Triunfales conciertos en Teatro Municipal de Viña
Por Jaime Torres Gómez
Enmarcados en la efeméride de los 150 años de la fundación de Viña del Mar,
durante enero se presentaron tres de las principales orquestas nacionales, como
la Sinfónica Nacional, la Orquesta de Cámara de Chile y la Sinfónica Nacional
Juvenil, conciertos realizados en el emblemático Teatro Municipal de la ciudad,
este último acercándose al centenario de su fundación.
Cabe señalar que por veinte ininterrumpidos años las más importantes orquestas
del país sistemáticamente se presentaron dentro de enero en el ciclo de los
Conciertos de Verano en el anfiteatro de la Quinta Vergara (con capacidad para
15.000 personas), muy bien liderados por la Fundación Beethoven, con alta
convocatoria y colmando muchas veces la capacidad de ese importante espacio.
Lamentablemente, su discontinuidad tras la llegada de la pandemia y luego el
desinterés de las actuales autoridades edilicias en apoyar su reedición, derivó en
la pérdida de una relevante instancia de proyección a la misma ciudad, como lo
tienen el reconocido Concurso Internacional de Ejecución Musical Dr. Luis Sigall,
el Festival Internacional de Cine y el popular Festival de la Canción, este último,
lamentablemente, con un creciente desperfilamiento de su dimensión cultural
dentro de lo popular, convirtiéndose en una instancia chacabana que poco o nada
prestigia a la comunidad viñamarina...
En este contexto, plausible haber organizado estas presentaciones en el
formidable Teatro Municipal, de gran valor arquitectónico y excelente acústica, y
por casi 14 años inutilizado ante las refacciones post terremoto del 2010,
esperándose allí sigan llegando más orquestas con programas de alto valor
agregado, como los ofrecidos recientemente.
En el caso de la Sinfónica Nacional Juvenil, orquesta presente exitosamente en
el Municipal viñamarino durante el 2024, de relevancia constituyó la presencia del
prestigioso maestro Maximiano Valdés con un atractivo programa que contempló
la Sinfonía N° 35 “Haffner” de W.A. Mozart, el Concierto para Viola de Karl
Stamitz y la Suite del ballet “El Pájaro de Fuego” de Igor Stravinsky. Si bien no
se presenció este programa en Viña, sí fue posible ver parte del mismo en
Santiago (Pájaro de Fuego), dando cuenta de una estupenda dirección de Valdés
más una atenta respuesta de los jóvenes músicos nacionales.
A la semana siguiente, la Sinfónica Nacional de Chile junto a su director titular,
maestro Rodolfo Saglimbeni, ofreció una presentación de importante gravitación,
recordando grandes épocas con importantes presentaciones en el Municipal al
repetir buena parte de sus conciertos de abono de Santiago.
Con un programa de atractivas obras, se inició con una excelente entrega del
Preludio a la Siesta de un Fauno, de Claude Debussy, de completo idiomatismo
y con ensamblada respuesta de los sinfónicos.
Seguidamente, luego de muchos años de ausencia local, una deslumbrante
versión de La Valse, de Maurice Ravel. Esta fundamental pieza raveliana
magistralmente refleja el declive de los imperialismos hacia el final del siglo 19,
deconstruyendo el género “vals” al evocar, con tintes decadentes, un glorioso
pasado. Saglimbeni y los sinfónicos captaron con creces la quintaesencia de la
obra, con grandes logros en timbres, colores y empáticos tempi, percibiéndose en
plenitud ante la extraordinaria acústica del teatro viñamarino.
Como última obra, una sólida versión de la Suite N° 2 del ballet “Romeo y Julieta”
de Sergej Prokofiev, otra obra muy ausente localmente. La música de este ballet
es de las más importantes escritas en el siglo 20, siendo asiduamente programada
tanto para montajes coreográficos como en conciertos. Interesante el material de
esta Segunda Suite, con una secuencia cronológicamente más literal. Con una
orquestación de gran riqueza colorística más cautivantes progresiones expresivas,
ha ganado un indispensable lugar en las programaciones de las orquestas como
una amplia recepción de las audiencias.
Bien enfocada por Saglimbeni, privilegiando una mirada más interior por sobre un
distante relato argumental, hubo correlato con una sonoridad no destemplada y
enfatizada en la claridad del tejido armónico. Y si bien la Suite N° 2 finaliza con la
desgarradora escena de Romeo en la tumba de Julieta, se agregó,
innecesariamente a continuación, el brillante pasaje orquestal de la muerte de
Tebaldo (final de la Suite N° 1), restándole dramatismo, aunque relativamente
compensado conforme el enfoque global. Muy buena respuesta de los sinfónicos,
y altamente premiado por el numeroso público congregado.
Y al día siguiente, una de las más atractivas presentaciones de lo que va del año,
a cargo de la Orquesta de Cámara de Chile dirigida por su titular Emmanuel
Siffert, y en un programa ciento por ciento de estrenos.
Así, con gran beneplácito se recibieron las Cinco Doloras de Alfonso Leng,
figura fundamental de la composición nacional. Originalmente para piano (1914)
están inspiradas en apuntes líricos del poeta Pedro Prado. De estética post
romántica, responde a un espíritu de completa melancolía y nostalgia, reflejando la
profundidad de la interioridad del alma en su dimensión dolorosa. Del todo
atractiva la orquestación estrenada en esta oportunidad, de Julio Retamal,
violinista integrante de la OCCH, respetando la poética atmósfera de estas cinco
piezas, y de completo dominio de timbres y colores. A la vez, acertada la lectura
de las acotaciones líricas de Pedro Prado -inspirantes de cada Dolora- por parte
de Isidro Rodríguez, integrante de la orquesta. Y comprometida labor de
Emmanuel Siffert en develar el pathos interno de una obra en sí enigmática, con
magistral respuesta en ensamble y carácter de los camaristas nacionales.
Posteriormente, los Doce Minuetos para Orquesta (WoO 7) de L. V Beethoven,
al parecer, estreno en Chile. Esta colección de danzas de un joven Beethoven
fueron estrenadas en un baile en 1795, reflejando la directa influencia de Haydn y
Mozart, aunque con giros expresivos más avanzados para la época. Piezas de
atractivo valor musical, poco se explica su ausencia en las programaciones de las
orquestas. Notable versión de Siffert, de completo idiomatismo y con una
deslumbrante respuesta de los músicos en todo orden, logrando una efusiva
recepción del numeroso público congregado.
Finalmente una rareza, con el estreno en Chile (y al parecer, en Latinoamérica) de
la Serenata en Re mayor, Op. 49 de Felix Draeseke (1835-1913), compositor
alemán imbuido en la música Richard Wagner y cercano a Franz Liszt. En el caso
de esta serenata, se trata de una enjundiosa y original obra (notable la
participación del cello solista en el tercer movimiento, casi un verdadero concierto
para dicho instrumento), de gran riqueza melódica y rítmica, más un formidable
tratamiento armónico. Notable versión en todo orden y completamente
justipreciado por la audiencia, obligando a repetir el magnético cuarto movimiento
en señal de completa aceptación.
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