Muy buen concierto de apertura del
ciclo de sinfonías de Scriabin en el CCK
HERMANADOS
A TRAVÉS DE LA MÚSICA
Martha
CORA ELISEHT
Parece
mentira que dos pueblos con una cultura ancestral y milenaria como Rusia y
Ucrania sean protagonistas de una guerra absurda (como todas las guerras, según
opinión de quien escribe) que parece no tener fin en estos tiempos que corren.
Independientemente de compartir una historia y tradiciones en común, han
brindado a la humanidad una riquísima producción en materia musical. Precisamente,
cuasi en las antípodas desde el punto de vista geográfico, la Orquesta Estable
del Teatro Argentino de La Plata/ Centro Provincial de las Artes ofreció el
pasado jueves 11 del corriente un concierto con obras de compositores rusos y
ucranianos en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural
Kirchner (CCK) en forma conjunta con el Coro Estable de dicho teatro y la
participación de los siguientes solistas: Guadalupe Barrientos (mezzosoprano)
y Santiago Bürgi (tenor). La dirección orquestal estuvo a cargo de
Andrés Dos Santos y la del coro, de Hernán Sánchez Arteaga, en un programa
compuesto por las siguientes obras:
-
Obertura de “TARAS
BULBA”- Mykola LYSENKO (1842-1912)
-
Danzas Polovtsianas de
“EL PRÍNCIPE IGOR”- Aleksandr BORODIN
(1833-1887)
-
Sinfonía n°1 en Mi
mayor, Op.26- Alexander SCRIABIN (1872 -1915)
Con
motivo de cumplirse el 150° aniversario del nacimiento de Scriabin, la Orquesta
Estable del Teatro Argentino de la Plata ha decidido brindar un ciclo de la
obra sinfónica completa de este gran compositor ruso, que se interpreta en
forma esporádica en la Argentina. Que una recuerde, sería la primera vez que se
ofrece un Ciclo Scriabin en el país, ya que sus cinco sinfonías se presentaron
en alguna oportunidad en los programas de conciertos (la Sinfonía n°2 fue
interpretada por la Filarmónica en 2017 y el Poema del Éxtasis (Sinfonía
n°4) en 2018, bajo la magistral dirección de Alejo Pérez). La idea es
brindar una sinfonía por mes dentro de los meses siguientes; por lo tanto, este
ciclo culminaría en Diciembre.
Ante
la consabida ausencia de programas de mano, Andrés Dos Santos se dirigió al
público para explicar las obras comprendidas en el programa y brindar una breve
reseña sobre los compositores. Mykola Lysenko es el gran representante del
nacionalismo musical ucraniano. Alumno de Reinecke, Wenzel y Richter en el
Conservatorio de Leipzig, comenzó su carrera musical recopilando canciones
folklóricas de su tierra natal y la música incidental del poema nacional KOBZAR,
de Schevchenko. Posteriormente, estudió composición con Rimsky- Korsakov en
San Petersburgo entre 1874 y 1876 y se desempeñó como pianista y director de
orquesta. De regreso en Kiev, trabajó junto con su primo -Mikhail Starystky-
para transformarse en los fundadores del teatro musical ucraniano. Compuso
varias óperas, de las cuales, TARAS BULBA es la más conocida y data de
1880, con libreto de Starytsky sobre la obra homónima de Nikolai Gogol. La composición
de esta obra duró 10 años y su obertura se inicia con una fanfarria a
cargo de los bronces, seguida por la percusión y las cuerdas. Su línea melódica
data del período romántico tardío y la versión ofrecida por la agrupación
sinfónica fue muy buena desde principio hasta el final, con una excelente
marcación y precisión por parte de Dos Santos. Se escuchó una orquesta muy bien
afinada y afiatada, con un sonido puro y compacto.
