viernes, 12 de agosto de 2022

 

Brillante debut del contratenor polaco Jakub Jósef Orlinski en el Colón

 

VOZ ANGELICAL Y PRESENCIA ESCÉNICA

Martha CORA ELISEHT

 

            Uno de los registros vocales que se han recuperado en estos últimos tiempos es el de contratenor. El surgimiento y auge de estas voces tuvo lugar en la Edad Media y buena parte del Renacimiento para entonar himnos y cánticos religiosos, ya que las mujeres no podían cantar en las iglesias por una bula papal (Cum pro nostri temporali munere) de 1589. Por dicho motivo, muchos hombres comenzaron a cantar en falsete (falsetistas) hasta que aparecieron los castrati -se realizaba la ablación de los testículos en los niños de origen pobre con grandes dotes vocales antes de la pubertad para evitar la secreción de testosterona, responsable del agravamiento de la voz-, que, con el tiempo, se convirtieron en grandes estrellas de la ópera. El más famoso fue Castro Boschi, más conocido como Farinelli (1705-1782), pero también hubo voces trascendentes como la de Antonio María Bernacchi (1685-1756), Gaetano Majorano (Caffarelli) (1710-1783) y Francesco Bernardi (Senesino) (1685-1759), quien era el favorito de Georg Friedrich Händel y tuvo el privilegio de estrenar su ópera Giulio Cesare en 1724. Por tener la voz de un niño con la potencia de la de un adulto, llegaron a su apogeo entre 1720 y 1730 y cobraban grandes sumas de dinero por sus actuaciones. Los cambios en los gustos operísticos y las costumbres sociales marcaron el fin de los castrati a principios del siglo XIX hasta que finalmente, se abandonó la práctica de la castración en Italia en 1861 por ser declarada ilegal tras la unificación del país. Recién hacia fines del siglo XX aparece nuevamente este tipo de voz en obras sinfónico- corales (Carmina Burana, de Carl Orff) y más recientemente, en ópera (AHKNATÉN, de Philip Glass). Hoy en día, los contratenores han vuelto a estar en vigencia y han surgido voces de gran prestigio como las de Franco Fagioli, Phillip Jaroussky, Anthony Roth Constanzo y Jakub Jósef Orlinski, quien hizo su debut en el Teatro Colón dentro del Ciclo “Grandes Intérpretes Internacionales" el pasado lunes 8 del corriente junto al ensamble instrumental de música barroca “Il Pomo d’Oro”, dirigido por Maxim Emelyanychev.

            El conjunto instrumental se especializa en ópera y obras instrumentales del barroco y clasicismo temprano a nivel internacional e hizo su debut en el Colón en 2019, acompañando a la mezzosoprano Joyce di Donato. Está integrado por Zefira Valova (concertino), Lucía Giraudo (segundo violín), Giulio D’Alessio (viola), Ludovico Minasi (cello), Ismael Camarero Nieto (contrabajo), Dolores Costoyas (tiorba) y Maxim Emelyanychev (clave, flauta de pan y dirección). Asimismo, acompañó a Jakub Jósef Orlinski en sus dos discos: Anima Aeterna y Facce d’amore, en el cual se basó para brindar gran parte de este recital. El contratenor polaco sorprendió tanto por la belleza de su voz como por su estilo jovial y desenfadado, sin solemnidad. Posee un estilo de canto refinado y muy sutil, que le permite brindar interpretaciones de muy buen gusto. Su legato, fiato y coloratura son impecables y lo demostró desde la primera de las arias de La Calisto, de Francesco Cavalli (“Erme e solinge…Lucidissima face”), donde la voz del pastor Erdemione crea la melodía sobre el bajo continuo, pasando por “Chi scherza con amor” de Eliogabalo de Boretti y continuando con otra ópera del mismo autor: Claudio Cesare, donde Orlinski cantó la Sinfonía y el aria “Crudo amor non hai pietá” haciendo gala de su voz angelical y de su magistral línea de canto. Seguidamente, interpretó el aria “Infelice mia costanza” de La Constanza non gradita, De Giovanni Batista Bononcini, caracterizada por ser un bello lamento del barroco. Por su parte, el ensamble instrumental ofreció una memorable versión de la Sinfonía de La Nemica d’amore fatta amante, donde el contrabajo actúa como un segundo violoncello, mientras que los violines ofrecen un magistral contrapunto que contrasta con el solo de viola. Al poseer cuerdas de tripa, los instrumentos permitieron apreciar ese sonido tan característico del barroco. Posteriormente, Orlinski interpretó “Odio, vendetta, amore” de la ópera Don Chisciotte in Sierra Morena, de Bartolomeo Conti, donde hizo gala de su coloratura, al igual que en “Dovrian quest’occhi piangere” de Scipione il Giovane, de Predieri, donde el enamorado se bate entre la tristeza y el despecho. El público estalló en aplausos merced a la excelente calidad de los intérpretes.

