Sensacional concierto a cargo de Joonas Ahonen en el ciclo Colón Contemporáneo
CON
RIGOR Y PRECISIÓN NÓRDICA
Martha
CORA ELISEHT
Existen
obras de música contemporánea que se representan muy a menudo, mientras que a
veces, pasa mucho tiempo hasta que se reponen las mismas. Hubo que esperar casi
40 años para que la Sonata Concord del compositor estadounidense Charles
Ives (1874- 1954) se exhumara y despertara tras un letargo sumamente
prolongado, hecho que tuvo lugar dentro del Ciclo “COLÓN CONTEMPORÁNEO” el
pasado viernes 15 del corriente en el escenario principal de nuestro mayor
coliseo con la participación del pianista finlandés Joonas Ahonen, acompañado
por Diana Gasparini (viola) y Patricia Da Dalt (flauta) en un
programa comprendido por las siguientes obras:
-
Suite para piano,
Op.25-. Arnold SCHÖNBERG (1874-1951)
-
“Peter Parker”-
Bernhard GANDER (1969)
-
Sonata
n°2 “Concord”, Massachutets, 1840-60- Charles IVES (1874-1954)
Previamente
al inicio del concierto, una voz en off anunció que el mismo estaría dedicado a
la memoria de Pedro Pablo García Caffi, quien fuera ex Director General del
Colón y bajo cuya gestión se inició el ciclo “COLÓN CONTEMPORÁNEO”. Acto
seguido, el pianista finlandés hizo su presentación sobre el escenario para dar
vida a la mencionada obra de Schönberg. El padre del dodecafonismo vienés compuso
esta obra entre1921 y 1923 y puede decirse que es la primera composición dentro
de este nuevo estilo, caracterizado por no repetir las 12 notas integrantes de
la escala cromática y que se concebía a través de manipulaciones y
transposiciones sobre los diferentes grados de la escala (inversión,
retrogradación, inversión retrógrada). Se caracteriza por ser una suite barroca
compuesta en dicho estilo que se inicia con una introducción (Preludio) y
que finaliza con una giga, dentro de la cual se insertan una gavotte,
miusette, intermezzo y minuetto con su trío correspondiente. Por su
parte, la gavotte contiene la estructura musical de BACH, según
la escala de notas empleada en Alemania (B= Si bemol; A=La; C= Do y H=
Si). Para poder interpretarla, el pianista utilizó una tablet con partitura
electrónica y se caracterizó por ofrecer una magistral interpretación, donde
hizo gala de sus excelentes pulsación y digitación, pero por sobre todas las
cosas, fue sumamente preciso. Esta última característica se manifestó durante
el transcurso del concierto y en todas las obras comprendidas en el mismo.
Y en el caso particular de esta obra, pese a ser dodecafónica, guarda cierto
atisbo de tonalidad porque posee una línea melódica bella y expresiva. Tras
finalizar la misma, se retiró sumamente aplaudido para posteriormente
interpretar la mencionada obra de Bernhard Gander, quien es uno de los
compositores europeos más reconocidos en la actualidad. Efectivamente, la obra
versa sobre el protagonista del comic El Hombre Araña y su
transformación en el consabido héroe de historietas. Para ello, Gander emplea
una serie de endiabladas figuraciones del teclado, que abarcan todo el registro
del piano – de graves a agudos- y que presentan ciertas reminiscencias de
autores de la talla de Prokofiev o Rachmaninov, con una armonía sumamente
complicada, interrumpida de tanto en tanto por una serie de silencios -que
contrastan con trinos y arpegios-. Es como una traducción musical
de los diversos cuadros de una tira de historietas, sumamente bien logrados
mediante los elementos anteriormente mencionados y glissandi, pero la
versión de esta obra se caracterizó por la precisión y la sutileza en su
interpretación, lo que le valió el
aplauso del público.
La
obra de fondo de este concierto fue la Sonata Concord de Charles Ives,
que consta de 4 movimientos: Emerson, Hawthrone, The Alcott y Thoreau.
Cada uno está dedicado a un escritor estadounidense (Ralph Waldo
Emerson, Nathaniel Hawthrone, Bronson y Louisa May Alcott y Henry Thoreau) y es
la segunda sonata del padre del modernismo musical en su país de origen. Compuesta
en 1921, se caracteriza por poseer armonías complejas (dos o más tonalidades
simultáneas, citas de música propia y ajena (himnos religiosos, popular o
marchas), anclaje tonal y acentuaciones irregulares). Por dicho motivo, se la
representa en muy contadas oportunidades (la primera vez, en 1938 en el Club
Americano de Buenos Aires, donde se produjo su estreno a cargo de Margarita Fernández y posteriormente, en 1984
por Susana Kasakoff). Por lo tanto, hace exactamente 38 años que esta obra
maestra se encontraba ausente de los escenarios porteños hasta que se la
rescató de un prolongado olvido. El primer movimiento está dedicado a Ralph Waldo
Emerson y es un Allegro escrito en forma de sonata, con siete temas
principales, unidos entre sí mediante una línea melódica compleja, pero a la
vez, audible. El tema lento posee reminiscencias del blue y otras
melodías típicamente americanas, que fueron ejecutadas con suma precisión en la
parte de trinos y cadencias. Hacia el final del movimiento, un
solo de viola acompaña al piano -en este caso, desde el palco Avant scène de
Platea-, apenas perceptible. En cambio, el 2° movimiento describe la literatura
fantástica de Nathaniel Hawthrone mediante un scherzo, con elementos de ragtime
y síncopa en alternancia con blues y melodías de tinte
impresionista, tocada con tablilla en las notas agudas con la mano derecha. También
se escucha un insert de una melodía beethoveniana con ribetes que
remedan la obra de John Philip Souza, con una monumental interpretación por
parte de Ahonen. El 3° movimiento está dedicado a los escritores Bronson Alcott
y su hija Louise May -autora de Mujercitas- y se caracteriza por
presentar un Adagio sostenuto in crescendo que fue ejecutado de manera
monumental por el pianista finés, con la precisión y la elegancia que lo
caracterizan más una excelente marcación de tempi. Por último, el
movimiento final presenta una línea melódica clásica, de carácter pastoral
-representado por el solo de flauta, con una excelente actuación de Patricia Da
Dalt al respecto-, que recuerda la paz y la plenitud de los bosques -cosa que solía
hacer el escritor Henry Thoreau-. Al finalizar el concierto, el público aplaudió
tenazmente para despedir a los intérpretes.
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