Brillante debut del contratenor
polaco Jakub Jósef Orlinski en el Colón
VOZ
ANGELICAL Y PRESENCIA ESCÉNICA
Martha
CORA ELISEHT
Uno
de los registros vocales que se han recuperado en estos últimos tiempos es el de
contratenor. El surgimiento y auge de estas voces tuvo lugar en la Edad Media y
buena parte del Renacimiento para entonar himnos y cánticos religiosos, ya que
las mujeres no podían cantar en las iglesias por una bula papal (Cum pro
nostri temporali munere) de 1589. Por dicho motivo, muchos hombres
comenzaron a cantar en falsete (falsetistas) hasta que aparecieron los castrati
-se realizaba la ablación de los testículos en los niños de origen pobre
con grandes dotes vocales antes de la pubertad para evitar la secreción de
testosterona, responsable del agravamiento de la voz-, que, con el tiempo, se
convirtieron en grandes estrellas de la ópera. El más famoso fue Castro Boschi,
más conocido como Farinelli (1705-1782), pero también hubo voces trascendentes
como la de Antonio María Bernacchi (1685-1756), Gaetano Majorano (Caffarelli)
(1710-1783) y Francesco Bernardi (Senesino) (1685-1759), quien era
el favorito de Georg Friedrich Händel y tuvo el privilegio de estrenar su ópera
Giulio Cesare en 1724. Por tener la voz de un niño con la potencia de la
de un adulto, llegaron a su apogeo entre 1720 y 1730 y cobraban grandes sumas
de dinero por sus actuaciones. Los cambios en los gustos operísticos y las
costumbres sociales marcaron el fin de los castrati a principios del
siglo XIX hasta que finalmente, se abandonó la práctica de la castración en
Italia en 1861 por ser declarada ilegal tras la unificación del país. Recién
hacia fines del siglo XX aparece nuevamente este tipo de voz en obras
sinfónico- corales (Carmina Burana, de Carl Orff) y más recientemente,
en ópera (AHKNATÉN, de Philip Glass). Hoy en día, los contratenores han
vuelto a estar en vigencia y han surgido voces de gran prestigio como las de Franco
Fagioli, Phillip Jaroussky, Anthony Roth Constanzo y Jakub Jósef Orlinski,
quien hizo su debut en el Teatro Colón dentro del Ciclo “Grandes Intérpretes
Internacionales" el pasado lunes 8 del corriente junto al ensamble
instrumental de música barroca “Il Pomo d’Oro”, dirigido por Maxim
Emelyanychev.
El
conjunto instrumental se especializa en ópera y obras instrumentales del
barroco y clasicismo temprano a nivel internacional e hizo su debut en el Colón
en 2019, acompañando a la mezzosoprano Joyce di Donato. Está integrado por
Zefira Valova (concertino), Lucía Giraudo (segundo violín), Giulio
D’Alessio (viola), Ludovico Minasi (cello), Ismael Camarero Nieto
(contrabajo), Dolores Costoyas (tiorba) y Maxim Emelyanychev (clave,
flauta de pan y dirección). Asimismo, acompañó a Jakub Jósef Orlinski
en sus dos discos: Anima Aeterna y Facce d’amore, en el cual se
basó para brindar gran parte de este recital. El contratenor polaco sorprendió
tanto por la belleza de su voz como por su estilo jovial y desenfadado, sin
solemnidad. Posee un estilo de canto refinado y muy sutil, que le permite
brindar interpretaciones de muy buen gusto. Su legato, fiato y coloratura
son impecables y lo demostró desde la primera de las arias de La Calisto,
de Francesco Cavalli (“Erme e solinge…Lucidissima face”), donde la voz
del pastor Erdemione crea la melodía sobre el bajo continuo, pasando por
“Chi scherza con amor” de Eliogabalo de Boretti y continuando con
otra ópera del mismo autor: Claudio Cesare, donde Orlinski cantó la Sinfonía
y el aria “Crudo amor non hai pietá” haciendo gala de su voz
angelical y de su magistral línea de canto. Seguidamente, interpretó el aria “Infelice
mia costanza” de La Constanza non gradita, De Giovanni Batista
Bononcini, caracterizada por ser un bello lamento del barroco. Por su parte, el
ensamble instrumental ofreció una memorable versión de la Sinfonía de La
Nemica d’amore fatta amante, donde el contrabajo actúa como un segundo
violoncello, mientras que los violines ofrecen un magistral contrapunto que
contrasta con el solo de viola. Al poseer cuerdas de tripa, los instrumentos
permitieron apreciar ese sonido tan característico del barroco. Posteriormente,
Orlinski interpretó “Odio, vendetta, amore” de la ópera Don
Chisciotte in Sierra Morena, de Bartolomeo Conti, donde hizo gala de su
coloratura, al igual que en “Dovrian quest’occhi piangere” de Scipione
il Giovane, de Predieri, donde el enamorado se bate entre la tristeza y el
despecho. El público estalló en aplausos merced a la excelente calidad de los
intérpretes.