La
velada continuó con una monumental versión de las celebérrimas Danzas
Polovtsianas de EL PRÍNCIPE IGOR, de Borodin. Debido a la muerte del
compositor en 1887, la ópera quedó inconclusa y fue terminada y orquestada por
Nikolai Rimsky- Korsakov y Alexander Glazunov. Las danzas representan el
fragmento más conocido de la ópera y suceden en el 2° Acto, cuando se celebra
un banquete preparado por el Khan Kontchak -gobernador de los polovtsianos-
y se inicia con un Andantino en 4/4 en La mayor, para seguir
con el coro femenino en la Danza deslizante de las doncellas rusas, donde
las muchachas evocan el recuerdo de su tierra natal tras haber caído prisioneras
y reducidas a la esclavitud a manos de las huestes de Kontchak. Al Andantino
de las doncellas le sigue un poderoso Allegro vivo en 4/4 en Fa
mayor, en alabanza al Khan a cargo de los hombres, que prosigue con un Allegro
en Re mayor en ¾ (Danza general), donde el redoblante, la percusión,
las maderas y las cuerdas se ensamblan en un poderoso tutti frenético
para desembocar en la Danza de los jóvenes y de los hombres (Presto en
Re menor, 6/8). Luego, se alternan las voces en forma entrelazada entre la Danza
deslizante de las doncellas y la de los hombres (Moderato alla breve, 2/2)
para recapitular con la repetición de la Danza de los jóvenes y de
los hombres hasta culminar con el impactante Allegro con spirito final
en 4/4 en La mayor, donde la orquesta y el coro deben sonar de manera unánime,
potente y equilibrada a la vez. Precisamente, Dos Santos ofreció una de las
mejores versiones de esta famosísima página que esta cronista recuerde respetando
lo manifestado en el párrafo anterior. Por su parte, el Coro del Teatro
Argentino de La Plata estuvo muy bien preparado, con entradas muy precisas,
respetando el canon a 4 voces en las danzas de las doncellas y de
los jóvenes y los hombres. El público estalló en aplausos una vez
finalizada la obra.
Tras
una breve pausa, tanto músicos como coreutas tomaron sus puestos para
interpretar la Sinfonía n°1 en Mi mayor de Scriabin. Denominada también
por su autor “Gloria al Arte” posee 6 movimientos (Lento/ Allegro
dramático/ Lento/ Vivace/ Allegro/ Andante), que narran las diferentes
emociones de la vida de un artista (inspiración, amor, frustración, pasión,
tormento, sufrimiento, gloria). Fue compuesta entre 1899 y 1900 y es la única
de todas sus sinfonías que lleva coro y solistas. El 1° movimiento (Lento) comienza con un Andante
ondulante en Mi mayor en cuerdas, que debe sonar imperceptible para luego,
ir in crescendo hasta el acorde -a cargo del arpa y del corno- que da
comienzo al tema principal mediante un solo de clarinete -con claras
reminiscencias del Amanecer y despertar de Siegfried y Brünhilde de EL
OCASO DE LOS DIOSES, de Wagner- que luego, es tomado por las cuerdas para
dar paso a un segundo tema -que se repite en el Andante final,
típicamente ruso, introducido por la flauta-. Lamentablemente, hubo un desliz en
el solo de corno inicial y el Andante ondulante sonó algo más fuerte de
lo debido, pero que fue rápidamente subsanado merced a la profesionalidad de
los músicos. Muy bien el solo de violín en el 2° tema del 1° movimiento -a
cargo del concertino Nicolás Favero-, al igual que el desempeño de las
maderas, las cuerdas y los solistas de las principales secciones de
instrumentos. Los ronces y la percusión se lucieron en el 2° movimiento (Allegro
drammatico) y en el cantábile del 3° movimiento, mientras que las
cuerdas, el xilofón y las trompetas hicieron lo suyo en el 4° y 5° movimientos
para llegar al Andante final, donde la envolvente voz de Guadalupe
Barrientos abrió el juego (“Oh, imagen maravillosa del divino/ pura armonía
del Arte!”) seguida por Santiago Bürgi, quien retornó al país después de
haber vivido mucho tiempo en Europa y brindó una muy buena actuación. Su voz
sonó melódica y potente en su aria y en el canon junto a la
mezzosoprano. Y una vez más, el Coro volvió a brillar en el imponente canon a
4 voces, luego de la actuación de los solistas (sopranos/ contraltos/
tenores/ bajos), mientras la orquesta suena de manera triunfante y marcial
hasta llegar a la capitulación final. Un muy buen trabajo en conjunto entre
orquesta, solistas y coro para un final a todo trapo.
Es
una pena que no haya programas de mano para conocer un poco mejor a los
intérpretes, porque hubo solistas instrumentales de excelente nivel cuyos
nombres quedan en el anonimato en la mayoría de los casos. De todas maneras, una
está agradecida que algún funcionario de Cultura haya tomado la iniciativa de
brindar la obra sinfónica de Scriabin en forma integral y de hacer innovación
en el repertorio. Esto también permitió ahondar en la biografía de Lysenko -un
compositor desconocido en nuestro medio- y poder apreciar su obra. En medio de
tanto chauvinismo como consecuencia de la guerra ruso- ucraniana, también ha
sido genial poder demostrar cómo los pueblos que poseen una rivalidad ancestral
pueden estar hermanados mediante la música.
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