Gala de Juventus Lyrica. Reapertura del Teatro
Avenida
.Elenco, Orquesta y Coro de Juventus Lyrica,
dirigidos por Hermán Sánchez Arteaga y Hernán Schvartzman
.Dirección de escénica: Ana D´anna y María
Jaunarena.
.Iluminación: Gonzalo Córdova.
.Vestuario: María Jaunarena
.Maquillaje y Peinado Silvana Caruso
.Teatro Avenida, Buenos Aires, 3 de julio.
En una Gala
Lírica dedicada al maestro Antonio María Russo, uno de los propulsores
iniciales de Juventus Lyrica, a la cual le dio el nombre, la entidad volvió a
su labor artística presencial en la destacable y cuidada presentación que marcó
además la reapertura de la actividad operística en el Teatro Avenida.
“De la
cuarentena salgo cantando” fue el lema de Juventus Lyrica para su programa de
formación a distancia en tiempos de aislamiento; un término que en sí mismo
opone a la adversidad el poder de la creación y del trabajo que conlleva, una
de las pocas estrategias válidas para hacer frente a tiempos de oscuridad e
incertidumbre.
“En 2022
tenemos por delante el desafío de zurcir e intentar reparar el tejido roto que
nos dejó la pandemia… ese es el terreno al que debemos una mirada esperanzada y
en el que debemos sembrar los brotes para que vuelva a germinar” señalan Ana
D´anna y María Jaunarena en la introducción del programa de mano de la Gala.
Es dable
citarlo porque la presentación –que lo es además de nuevos cantantes surgidos
precisamente en la actividad en tiempos de encierro físico- estuvo marcada por
la espontaneidad y la gracia: las hebras de un tejido roto se recomponen por la
esperanza y la imaginación.
El repertorio
En un extenso
arco que va desde Laschia ch´io pianga,
de Rinaldo, de Haendel, a Wie die Weiber, de La viuda alegre de Lehar
o Bruderline, de El Murciélago, de J. Strauss hijo, el
repertorio incluyó momentos entrañables de la ópera, como La canción del Toreador, de Carmen, de Bizet o Un di se bem rammentomi, el bellísimo cuarteto de Rigoletto, de Verdi, o Hélas mon coeur s´egare encore, de Los Cuentos de Hoffman, de J. Offenbach,
por citar algunas de las 30 partes que integraron el programa, en una elección
que descansa en la belleza melódica, el lucimiento de los cantantes y la
centralidad en el género de los fragmentos escogidos.
Ello demanda
un esfuerzo de versatilidad tanto de los cantantes como de la orquesta, que
pasa de los sombríos acordes del final de Carmen a la opereta de Strauss.
El manejo escénico
Ya desde la
entrada el Dueto de las flores, de Lakmé, de Delibes o Voi che sapete, de Las bodas
de Fígaro, de Mozart, daban la bienvenida a los espectadores,
introduciéndonos así a un manejo inventivo de la escena.
El dominio de
dicha escena fue uno de los elementos más notorios de esta actitud de oponer la
alegría a la adversidad y se evidenció de varias maneras: una de ellas fue que
cada cantante tuvo un gran dominio actoral, en su gestualidad y desplazamientos;
otra de las soluciones fue integrar la
platea a la actuación: en Com´e gentile,
de Don Pasquale, de Donizetti, el
tenor Patricio Oliveira se introduce a a la escena dando su serenata mientras
camina por el pasillo que separa las filas de butacas y el maestro Sánchez
Arteaga lo acompaña en guitarra. En otro momento Laura Penchi, como Musetta, al
cantar el famoso vals saca a bailar a un espectador o, en el bellísimo coro Zitti, zitti, de Rigoleto los cantantes que representan a los cortesanos, en lugar
de raptar a Gilda se llevan del escenario al maestro Sánchez Arteaga. Ataviadas
con vestidos cuyo vuelo recuerda a las alas de los murciélagos, la Reina de la
noche y las damas que la secundan asustan a un Papageno ávido de estar en la
escena.
Sería muy
extenso enumerar cada uno de estos episodios que requieren una gran precisión
para ser ejecutados en el escenario.
Las voces
Nuevas voces
fueron integradas en una misma representación con otras ya reconocidas, como
Rocío Arbizu, Monserrat Maldonado o Laura Penchi (dicho esto a título
ejemplificativo y sin ánimo de incurrir en omisiones). Marcelo Gómez compuso a
dos personajes torturados, como lo son Don José, en C´est toi, c´est moi, de Carmen,
de Bizet y Canio en Vesti la giuba, de I
Pagliacci de Leoncavallo. Constanza Díaz Falú, Laura Penchi y Carolina
Gómez destacaron por igual alternándose pasajes de Der hölle rache, de La Flauta
Mágica, de Mozart. Gabriel Carasso fue nuevamente Papageno en Ein madchen oder weibchen, de La Flauta Mágica, con la misma gracia
con la cual interpretó el papel en 2019. Ivana Ledesma, Estefanía Cap, Ernesto
Bauer y Pablo Urban abordaron el cuarteto Un
di se bem rammentomi, de Rigoletto
en las bellísimas líneas de canto de un fragmento que alterna el juego de dos
planos y situaciones diferentes, de uno y el otro lado de un imaginario muro.
Carolina Gómez mostró la belleza de su voz en la Canción de la luna, de Rusalka,
de Dvorak, así como Monserrat Maldonado en Casta
Diva, de Norma, de Bellini.
Hubo muchos
momentos así a lo largo de la presentación y no sería posible enumerarlos a
todos.
La orquesta
La función
orquestal fue llevada a cabo por un ensamble de dos violines, viola, cello,
contrabajo; flautas, oboes, cornos, fagotes, y piano.
Que estuviera
formada con músicos tan destacados como Amalia del Giudice (clarinete); Martcho
Mavrov o Soldar Geldymuradov (concertino), así como otros, habla de su nivel.
El piano (Tamara
Benítez) por momentos llevó la línea melódica y en otros reforzó los armónicos
en los bajos orquestales y pocas veces delató su presencia. La orquesta fue
siempre un todo.
En texturas
como la del canto, basta, por ejemplo en Casta
Diva, el solo de flauta que secunda a la voz solista y las maderas que la
acompañan. El repertorio, salvo en el final de Carmen, no requería una acumulación sonora ni un esplendor tímbrico
sino el sonido neto y preciso y así trabajó a lo largo de toda la extensa
presentación. Un ejemplo fue Venez amis,
de El Conde Ory, de Rossini, que
cerró la primera parte: una figura binaria de forte/suave se alterna y crece y
sobre ella se apoyan las voces, en un diseño también sencillo pero muy efectivo
que va, como es típico en el compositor, in
crescendo en la intensidad y la rapidez y se sucede, con precisión
matemática, a lo largo de todo el número. La belleza del fragmento pone en un
segundo plano el virtuosismo que demanda.
Vestuario e Iluminación
Cuidados al
extremo, vestuario e iluminación –lo mismo puede decirse de maquillajes y
peinados-, junto con los movimientos escénicos, en su aparente espontaneidad, meticulosos
al detalle, no sólo construyen una atmósfera sino que son el soporte físico en
los que música y voces encuentran escenario capaz de realzarlas.
La ópera es
una presencia, algo que rompe la realidad cotidiana y marca una diferencia y de
eso se trata.
Una nueva etapa
En el texto
del programa de mano Juventus Lyrica expone su amplio programa de actividades,
tanto en las provincias argentinas que articulan con el sistema como en los
países enlazados con éste.
Con el apoyo
de la Fundación Williams y otras instituciones ha llevado a cabo esta intensa
actividad, otorgando becas para clínicas y talleres de técnica vocal.
“Nunca
bajamos los brazos, porque desde nuestro acotado espacio como organización sin
fines de lucro, sabemos que nosotros también hacemos política cultural,
permitiendo que cada año cientos de chicos tomen contacto con la música clásica
por primera vez y que cientos de cantantes se inicien en la difícil carrera del
canto lírico, convencidos de que el arte es mucho más que entretenimiento”,
señalan.
La que
vivimos fue la fiesta que coronó tales ideas y tal actividad y el mensaje es
que el trabajo y el talento pueden dar frutos aun en tiempos de oscuridad.
Eduardo Balestena
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