sábado, 22 de abril de 2023

 

Gran concierto de Baldur Brönnimann al frente de la Filarmónica en el Colón

 

¡QUÉ LUJO DE PROGRAMA!

Martha CORA ELISEHT

 

            Hay obras que no se escuchan habitualmente, ni todas las semanas se produce el estreno de una obra dentro de una temporada de conciertos. Precisamente, dentro del ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires tuvo lugar el pasado viernes 21 del corriente en el Teatro Colón nada más ni nada menos que el estreno argentino de Il Canto sospeso de Luigi Nono, donde participaron el Coral Orfeón de Buenos Aires y los siguientes cantantes: Daniela Tabernig (soprano), María Luisa Merino Ronda (mezzosoprano) y Ricardo González Dorrego (tenor). La dirección orquestal estuvo a cargo de Baldur Brönnimann y la coral, por parte de Néstor Andrenacci y Pablo Piccini respectivamente.

            El programa estuvo compuesto por las siguientes obras:

-          Il Canto Sospeso- Luigi NONO (1924- 1990) (estreno argentino)

-          Sinfonía n°5 en Do menor, Op.67- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

Si bien en el programa de mano el orden de las obras era el inverso descripto en esta nota, se anunció previamente a la entrada del concertino Pablo Saraví. Una vez que tanto músicos como coreutas se ubicaron en sus respectivos lugares, el director de orquesta y los cantantes tomaron sus puestos para dar comienzo al concierto con el estreno local de la mencionada obra de este gran compositor italiano. Es una cantata compuesta en 1959, que está basada en un documento histórico: las Lettere di condannati a morte della Resistenza europea (Cartas de los condenados a muerte de la Resistencia europea), escritas entre 1943 y 1945 por miembros de la resistencia de diferentes países invadidos por los nazis y publicadas en 1952. En épocas donde la negación y la carencia de la historia reciente eran habituales, Luigi Nono la escribe en señal de protesta (Presenza storica nella música d’oggi/ Presencia histórica en la música de hoy). Consta de 9 secciones (Orquesta/ Coro a capella/ soprano, mezzosoprano y tenor solistas con orquesta/ Orquesta/ Tenor solista y orquesta/ Coro y orquesta/ Soprano solista, coro femenino y orquesta/ Orquesta/ coro y timbales), donde el compositor narra mediante una poderosa orquestación los horrores de la guerra, las penurias de los condenados a muerte -por lo general, muy jóvenes- y su sufrimiento antes de ser ejecutados. Para ello, se vale de un orgánico que incluye cuerdas, dos arpas, maderas por 4, metales por 6, 3 trombones bajos (de los cuales, uno actúa como una tuba), abundante percusión y doble juego de timbales. Pese a que existen numerosas disonancias que crean ese clima de misterio y desesperación, la obra posee una línea melódica armónica desde el ostinato inicial a cargo de la orquesta. El director suizo se destacó por su ímpetu y una excelente marcación, mientras que el coro a capella, por estar muy bien preparado, logrando un sonido muy compacto y preciso. El trío conformado por Daniela Tabernig, Ricardo González Dorrego y María Luisa Merino Ronda también tuvo una excelente actuación -sobre todo, en el número donde se unen las tres voces-. Hacia el final- donde interviene el coro junto a los timbales-, se logró un sonido muy equilibrado y preciso. Una obra sumamente interesante en calidad de estreno local, donde el esfuerzo se vio coronado por numerosos aplausos.

Si bien la Sinfonía n°9 (“Coral”) es la obra más impactante que Beethoven haya compuesto, su Sinfonía n°5 en Do menor, Op.67 es -quizás- la más popular y conocida. Goza de una excelente aceptación por parte de todo tipo de público y ha servido como fuente de inspiración para diversos compositores de la talla de Johannes Brahms, Piotr I. Tchaikovsky y Carl Nielsen -entre otros- y cuya popularidad perdura hasta el presente. ¿Quién no conoce el famoso “ta- ta- ta- taaa” del inicio?... Beethoven la compuso entre 1804 y 1808, cuando tenía 40 años y estaba sumamente angustiado por el aumento de su sordera. Su estreno tuvo lugar en el Theater An der Wien en Diciembre de 1808, dentro de un extenso concierto compuesto exclusivamente por obras de su autoría y con el compositor al podio. Sin embargo, la obra no tuvo gran aceptación por falta de ensayo, errores cometidos por algunos de los músicos y un público muy cansado por la larga duración. Posteriormente en 1810, el escritor E.T.A. Hoffmann escribió una crítica donde elogiaba esta obra hasta llevarla a la apoteosis. Según palabras del mismo Hoffmann: “¿Puede haber otra obra de Beethoven que confirme todo esto en mayor grado que su indescriptiblemente profunda y magnífica sinfonía en Do menor?... En un clímax que sube sin cesar, esta maravillosa composición lleva al oyente imperiosamente para entrar en el mundo de los espíritus infinitos”. Una perfecta definición de esta celebérrima pieza, que no sólo forma parte de los tradicionales programas de conciertos, sino que ha formado parte de los conciertos inaugurales de orquestas tan importantes como la Filarmónica de New York, la Sinfónica Nacional del Perú y la National Symphony Orchestra de Estados Unidos. En la presente versión, Baldur Brönnimann impuso una marcación perfecta para sacar lo mejor de la Filarmónica: un sonido netamente europeo, apasionado y vibrante, con el tradicional crescendo del genio de Bonn en los 4 movimientos que integran la obra (Allegro con brío/ Andante con moto/ Scherzo- Allegro/ Allegro). Hacía rato que una no escuchaba una versión tan perfecta de esta tradicional sinfonía por parte de la Filarmónica, que permitió el lucimiento del conjunto en general y de todos los solistas de los diferentes grupos de instrumentos en particular, que tuvieron una destacadísima actuación. El resultado fue una total ovación de aplausos y vítores al final del concierto.

Sin lugar a duda, éste ha sido uno de los mejores conciertos de la Filarmónica en lo que va del año. La elección del repertorio y la interpretación de ambas obras fue un auténtico lujo y una se enorgullece de haber sido testigo presencial del hecho.

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