La Pianísta Arta Arnicane, destacada solista del último concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires del pasado 19 de Julio en el Teatro Colón.Créditos: Prensa Teatro Colón. Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.
Muy buena actuación de Chungki Min y Arta Arnicane con la Filarmónica
UN REPERTORIO FRANCÉS CUASI INÉDITO Y PRECISO
Martha CORA ELISEHT
Dentro del armado del repertorio de conciertos, a veces se conforma por obras
de diferentes compositores que vivieron en la misma época; en otras ocasiones, por
estilo y en otras, por nacionalidad. El repertorio francés fue el elegido en la función
correspondiente al Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
(OFBA) el pasado viernes 19 del corriente en el Teatro Colón bajo la dirección de
Chungki Min, con la participación de los siguientes solistas: Arta Arnicane (piano) y
Felipe Delsart (órgano) para interpretar el siguiente programa:
- Obertura Polyeucte- Paul DUKAS (1865-1935)
- Variaciones sinfónicas para piano y orquesta, FWV 46- Cesar FRANCK (1822-
1890)
- Sinfonía n°3 en Do menor, Op.78- Camille SAINT- SAËNS (1835-1921)
Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier
Inchausti, el maestro coreano hizo su aparición en el podio para ejecutar la mencionada
obertura de Paul Dukas, compuesta en 1891 y basada en la tragedia homónima de
Corneille, que narra el martirio de Polieuto de Melitene en mano de los romanos en el
siglo III de la era cristiana. Dukas debutó en público con esta pieza en los Conciertos
Lamoreux de París y, posteriormente, fue interpretada por Eugène Ysaÿe en Bruselas y
Sylvain Dupuis en Lieja. Se puede preciar influencias wagnerianas tanto en los
leitmotives como en la orquestación (maderas por tres, clarinete bajo, requinto, metales
por tres, tuba y percusión), pero también posee elementos que anticipan el surgimiento
del impresionismo francés. Una obra que se representa muy escasamente en el medio
local y una versión muy buena y precisa.
Seguidamente, la pianista letona Arta Arnicane brindó una magnífica versión de las
Variaciones sinfónicas para piano y orquesta de Cesar Franck, estrenadas en 1866 en el
concierto anual de la Societé Nationale de la Musique. Si bien era belga de nacimiento,
su obra se considera dentro del repertorio francés. En el caso particular de quien escribe,
era la primera vez que una la escuchaba y se trata de una pieza escrita en un único
movimiento, pero que funciona como si fuera un concierto para piano y orquesta. Sus
tiempos son: Poco allegro/ Allegro non troppo/ Allegretto quasi andante (presentado
por el piano) y las variaciones sinfónicas. Arta Arnicane no sólo ofreció una
interpretación llena de sutilezas, sino que asombró al público por su magnífica
digitación, pulsación y, por sobre todas las cosas, su precisión. La orquesta supo
acompañarla debidamente mediante una perfecta marcación de tempi. El público estalló
en aplausos al final de la obra, motivo que obligó a la solista a interpretar un bis. Fue
una pena no haber tenido un micrófono disponible para anunciarlo, porque no se la
podía escuchar. Logró otra genial versión y se retiró sumamente aplaudida.
La Sinfonía n°3, Op.78 “con órgano” de Saint- Saëns fue compuesta por
encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres y estrenada en la capital inglesa en
mayo de 1866. A las pocas semanas luego de su estreno, Franz Liszt murió, motivo por
el cual el compositor francés dedicó su sinfonía a la memoria de su amigo. No se trata
auténticamente de una sinfonía para órgano, sino que dicho instrumento participa en dos
secciones de cada cuatro. Posee una orquestación profusa: cuerdas, maderas por tres,
piccolo, corno inglés, clarinete bajo, contrafagot, 4 cornos (2 naturales y 2 cromáticos),
tres trompetas, tres trombones, tuba, percusión (timbales, bombo, platillos y triángulo),
órgano de tubos y piano a cuatro manos. Sus dos movimientos (Adagio- Allegro
moderato en Do menor, 6/8- Poco adagio (4/4) / Allegro moderato- Presto (6/8)- fueron
ejecutados de manera brillante y precisa, con un perfecto dominio de tempi por parte del
director, donde los solistas de las principales secciones de instrumentos de la
Filarmónica tuvieron un excelente desempeño, al igual que el piano a 4 manos a cargo
de Iván Rutkauskas y Juan Ignacio Ufor. Pero quien se llevó los laureles -y los
aplausos- fue Felipe Delsart, cuya interpretación en órgano sonó magistral. La excelsa
acústica del Colón brindó el marco oportuno para que el órgano sonara como los dioses,
lo que valió una ovación de aplausos para el director, solistas y artistas.
Con excepción de la sinfonía de Saint- Saëns, este repertorio -cuasi inédito para la
mayoría de los asistentes- sonó sumamente preciso y representó otro logro más para la
Filarmónica. Lamentablemente, falta educar al público. Un concierto sinfónico no es un
recital donde se aplaude después de cada canción o melodía. El público que asiste
últimamente al Colón puede no saber este ítem, pero tampoco es posible que se cuele un
aplauso inmediatamente después de un silencio. La música es melodía y sonidos, pero
también existen pausas y silencios escritos en la partitura que se deben respetar. Caso
contrario, puede desconcentrar al intérprete y malograr un concierto. Sería óptimo
solicitar al público que se abstenga de aplaudir entre movimientos mediante el anuncio
de locución previo al inicio de cada concierto, pero parece ser que las propuestas de los
abonados y cronistas caen en saco roto.
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