Muy buen concierto del PROYECTO
POULENC en la Usina del Arte
UN
PROYECTO QUE CRECE A PASOS AGIGANTADOS
Martha
CORA ELISEHT
Dentro
de la numerosa oferta cultural que posee la Ciudad de Buenos Aires, el pasado
sábado 27 del corriente se llevó a cabo en la sala de cámara de la Usina del
Arte el segundo concierto del denominado PROYECTO POULENC, cuyo objetivo
es promover y difundir la música de este destacado compositor francés
(1899-1963), que formó parte del Grupo de los Seis junto a Darius
Milhaud, Germaine Tailleferre, Arthur Honegger, Georges Auric y Louis Durey en
1920 en París y que contó con la presencia de Jean Cocteau como representante
artístico. Si bien Erik Satie comenzó formando parte del grupo, se retiró en
1918, pese a que siempre estuvo en contacto con el resto de sus integrantes.
El
proyecto cuenta con la coordinación de Marcelo Delgado y la participación de
prestigiosos músicos que no sólo forman parte de las orquestas más prestigiosas
del país (Filarmónica de Buenos Aires, Sinfónica Nacional y Estable del Teatro
Colón, entre otras) sino que, además, se desempeñan como docentes del
Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, dependiente del Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires.
En
esta ocasión, se presentaron las siguientes obras:
-
Sonata para oboe y
piano, FP 185- Intérpretes: Marcelo BAUS (oboe)
María del Carmen CALLEJA (piano)
-
Sonata para flauta y
piano, FP 164- Intérpretes: Patricia DA DALT (flauta)
María del Carmen CALLEJA (piano)
-
Sexteto para flauta,
oboe, clarinete, fagot, trompa y piano, FP100
Intérpretes: Patricia
DA DALT (flauta)
Marcelo
BAUS (oboe)
Griselda GIANNINI (clarinete)
William
Thomas GENZ (fagot)
Pablo
LLAMAZARES (corno)
Marcos
PUENTE OLIVERA (piano)
En
un auditorio con bastante afluencia de público -pese a las inclemencias
climáticas- que se dio cita en la Usina la tarde del sábado, Marcelo Delgado se
dirigió al público para realizar comentarios sobre vida y obra de Poulenc y
anunciar las obras comprendidas en el programa dentro del contexto histórico en
el cual fueron compuestas, dada la ausencia de programas de mano. En este caso,
se comenzó por su Sonata para oboe y piano, que data de 1962 y
está dedicada a la memoria de su amigo y colega, el compositor ruso Sergei
Prokofiev (1891-1953). La intención de Poulenc era componer sonatas para todos
los instrumentos de viento y piano (llegó a componer para flauta, clarinete,
oboe y su Elégie para trompa), pero lamentablemente, dejó inconclusa la
correspondiente para fagot, debido a que murió de un infarto en 1963. Consta de
tres movimientos (Elégie: paisiblement, sans presser/ Scherzo: Trés animé/
Déploration: Trés calme) en orden inverso al de una sonata tradicional (Rápido/
Lento/ Rápido) y su duración oscila entre 13 a 15 minutos. La elegía inicial
posee una gran influencia impresionista con ribetes de jazz, mientras que,
durante el scherzo, tanto el oboe como el piano interpretan una serie de
escalas ascendentes y descendentes en ritmo de saltarello/ presto. La
interpretación por parte del dúo Baus/ Calleja fue de muy buen nivel durante
toda la pieza y el oboísta se destacó en su solo final de manera sublime -a
modo de lamentación u obituario-, donde la melodía se evanece hasta
desaparecer.
La
Sonata para flauta y piano data de 1957 y fue compuesta por encargo del
gobierno de Estados Unidos in memoriam de la benefactora y mecenas de
música de cámara Elizabeth Coolidge, quien era, asimismo, benefactora de la
Biblioteca del Congreso de dicho país. En su autobiografía, Poulenc le comenta
su intención al flautista Jean- Pierre Rampal, quien estrenó la obra con la
presencia del compositor al piano -de manera no oficial- en el Festival de
Estrasburgo en 1957 para una sola persona: Arthur Rubinstein, quien debía
marcharse al día siguiente del estreno y quería escuchar la obra antes de
partir. El estreno se produjo de manera oficial en el auditorio Coolidge de la
Biblioteca del Congreso estadounidense en 1959 y fue un gran éxito desde su
inicio. Consta de tres movimientos: Allegro malincolico/ Cantilena: assez
lent/ Presto giocoso y posee una notable influencia de Debussy y Fauré en
los trinos y la cadencia inicial a cargo de la flauta en el 1°
movimiento, pero con estilo propio, mientras que la cantilena se
caracteriza por su lirismo en la flauta y una parte mucho más íntima a cargo
del piano con ciertas reminiscencias del barroco -al estilo de Albinoni o
Boccherini-, que fue interpretada de manera exquisita tanto por Patricia Da
Dalt como por María del Carmen Calleja. El Preso giocoso final posee
mucha síncopa por parte del piano, mientras la flauta desarrolla pasajes de
extrema dificultad técnica en los arabescos, trinos y glissandi, que
fueron resueltos por ambas intérpretes con precisión y maestría, lo que les
valió un cálido aplauso por parte del público.
El
Sexteto para flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa y piano FP 100 representa
la carta de presentación de Francis Poulenc como compositor y data de 1932,
junto con su Concierto para dos pianos y la cantata Le Bal Masqué, cuando
todavía integraba el Grupo de los Seis. Posteriormente, el compositor
realizó una revisión en 1939 y consta de tres movimientos: Allegro vivace/
Divertimento: Andantino/ Finale: Prestissimo. Posee numerosas influencias
de ritmos como el jazz y el ragtime -de los cuales, Poulenc era un
ferviente admirador- pero también, de compositores como Stravinsky y Prokofiev
en el Allegro vivace inicial, que comienza con una serie de escalas
ascendentes por parte de todos los instrumentos antes de dar paso a una sección
enérgica de ritmos complejos más la línea de fondo en el piano. Este
instrumento no brinda apoyo, sino que es el motor interno -o si se quiere, el
nervio motor- de toda la composición. La parte central es más lenta -a cargo
del fagot, cuya melodía se repite por el resto de los instrumentos- antes de
regresar al tempo inicial. En este caso, todos los intérpretes se
lucieron logrando un perfecto equilibrio sonoro, sin que uno prevaleciera por
sobre los otros en perfecta armonía. En el segundo movimiento, el piano toca
todo el tiempo en una sucesión de escalas, mientras que los vientos ejecutan
una serie de glissandi en esquema lento- rápido- lento. El
movimiento final comienza con un “galope al estilo de Offenbach” y posee
numerosas influencias del ragtime, muy sincopado y con numerosos
contrapuntos hasta desembocar en una coda solemne, introducida por el
piano y seguida por el resto de los instrumentos. La interpretación fue
magistral y se vio coronada por numerosos aplausos y vítores al final del concierto.
Resulta
sumamente interesante descubrir obras escasamente difundidas, o que no forman
parte del repertorio habitual de los programas de conciertos. Si bien la obra
sinfónica de Poulenc es más conocida, sin embargo, su extensa obra de cámara no
lo es. Por lo tanto, el hecho de promover un proyecto de esta envergadura con
intérpretes de excelencia y jerarquía es una de las mejores cosas que le pueden
pasar no solamente al público, sino también, al periodista especializado. Sería
muy bueno poder contar con la programación completa del proyecto para difundir
su programación y acompañar a los intérpretes en esta auténtica cruzada. Suena
muy enriquecedor y crece a pasos agigantados.
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