La
segunda parte del recital abrió con “Spera ché tra le care gioie” de la
ópera Muzio Scevola de Händel -aria concebida para Senesino-,
donde invita a confiar en el amor y abandonar el odio existente entre etruscos
y romanos. Siguió con la bellísima “Sempre a si vaghi rai” de Orfeo, de
Johann Hasse- escrita especialmente para Farinelli- donde el
protagonista declara su amor a Eurídice. Es un aria llena de fioriture,
que el contratenor supo encarar con una interpretación exquisita, llena de
sutilezas y buen gusto. Al finalizar la misma, el Colón estalló en una ovación
de aplausos para dar paso nuevamente al conjunto instrumental, donde Maxim
Emelyanychev se destacó como intérprete de flauta de pan, clave y director para
ofrecer una notable versión del Ballo de Bagliatelieri – sucesión de
danzas de la época como la volta, giga, sarabanda, minuetto, bourrée y
algunas otras- de Nicola Matteis, que se empleó como un insert dentro de
Don Chisciotte in Sierra Morena. Tras otra ovación de aplausos, Orlinski
volvió a tomar el control con otra aria de Scipione il Giovane: “Finche
salvo e l’amor suo”, donde el protagonista confronta situaciones opuestas (tempestad-
calma; tormento- paz) y en este caso, volvió a brindar otra soberbia
interpretación para cerrar con el aria más difícil -y la más hermosa de todo el
recital, según opinión personal- de Nerone, de Orlandini: “Che m’ami
ti prega” (con arreglo de Johann Mattheson), donde el emperador romano
demanda el amor de Poppea. El intérprete debe poseer un perfecto dominio
de la coloratura, fioriture y de la técnica por la gran cantidad de
escalas ascendentes y descendentes que posee. No ha sido obstáculo para
Orlinski, quien la ejecutó de manera superlativa. Por dicho motivo, el Colón
estalló nuevamente en aplausos. La calidad de sus interpretaciones fue tal, que
motivó a ejecutar tres bises, para cerrar con el clásico “Vedró con
mio diletto” de Vivaldi. Un auténtico “caballito de batalla” del
contratenor, con el cual debutó en el mundo entero y con el que finalizó el
presente recital.
En
estas últimas dos semanas hubo grandes eventos: los recitales de Nadine Sierra
y Javier Camarena, la excelente versión de EL ELIXIR DE AMOR a cargo de
estos notables intérpretes junto a Ambroggio Maestri, el debut de Simon
Trpčeski dentro del Ciclo de Abono de la Filarmónica, el inicio del Festival
Argerich y como si esto fuera poco, el recital de Jakub Jósef Orlinski.
Independientemente de esta constelación de estrellas, se produjo algo que
faltaba desde hace mucho tiempo: el rugido del Colón. Esa mágica conjunción
entre artistas y público, premiada con una ovación de aplausos y vítores ante
la excelencia. Una vez más, el rugido del Colón se volvió a sentir a los pies
de este maravilloso artista, quien conquistó al público con su voz angelical y
estilo informal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario