al menos por un instante- el público disfrutase de la inmortal música del genio de Bonn.

           

 

 

 

 

           

 

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