Muy buen concierto con obras de Nicolás Sorin en el Auditorio Nacional
TRAS LAS HUELLAS DE NANSEN Y AMUNDSEN
Martha CORA ELISEHT
Nacido en Buenos Aires en 1979, Nicolás Sorin es un talentoso pianista,
arreglador y compositor argentino radicado en Estados Unidos. Se perfeccionó en el
Berklee College of Music con Bob Brookmeyer, María Schneider y Vuk Kulenovic. Sus
arreglos y composiciones han sido interpretados por orquestas sinfónicas de gran
prestigio tales como la London Session Orchestra, la Sinfónica de México y la
Sinfónica Nacional de Argentina. Ha ganado el premio Clarín y tres Premios Cóndor
por bandas de sonido y música de películas, así como también recibió 4 nominaciones al
Grammy Latino como productor. También tuvo a su cargo la dirección orquestal de su
suite ARGENTUM – compuesta junto con Gustavo Mozzi y Nicolás Guerschberg-
durante la cumbre del G20 en 2018 en el Teatro Colón y dirigió a la Orquesta Sinfónica
Nacional en el estreno de su Sinfonía Antártica en el Auditorio Nacional del Centro
Cultural Kirchner – actual Palacio Libertad- en 2019. Precisamente, el pasado sábado 22
del corriente en ese mismo escenario tuvo lugar un concierto con obras de su autoría
denominado “SINFONÍA BIPOLAR”, donde dirigió una orquesta integrada por
instrumentos de cuerdas, percusión y piano para interpretar el siguiente programa:
- Sinfonía Ártica (estreno)
- Sinfonía Antártica
Para componer sus obras, Sorin viajó en 2013 a la Antártida y en 2024, a Laponia.
Si bien no llegó al Polo Norte, el hecho de haber estado en las regiones más
septentrional y meridional del planeta no sólo sirvió como fuente de inspiración, sino
también, de creación artística. Así lo manifiesta el autor:
“No hay lugar donde puedas estar más solo y te puedas conocer más a vos mismo
que en los polos geográficos. La Naturaleza es la mejor fuente de inspiración, pero
también es súper sanadora y terapéutica para uno mismo.”
El espectáculo contó con proyección de video de los viajes hacia ambas regiones del
propio compositor y material fotográfico de Marcelo Gurruchaga. Asimismo, coincidió
con la inauguración de la exhibición fotográfica Antártida: belleza que se derrite.
Aurora, que puede apreciarse en el 6° piso del Centro Cultural Palacio Domingo
Faustino Sarmiento. Contó con una orquesta formada por prestigiosos músicos
pertenecientes a las orquestas Sinfónica Nacional, Nacional de Música Argentina “Juan
de Dios Filiberto” y Libertador Gral. San Martín e integrada por instrumentos de
cuerda, percusión y piano con presencia del compositor en el podio.
Ambas obras poseen la estructura de una sinfonía, pero están escritas como poemas
sinfónicos en estilo minimalista/ simplista, de línea melódica tonal. En el caso de la
Sinfonía Ártica, posee tres movimientos cuyos nombres están escritos en finlandés:
Auringonnousu (Amanecer), Talvi (Invierno) y Auringonlasku (Atardecer). La apertura
del 1° movimiento (Adagio) está a cargo de las violas, seguida posteriormente por
cellos, contrabajos, primeros y segundos violines y va paulatinamente in crescendo
hasta lograr un clímax. Posee reminiscencias del Adagietto de la 5° sinfonía de Mahler,
mientras que el 2° movimiento abre con una melodía netamente romántica interpretada
por un solo de piano, que describe la soledad del paisaje lapón en invierno.
Posteriormente, las cuerdas desarrollan el tema, que termina con un anota en suspenso.
El último movimiento (Adagio. Lento) describe la belleza de la aurora boreal mediante
la introducción de las violas en ostinato y un solo de violoncello tomado posteriormente
por el resto de las cuerdas en una melodía de gran belleza, sostenida por golpes suaves
de timbal. Culmina con una coda brillante, con expansión del tema principal hasta la
interjección de una pequeña disonancia que contrasta con la melodía principal,
introducid por las cuerdas y sostenida por el piano. Ante un Auditorio Nacional
atiborrado de público, la obra fue sumamente aplaudida tras su interpretación.
A diferencia de su homónima de Vaughan Williams, la Sinfonía Antártica de Sorin
es un poema sinfónico de dos movimientos: Base Carlini y Base Esperanza. Se inicia
con una melodía lenta, romántica, interpretada por el piano y, posteriormente, seguida
por violas, cellos y contrabajos en pizzicato, que narra la magnitud y el paisaje del
continente blanco. A medida que se desarrolla in crescendo, el segundo tema es un
canon a 4 voces en cuerdas, mientras el piano marca la melodía, apoyado sobre golpes
de triángulo, platillos y percusión. La melodía simula el vuelo de petreles y albatros
mediante un trémolo en cuerdas para cerrar con el tema inicial en diminuendo luego de
un poderoso tutti orquestal. En cambio, Base Esperanza es un allegretto que abre con
un stacatto en tono menor en cuerdas, con pizzicato en violines y violoncellos mientras
las violas y los contrabajos lo desarrollan en continuo. Posteriormente, los cellos y
contrabajos interpretan un cantabile en contrapunto con los violines mientras las violas
ejecutan el tema principal. Luego de un canon a 4 voces en cuerdas, la melodía prosigue
con un tutti para cerrar el movimiento con una fuga interpretada por las cuerdas en
cascada. El público volvió a dar su aprobación y buena parte del Auditorio Nacional se
puso de pie luego de su interpretación.
No sólo es muy bueno incluir obras inéditas de compositores argentinos en un
concierto- en este caso, un estreno mundial-, sino también, convocar a un músico
vernáculo de fama internacional para apreciar sus obras. Si bien no ha logrado la hazaña
del FRAM – el barco que navegó por ambos polos-, un compositor argentino fue capaz
de seguir las huellas del alférez Sobral, Frithof Nansen, Roald Amundsen y todos
aquellos exploradores de las regiones polares a través de la música. Un arte que no
reconoce fronteras y que llega hasta las regiones más inhóspitas del planeta.