L'
elisir d'amore: una magnífica versión
Y el Colón volvió a rugir
Teatro Colón
Jueves 3 de agosto de 2022
Escribe:
Graciela Morgenstern
Fotos: Arnaldo
Colombaroli
“L’Elisir d’amore”, de
Gaetano Donizetti
Libreto: Felice
Romani
Elenco:
Nadine Sierra, Javier Camarena, Ambrogio Maestri, Alfredo Daza y Florencia
Machado.
Coro y Orquesta Estables del
Teatro Colón
Escenografía:
Enrique Bordolini
Vestuario: Renate
Schussheim
Iluminación: José
Luis Fiorruccio
Régie:
Emilio Sagi
Diector del Coro:
Miguel Martínez
Dierctor Musical:
Evelino Pidò
El Teatro Colón ofreció una inspirada versión de
"L'elisir d'amore". La base
para que el evento fuera tan destacado fue la presencia de un elenco homogéneo
de excelentes cantantes y un director de orquesta destacado, como en aquellas
grandes épocas de nuestro Teatro
. El estreno de la obra en Milán, en 1832, le valió a Donizetti su reputación como uno
de los compositores de mayor preeminencia en el repertorio italiano, tanto en
el género buffo como en el dramático.
En esta oportunidad, el Teatro Colón no escatimó
esfuerzos para realizar una presentación de gran jerarquía artística.
La régie de Emilio Sagi que ubica la escena
en Estados Unidos, en la década de los años 50, fue colorida, vivaz y con buena
marcación escénica. No obstante, presentó algunos aspectos ridículos y nada
originales. Por ejemplo, la presencia de jugadores de basquet antes del
comienzo de la obra, tal vez tomado de la serie para televisión "High School Musical"? Durante
el transcurso de este "jueguito" que nada tiene que ver con la
naturaleza de la obra, una pelota cayó en el foso de la orquesta. O la entrada
de Dulcamara en un auto, que ya se vio, hace unos cuantos años, en la versión
con Roberto Alagna y Angela Gheorghiu. Lo que sí fue original pero no de buen
gusto, fue la entrada de los novios en el último acto, transportados en
carritos de supermercado o el uso de un sillón para computadora en el dúo entre
Adina y Dulcamara. Existían en los años 50? En tanto, la escenografía de
Enrique Bordolini y el vestuario de Renata Schussheim resultaron de bella
factura, lo mismo que la muy adecuada iluminación de José Luis Fiorruccio
Pero sin duda, lo más atractivo fue la
excelencia de las actuaciones en el plano musical. Javier Camarena como
Nemorino cantó con convicción y entrega. Con elegante fraseo y muy buen manejo
del fiato. Su voz contó con
todos los matices necesarios para dejar al descubierto los sentimientos del
personaje. También exhibió desenvoltura escénica, contribuyendo al buen sentido
del humor de la obra en general. El público lo ovacionó al concluir su aria "Una furtiva lagrima",
que repitió, cantando la versión original que Donizetti compuso antes de
componer la ópera completa.
Lo mismo ocurrió con la vibrante Adina de Nadine
Sierra. Su voz fresca sonó segura en
la zona aguda y en todos los pasajes que exigen agilidad vocal. También fue
solvente en la faz actoral, presentando una campesina caprichosa que, cumpliendo con todas las facetas de este
complejo personaje, pasa del interés a la indiferencia, del despecho al
arrepentimiento, el enojo, y finalmente, al amor.
Inmejorable resultó el Dulcamara de Ambrogio
Maestri, cantado y actuado de acuerdo a la tradición de los grandes barítonos
buffos italianos. Una voz de importante sonoridad, clara dicción y articulación,
se aliaron a una comicidad que pareciera le es innata para hacer un retrato
perfecto de este charlatán que vende brebajes supuestamente milagrosos.
El barítono Alfredo Daza, si bien con un
vibrato molesto, mostró prestancia escénica, aunque por momentos un tanto
sobreactuado, como el narcisista Belcore.
La Giannetta de Florencia Machado completó el
cuadro, con gracia y estilo.
El Coro Estable exhibió solvencia vocal y buen
rendimiento, bajo la dirección de Miguel Martínez
La Orquesta Estable y su director Evelino
Pidó, también hicieron su contribución. Pidó abrió todos los cortes que
normalmente sufre la obra y dio a esta versión completa, el brillo que
requiere, sin por eso disminuir el lirismo general de la partitura, con precisión
hasta en el más mínimo detalle.
Durante los saludos finales, el antológico
rugido del Colón no se hizo esperar.
CALIFICACION:
EXCELENTE
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