Presentación del grupo de cámara “KIEV VIRTUOSI” en
Nuova Harmonía
CON TRADICIÓN ACADÉMICA Y GLAMOUR
DE HOLLYWOOD
Martha CORA ELISEHT
El Abono 2019 de Nuova Harmonía se caracteriza por la
gran cantidad de grupos de música de cámara invitados. Esta vez, le tocó el
turno a KIEV VIRTUOSI (Los Virtuosos de
Kiev) el pasado 3 del corriente en el Teatro Coliseo, bajo la dirección de
Dmitri Yablonski, quien actuó también como violoncello solista. Asimismo, se
presentó como solista invitado el violinista Haik Kazazyan.
El programa comprendió las siguientes obras: Concierto para viola y orquesta en Do menor
(versión para violoncello) de Henri- Gustave Casadesus (1879-1947), el Adagio y Fuga en Do menor, K.546 de
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), la Sinfonía
para cuerdas, Op.10 de Felix Mendelssohn- Bartholdy (1809-1847), los Seascapes (Paisajes Marinos) de Alexey
Shor (1970) y la Suite “En los tiempos de
Holberg”, Op. 40 de Edvard H. Grieg (1843-1907).
Esta joven agrupación musical se creó en 2016 y está
compuesta por 21 talentosos músicos
ucranianos, algunos de los cuales han sido ganadores de certámenes
internacionales. Su director –Dmitri Yablonsky- es hijo de la famosa pianista
Oksana Yablonskaya- quien ha actuado en el Colón en numerosas oportunidades, y
a quien esta cronista ha escuchado oportunamente-y, además, un niño prodigio:
brindó su primer concierto en público a los 9 años y, posteriormente, emigró a
los Estados Unidos en compañía de su madre cuando tenía 16 años, donde se
perfeccionó. A partir de esa edad, desarrolló una carrera meteórica, que lo
llevó a actuar y dirigir en los escenarios más prestigiosos del mundo. Y antes
de comenzar el concierto, se dirigió al público en un perfecto castellano –que
confesó haber aprendido durante su estadía laboral en Barcelona-, donde
presentó a la orquesta, el repertorio y
al violinista invitado. El armenio Haik Kazazyan comenzó sus estudios en
la escuela de Mùsica Sayat- Nova de Ereván con Levon Zoryan y, posteriormente,
se perfeccionó en el Royal College of Music de Londres. Actualmente se
desempeña como profesor en la Facultad del Conservatorio de Moscú.
El mencionado Concierto
para viola de Casadesus está inspirado en Johann Christina Bach y, por
ende, compuesto a la usanza antigua en 1947. En este caso, Yablonsky ofreció
una transcripción parta violoncello de Maurice Maréchal. Consta de tres
movimientos: Allegro molto ma maestoso/
Adagio molto espressivo/ Allegro molto energico. Los mismos se encuentran
muy bien marcados, con líneas melódicas barrocas, con reminiscencias
románticas. La versión ofrecida por la orquesta sonó muy bien afiatada,
compacta, con buenos matices y un equilibrio perfecto entre el instrumento
solista y el resto de las cuerdas. Yablonsky se destacó como cellista, sacando
un sonido puro, con un fraseo perfecto y una gran musicalidad, lo que arrancó
los aplausos y vítores del público una vez concluido el mismo.
Con respecto del Adagio
y Fuga en Do menor de Mozart, es una obra que posee tintes oscuros, ya que
existe una diferencia de compases en el Adagio
(3/4) y en el Allegro (2/2),
seguido de una fuga en igual tonalidad. Probablemente, esto originó ciertas
discrepancias, ya que sonó con ribetes y reminiscencias propis de la música de
Astor Piazzolla –otro gran exponente contemporáneo de la fuga- . No obstante,
la orquesta tuvo un sonido bastante íntegro, que no le restó mérito a la
interpretación. Y para finalizar la primera parte del concierto, la Sinfonía para cuerdas nº 10 en Si menor de
Mendelssohn sonó magistralmente, con tempi
muy bien marcados entre los tres movimientos que dura la obra (Adagio/Allegro/ Piú presto). No es una
obra que se ejecute habitualmente en conciertos de cámara, lo que le da aún más
mérito a la interpretación; sobre todo, si se tiene en cuenta que Mendelssohn
la escribió durante su juventud -tenía
menos de 20 años cuando la compuso- y que estuvo perdida durante muchos años.
Afortunadamente, las Doce sinfonías para
cuerdas fueron felizmente recuperadas
tras la Segunda Guerra Mundial y la nº 10 no es la excepción. Los tres
movimientos se ejecutan sin interrupción y representa un desafío para los
intérpretes.
La segunda parte del concierto se abrió con los Pasajes Marinos (Seascapes) de Alexey
Shor y están compuestos para violín solista y orquesta de cuerdas. Este joven
compositor nació en Kiev en 1970 y emigró a Israel en 1991. Actualmente reside
en Estados Unidos y esta obra posee cuatro movimientos: Abandoned Lighthouse (Faro Abandonado), Lonely sail (Navegación
solitaria), Gathering storm (Tormenta en cierne) y Summer Hail (Chaparrón de verano). Es una obra con matices
descriptivos, románticos, con reminiscencias de Dvorak en el 3º movimiento y
tintes que recuerdan a música de películas (“La
lista de Schundler”).. La labor del solista Kazazyan fue impecable, con un
excelente fraseo, dando vuelo a la línea melódica. Hubo muy buen equilibrio
entre la orquesta y el solista, que se ganó los aplausos del público. Y, como no podía ser de otra manera, el grupo
ofreció una excelente e impecable versión de la Suite en estilo antiguo “De los tiempos de Holberg”, de Grieg –más
conocida como Suite Holberg- , donde
el violista Konstyantin Kuleba ofreció una excelente versión de su solo en el Rigaudon (Allegro con brio) que cierra
la obra. Los 5 movimientos que componen la misma (Allegro vivace/ Andante/ Allegretto/ Andante religioso/ Allegro con
brio) sonaron con solemnidad y un lirismo pocas veces escuchado. Esto se
notó más aún en el halling del 3º
movimiento, donde el primer violín Taras Yaropud ofreció una destacadísima
interpretación. Los tempi estuvieron
perfectamente bien marcados y el público estalló en aplausos al final del
concierto.
Haciendo gala de su buen humor, Yablonsky anunció al
primero de los bises como “algo más
ligero”. Lo que una nunca hubiera imaginado era encontrarse con una impecable
versión de Fiddle Diddle, de Leroy
Anderson. Se trata de una obra que
arranca con un molto presto, que
continúa con un presto agitato y
sigue con un pizzicato en las
cuerdas, para luego recapitular con el tema inicial. Un ejemplo de virtuosismo
instrumental puesto al servicio del entretenimiento, en una obra de música
ligera que sonó maravillosamente bien. Posteriormente, cerró con una monumental
versión de El Vuelo del Moscardón de
Rimsky- Korsakov.
La orquesta se destacó por haber realizado un programa
original, muy poco convencional y con obras bastante inéditas. Si a esto se le
suma el entusiasmo brindado por el director y el glamour de Hollywood puesto en la interpretación, el resultado está
a la vista: una orquesta de cámara con tradición académica, que es capaz de
interpretar un programa versátil y que cuenta con estupendos solistas. Los
ingredientes necesarios para una noche perfecta.
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