Muy buena presentación de la
Orquesta Sinfónica Municipal de San Martín en el CCK
NUNCA
SE VIO TAN LLENO AL AUDITORIO
Martha
CORA ELISEHT
El
título de una de las canciones suecas más conocidas (Så skimrande var aldrig
havet- Nunca se vio tan bello al océano), compuesta e inmortalizada por ese
inagotable bohemio que fue Ebert Taube da el pie para ilustrar lo acontecido el
pasado domingo 2 del corriente en el Auditorio Nacional del Centro Cultural
Kirchner (CCK), donde tuvo lugar un concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica
Municipal de Gral. San Martín (Provincia de Buenos Aires) bajo la dirección de
Javier Mas y la presencia de Antonio Formaro como solista invitado para
ejecutar el siguiente programa:
-
Obertura de “El Rapto
en el Serallo” K.384- Wolfgang A. MOZART
(1756-1791)
-
“Impresión nocturna”-
Andrés GAOS BEREA (1874-1959)
-
“Los Incas”-
Alfredo SCHIUMA (1885-1963)
-
Concierto n°1 en Si
bemol menor para piano y orquesta, Op.23- Piotr
I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)
La
mencionada agrupación sinfónica fue creada en 1965 y constituye una de las
orquestas más renombradas del conurbano bonaerense. Se ha presentado en
numerosas salas en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, al igual que en el
interior del país, donde hizo presentaciones en Corrientes, Bariloche y Salta.
No sólo ha grabado tres discos de larga duración, sino que, además, participó
en el film Hombre mirando al sudeste de Eliseo Subiela interpretando la
9° Sinfonía de Beethoven. En esta ocasión, Javier Mas hizo su presentación
sobre el escenario para dar una breve reseña sobre las obras. La consabida
ausencia de programas de mano se ha convertido en algo habitual en el CCK y,
por dicho motivo, no queda otra que brindar un micrófono para que los músicos o
directores de orquesta puedan ilustrar al público sobre las obras comprendidas
en el programa.
Mozart
compuso El rapto en el serallo en 1782 como singspiel (ópera con
diálogo hablado, sin recitativos) y se estrenó en Viena durante ese mismo año,
transformándose en un éxito rotundo. Su obertura es colorida y breve, donde se
introducen dos temas: uno, de carácter oriental -representado por bombo,
platillos, triángulo y flautín, que emulan los instrumentos usados por las
bandas de jenízaros turcos- y, otro, más occidental. La orquesta ofreció
una muy buena versión, pero una percibió cierto exceso en la percusión.
Probablemente, el hecho que los instrumentos de percusión se ubican al fondo
del escenario -donde se empleó mármol para decorar en lugar de madera- origina
cierta reverberación del sonido que se percibe como amplificado. Seguidamente,
Javier Mas volvió a dirigirse al público para comentar la obra de Gaos Berea
-compositor y violinista nacido en Galicia, discípulo de Eugène Ysaÿe y
radicado en la Argentina desde 1895 hasta su muerte-. Escrita para orquesta de
cuerdas, se estrenó en París en 1937 y es un nocturno de exquisita
musicalidad que va paulatinamente in crescendo y alterna con numerosos pianissimi,
que deben ser ejecutados con precisión y sutileza. Posee numerosos ribetes
impresionistas y cierto tinte romántico wagneriano, con un muy buen efecto de
profundidad a cargo de las violas, cellos y contrabajos en contrapunto con los
violines. La dirección de Javier Mas fue estupenda y fue un auténtico placer
poder descubrir a Impresión Nocturna y gozar una versión de gran
calidad.
A
continuación, la orquesta se presentó con un orgánico prácticamente completo
para interpretar los tres números finales del poema sinfónico Los Incas
(Himno al Sol, Kachampa y Final). Se lo conoce también como Cortejo del
Inca y es uno de los dos poemas sinfónicos de la producción del compositor
ítalo- argentino, quien se desempeñó durante muchos años como secretario de
Cultura de la Intendencia de Gral. San Martín, motivo por el cual el
Conservatorio de Música de esta localidad del Gran Buenos Aires lleva su nombre.
Se inicia con una melodía en tono grave por parte de los contrabajos, timbales
y fagot que continúa con un trémolo en cuerdas graves, va in
crescendo hasta llegar al tutti orquestal. Posee ciertas
reminiscencias de Atipac, el valiente guerrero de Pascual de Rogatis, de
OLLANTAY de Constantino Gaito y El Cóndor pasa. El fagot solista
junto con los contrabajos y un pizzicato en cellos da la introducción de
Kachampa en ritmo de carnavalito y huayno, apoyado por las cajas y el
xilofón. Los solistas instrumentales tuvieron muy destacadas actuaciones y se
lucieron; sobre todo, los metales y el timbal en el crescendo final.
Otra obra rescatada de un letargo prolongado, que fue muy bien recibida por el
público mediante un aplauso largo y sostenido.
El
celebérrimo Concierto n°1 en Si bemol menor para piano y orquesta, Op.23 de
Tchaikovsky constituye el paradigma del concierto romántico para piano y
orquesta. Compuesto en Moscú entre 1874 y 1875, fue originalmente dedicado a Nikolai
Rubinstein, quien fuera su profesor en el conservatorio de Moscú. Sin embargo,
cuando Rubinstein lo ejecutó, manifestó su desagrado. Profundamente
decepcionado por la actitud de su profesor, Tchaikovsky decidió cambiar la
dedicatoria a Hans von Bülow, quien lo estrenó en Boston en Octubre de 1875,
gozando de un éxito rotundo que predomina hasta la actualidad. Sus tres
movimientos (Allegro non troppo e molto maestoso (en Re bemol mayor)- Allegro
con spirito (en Si bemol menor) / Andantino semplice- Prestissimo (Re
bemol mayor) / Allegro con fuoco (Si bemol mayor)) representan un
auténtico desafío para el solista, ya que las cadencias, arpegios y pasajes
son de extrema dificultad técnica. Por ser una obra tan famosa
universalmente, cualquier falla se aprecia enseguida. En la presente versión,
Antonio Formaro salió airoso de tamaño desafío merced a su prodigiosa
interpretación -pese a que hubo algunas imperfecciones al inicio-. No sólo lo
ejecutó de memoria, sino que, además, demostró su maestría al encarar el
concierto con gran precisión. La orquesta supo acompañarlo debidamente y se
logró una magnífica versión de tan célebre obra, con un sonido característico
de una orquesta europea. Como no podía
ser de otra manera, el público estalló en aplausos y vítores al final del
concierto.
Parece
que el 2023 es un año muy propicio para las orquestas del Gran Buenos Aires, ya
que una amplia mayoría se han presentado en los principales escenarios
porteños. Sin embargo, esta es la primera vez donde se habilitaron las tres
bandejas del Auditorio Nacional en un concierto con entrada libre y gratuita.
Con excepción de conciertos organizados por intérpretes de altísimo nivel con
entradas pagas y localidades agotadas, nunca se vio al Auditorio Nacional tan
lleno de gente. La jerarquía de los intérpretes lo mereció totalmente.
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