martes, 18 de febrero de 2025

 Plácido Domingo: el retorno de una ilusión…


Por Jaime Torres Gómez

Un reciente e inesperado regreso protagonizó el mítico tenor Plácido Domingo,

en su novena visita a Chile desde finales de la década de los 60 del siglo pasado.

Con una difusión principalmente en redes sociales y prescindiendo de una

cobertura de prensa en medios escritos tradicionales (salvo un aviso de rigor en

un diario de circulación nacional), asimismo, no convocando a la crítica

especializada, como antaño, la promoción, a la postre, fue zigzagueante y

confusa, deviniendo en una serie cócteles de anuncios espaciados en relación a

los artistas convocados, como por ejemplo, casi a último momento, dando a

conocer el nombre de la orquesta invitada… como el súbito cambio de lugar del

evento (al Espacio Riesco), entre muchos desaciertos.

Huelga referirse a los pergaminos de Plácido Domingo, quien, a sus 84 años,

persevera con presentaciones en todos los continentes. Poseedor de un particular

registro de tenor spinto, de hermoso timbre y homogéneo legato, su trayectoria

avala a un artista de marca mayor, con una dilatada carrera hasta hace pocos

años, y ostentando niveles proporcionalmente competitivos como pudo

apreciársele en su última visita del año 2018.

De la presentación, se aclara que no se la presenció in situ, teniendo como

referente una mala transmisión de televisión por un canal de señal abierta,

lamentándose su exhibición parcial, aunque suficiente para ponderar la globalidad

de lo ofrecido.

Con la presencia de la destacada soprano chilena Verónica Villarroel

(compañera artística por décadas de Domingo), además de los artistas populares

nacionales Andrés de León más la cantante y flamante Miss Chile para Miss

Universo, Emilia Dides, y Plácido Domingo JR, se sumó la denominada

Orquesta Sinfónica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

(PUCV), dando cuenta de un espectáculo débil en su conjunto y amparado en la

ilusión de rememorar glorias pasadas, específicamente en los casos de Domingo y

Villarroel.

Mención aparte la Sinfónica PUCV, al tratarse de toda una “sorpresa”, donde aún

la prestigiosa casa de estudios que la alberga no la ha dado a conocer

oficialmente, conociéndose su existencia sólo como una orquesta ad-hoc para el


evento de marras. A priori, se recibe con beneplácito enterarse de contar en

Valparaíso con una agrupación sinfónica (al parecer) profesional, como lo fuera la

recordada Filarmónica Regional, requiriéndose, cuanto antes, que las autoridades

de la PUCV den a conocer a la comunidad sus lineamientos artísticos,

conformación de músicos estables y dinámica de funcionamiento, esperando se

trate de un proyecto sostenible con debido valor agregado y no en base a

“eventualidades”…

Sobre el actual estado vocal de Domingo, el inmisericorde paso del tiempo no ha

dado tregua a un natural desgaste, conforme lo apreciado en esta presentación,

no obstante su incuestionable oficio. Y si bien su actual cambio al registro de

barítono no ha sido afortunado al no poseer la extensión ni el color obscuro

propiamente baritonal, a todas luces reviste más lógica continuar con un repertorio

tenoril debidamente adecuado a sus condiciones presentes. A la vez, su otrora

importante prestancia se apreció ostensiblemente disminuida, razón suficiente

como para no insistir en tanta visibilidad, como lo es una transmisión televisiva…

En el caso de Verónica Villarroel, ostentó debilidades en un repertorio que hoy

en día no se aviene a sus actuales condiciones vocales, con una línea de canto

sinuosa -en momentos con calados de notas y problemas en el pasaje-,

ameritando abarcar otros repertorios a futuro. Verónica, sin duda, es una gran

artista y de un inmenso magnetismo, siendo menester, en aras del reconocimiento

a su importante trayectoria internacional, un replanteo global…

De los demás artistas invitados, destacable la presencia de Andrés de León,

demostrando oficio y respetuoso estilísticamente (atractivo timbre y homogeneidad

de canto), celebrándose su convocatoria. En el caso de Emilia Dides, de

innegable desplante, se trató de una apuesta de potenciación de imagen, dejando

en claro sus interesantes condiciones vocales para continuar profesionalmente en

esta carrera. Y definitivamente inadecuada la presencia de Plácido Domingo JR,

monocorde, sin relieve y no en sintonía a las trayectorias del resto de los artistas.

Del desempeño de la Sinfónica PUCV, bien liderada por el director histórico de

las presentaciones en conciertos de Plácido Domingo, Eugene Kohn, se mostró

debidamente atenta a los autorizados requerimientos de la batuta visitante,

reiterándose la conveniencia de conocer más de su proyecto artístico y su

proyección en el tiempo.

En suma, una presentación que sólo quedó en la ilusión de rememorar un glorioso

pasado y la apuesta por jóvenes valores nacionales de los que amerita seguirles

su derrotero.

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