            La segunda parte del recital abrió con “Spera ché tra le care gioie” de la ópera Muzio Scevola de Händel -aria concebida para Senesino-, donde invita a confiar en el amor y abandonar el odio existente entre etruscos y romanos. Siguió con la bellísima “Sempre a si vaghi rai” de Orfeo, de Johann Hasse- escrita especialmente para Farinelli- donde el protagonista declara su amor a Eurídice. Es un aria llena de fioriture, que el contratenor supo encarar con una interpretación exquisita, llena de sutilezas y buen gusto. Al finalizar la misma, el Colón estalló en una ovación de aplausos para dar paso nuevamente al conjunto instrumental, donde Maxim Emelyanychev se destacó como intérprete de flauta de pan, clave y director para ofrecer una notable versión del Ballo de Bagliatelieri – sucesión de danzas de la época como la volta, giga, sarabanda, minuetto, bourrée y algunas otras- de Nicola Matteis, que se empleó como un insert dentro de Don Chisciotte in Sierra Morena. Tras otra ovación de aplausos, Orlinski volvió a tomar el control con otra aria de Scipione il Giovane: “Finche salvo e l’amor suo”, donde el protagonista confronta situaciones opuestas (tempestad- calma; tormento- paz) y en este caso, volvió a brindar otra soberbia interpretación para cerrar con el aria más difícil -y la más hermosa de todo el recital, según opinión personal- de Nerone, de Orlandini: “Che m’ami ti prega” (con arreglo de Johann Mattheson), donde el emperador romano demanda el amor de Poppea. El intérprete debe poseer un perfecto dominio de la coloratura, fioriture y de la técnica por la gran cantidad de escalas ascendentes y descendentes que posee. No ha sido obstáculo para Orlinski, quien la ejecutó de manera superlativa. Por dicho motivo, el Colón estalló nuevamente en aplausos. La calidad de sus interpretaciones fue tal, que motivó a ejecutar tres bises, para cerrar con el clásico “Vedró con mio diletto” de Vivaldi. Un auténtico “caballito de batalla” del contratenor, con el cual debutó en el mundo entero y con el que finalizó el presente recital.

            En estas últimas dos semanas hubo grandes eventos: los recitales de Nadine Sierra y Javier Camarena, la excelente versión de EL ELIXIR DE AMOR a cargo de estos notables intérpretes junto a Ambroggio Maestri, el debut de Simon Trpčeski dentro del Ciclo de Abono de la Filarmónica, el inicio del Festival Argerich y como si esto fuera poco, el recital de Jakub Jósef Orlinski. Independientemente de esta constelación de estrellas, se produjo algo que faltaba desde hace mucho tiempo: el rugido del Colón. Esa mágica conjunción entre artistas y público, premiada con una ovación de aplausos y vítores ante la excelencia. Una vez más, el rugido del Colón se volvió a sentir a los pies de este maravilloso artista, quien conquistó al público con su voz angelical y estilo informal.        

No hay comentarios:

Publicar un comentario