Fotografía: Prensa Teatro Colón/Arnaldo Colombaroli
Sublime actuación de Martha Argerich y Nelson Goerner en el Colón
LA EXCELENCIA, POR PARTIDA DOBLE
Martha CORA ELISEHT
Tras el brillante concierto de cámara que marcó la apertura del Festival Argerich
2023 en el Teatro Colón, el pasado miércoles 19 del corriente tuvo lugar el segundo
concierto del Festival, donde los dos máximos exponentes argentinos del piano a nivel
mundial - Martha Argerich y Nelson Goerner- se presentaron sobre el escenario del
Colón para ofrecer un recital, cuyo programa se detalla a continuación:
- En blanc et noir para dos pianos, CD 142- Claude DEBUSSY (1862- 1918)
- Sonata para dos pianos en Re mayor, K.448- Wolfgang A. MOZART (1756-
1791)
- Danzas sinfónicas para dos pianos, Op.45b- Sergei RACHMANINOV (1873-
1943)
Sería una redundancia hablar sobre las carreras de estos prestigiosos intérpretes. Ella
es una leyenda del piano y él, no sólo uno de los mejores pianistas de su generación a
nivel internacional, sino el máximo exponente argentino radicado en el exterior. Ambos
se complementaron, se lucieron y se potenciaron en un concierto con localidades
agotadas y un Colón atiborrado de gente, donde no cabía un alfiler.
Contemporánea de la Sonata para violoncello y piano, los 12 Études (Estudios) y la
Sonata para flauta, alto y arpa, En blanc et noir (En blanco y negro) data de 1915 y
lleva el número 142 de la inmensa producción del compositor, quien en aquel entonces
se encontraba abrumado por varios motivos: el estallido de la Primera Guerra Mundial,
la muerte de su madre y su enfermedad de base (cáncer colorrectal), que se encontraba
en estado avanzado. Ahí realiza una profunda revisión de la técnica pianística y decide
mantener un estilo de composición simple, íntimo y reflexivo. Consta de tres
movimientos (Avec emportement/ Lens. Sombre y Scherzando) dedicados a Sergei
Koussevitsky, Jacques Charlot – sobrino de su editor, Jacques Durand- e Igor
Stravinsky, respectivamente, que poseen pasajes, arpegios, cadencias, tresillos y
quintillos de numerosa dificultad técnica y que fueron ejecutados de manera impecable
merced a la prodigiosa musicalidad, pulsación y digitación de ambos pianistas. Una ha
escuchado innumerables y estupendas versiones de esta obra, pero la versión ofrecida
por el binomio Argerich- Goerner fue muy superior desde todo punto de vista.
Dentro de la numerosa producción para piano de Mozart, la Sonata en Re mayor,
K448 es la única que el genio de Salzburgo compuso para dos pianos en 1781y está
escrita estrictamente en forma sonata- allegro, con tres movimientos: Allegro con
spirito/ Andante/ Molto allegro. Se caracteriza por presentar una melodía galante con
cadencias entrelazadas, donde los dos pianos dividen la melodía principal en la
exposición en el movimiento inicial, y cuando se presenta el tema, ambos lo tocan en
simultáneo. Para ello, los intérpretes invirtieron los lugares con respecto de la primera
obra: Nelson Goerner, a la izquierda y Martha Argerich, a la derecha. Tras un Andante
calmo y relajado, el binomio se lució en la introducción galopante y en las cadencias del
Rondó alla turca del Molto allegro final. Una interpretación sublime, auténticamente
mozartiana, que hizo que se escuchara el rugido del Colón y la ovación del público.
La versión para dos pianos de las Danzas sinfónicas, Op.45 fue compuesta en 1940,
paralelamente a la versión orquestal. Es la última obra de Rachmaninov y resume
perfectamente su estilo tardío de composición en los tres movimientos que la integran
(Non allegro/ Andante con moto (tempo di valse) / Lento assai- Allegro vivace- Lento
assai. Come prima- allegro vivace). Puede también considerarse como una síntesis de
toda su obra, ya que incluye melodías de varias de sus composiciones. El primer
movimiento alude al inicio de su Primera sinfonía (1897), derivado de la música secular
de Rusia, mientras que el Andante con moto en tempo di valse central presenta un
carácter fantasmagórico, haciendo alusión a los pródromos de la Revolución
Bolchevique de 1917. Por último, el movimiento final evoca al Dies Irae -representando
a la muerte- y a su obra Las vísperas, que representa a la resurrección mediante el canto
Bendecido por el señor, que culmina con un Aleluya. La maestría de la dupla Argerich-
Goerner se puso de manifiesto en toda su dimensión para ejecutar e interpretar una obra
compleja, de gran cromatismo orquestal traducida al lenguaje pianístico con un sonido
prístino, de alta calidad y caudaloso volumen. A su término, el Colón volvió a rugir en
un estallido final de aplausos y vítores, que iban aumentando de intensidad a medida
que los intérpretes hacían cada aparición en el escenario saludando al público. Y, como
en todo buen recital a dos pianos que se aprecie como tal, no podían faltar los bises: el
primero, una versión íntima y exquisita para dos pianos del tradicional Bailecito de
Carlos Guastavino, que sonó auténticamente criolla. Tras los múltiples y reiterados
aplausos, los intérpretes deslumbraron con un clásico del repertorio para dos pianos:
Scaramouche, de Darius Milhaud que, por sobre todas las cosas, sonó muy
brasileirinha.
Cuando se convoca a dos músicos de excelencia, se produce la magia y el
sinergismo de potenciación. A su vez, eso conlleva a una calidad de interpretación
superlativa y transforma un recital en una obra maestra, lo cual despierta la avidez, la
convocatoria y el aplauso del público. Posteriormente, la notica se pasa de boca en boca
y, con el correr del tiempo, todos quieren concurrir al Festival Argerich merced a su
bien ganado prestigio. Esto, a su vez, desemboca en una auténtica noche de Colón,
donde se escucha el famoso “rugido” digno de su glorioso pasado, pero en tiempo
presente.
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