jueves, 27 de febrero de 2025

 



Muy buen concierto con obras de Nicolás Sorin en el Auditorio Nacional


TRAS LAS HUELLAS DE NANSEN Y AMUNDSEN


Martha CORA ELISEHT


Nacido en Buenos Aires en 1979, Nicolás Sorin es un talentoso pianista,

arreglador y compositor argentino radicado en Estados Unidos. Se perfeccionó en el

Berklee College of Music con Bob Brookmeyer, María Schneider y Vuk Kulenovic. Sus

arreglos y composiciones han sido interpretados por orquestas sinfónicas de gran

prestigio tales como la London Session Orchestra, la Sinfónica de México y la

Sinfónica Nacional de Argentina. Ha ganado el premio Clarín y tres Premios Cóndor

por bandas de sonido y música de películas, así como también recibió 4 nominaciones al

Grammy Latino como productor. También tuvo a su cargo la dirección orquestal de su

suite ARGENTUM – compuesta junto con Gustavo Mozzi y Nicolás Guerschberg-

durante la cumbre del G20 en 2018 en el Teatro Colón y dirigió a la Orquesta Sinfónica

Nacional en el estreno de su Sinfonía Antártica en el Auditorio Nacional del Centro

Cultural Kirchner – actual Palacio Libertad- en 2019. Precisamente, el pasado sábado 22

del corriente en ese mismo escenario tuvo lugar un concierto con obras de su autoría

denominado “SINFONÍA BIPOLAR”, donde dirigió una orquesta integrada por

instrumentos de cuerdas, percusión y piano para interpretar el siguiente programa:

- Sinfonía Ártica (estreno)

- Sinfonía Antártica

Para componer sus obras, Sorin viajó en 2013 a la Antártida y en 2024, a Laponia.

Si bien no llegó al Polo Norte, el hecho de haber estado en las regiones más

septentrional y meridional del planeta no sólo sirvió como fuente de inspiración, sino

también, de creación artística. Así lo manifiesta el autor:

“No hay lugar donde puedas estar más solo y te puedas conocer más a vos mismo

que en los polos geográficos. La Naturaleza es la mejor fuente de inspiración, pero

también es súper sanadora y terapéutica para uno mismo.”

El espectáculo contó con proyección de video de los viajes hacia ambas regiones del

propio compositor y material fotográfico de Marcelo Gurruchaga. Asimismo, coincidió

con la inauguración de la exhibición fotográfica Antártida: belleza que se derrite.

Aurora, que puede apreciarse en el 6° piso del Centro Cultural Palacio Domingo

Faustino Sarmiento. Contó con una orquesta formada por prestigiosos músicos

pertenecientes a las orquestas Sinfónica Nacional, Nacional de Música Argentina “Juan

de Dios Filiberto” y Libertador Gral. San Martín e integrada por instrumentos de

cuerda, percusión y piano con presencia del compositor en el podio.

Ambas obras poseen la estructura de una sinfonía, pero están escritas como poemas

sinfónicos en estilo minimalista/ simplista, de línea melódica tonal. En el caso de la

Sinfonía Ártica, posee tres movimientos cuyos nombres están escritos en finlandés:

Auringonnousu (Amanecer), Talvi (Invierno) y Auringonlasku (Atardecer). La apertura


del 1° movimiento (Adagio) está a cargo de las violas, seguida posteriormente por

cellos, contrabajos, primeros y segundos violines y va paulatinamente in crescendo

hasta lograr un clímax. Posee reminiscencias del Adagietto de la 5° sinfonía de Mahler,

mientras que el 2° movimiento abre con una melodía netamente romántica interpretada

por un solo de piano, que describe la soledad del paisaje lapón en invierno.

Posteriormente, las cuerdas desarrollan el tema, que termina con un anota en suspenso.

El último movimiento (Adagio. Lento) describe la belleza de la aurora boreal mediante

la introducción de las violas en ostinato y un solo de violoncello tomado posteriormente

por el resto de las cuerdas en una melodía de gran belleza, sostenida por golpes suaves

de timbal. Culmina con una coda brillante, con expansión del tema principal hasta la

interjección de una pequeña disonancia que contrasta con la melodía principal,

introducid por las cuerdas y sostenida por el piano. Ante un Auditorio Nacional

atiborrado de público, la obra fue sumamente aplaudida tras su interpretación.

A diferencia de su homónima de Vaughan Williams, la Sinfonía Antártica de Sorin

es un poema sinfónico de dos movimientos: Base Carlini y Base Esperanza. Se inicia

con una melodía lenta, romántica, interpretada por el piano y, posteriormente, seguida

por violas, cellos y contrabajos en pizzicato, que narra la magnitud y el paisaje del

continente blanco. A medida que se desarrolla in crescendo, el segundo tema es un

canon a 4 voces en cuerdas, mientras el piano marca la melodía, apoyado sobre golpes

de triángulo, platillos y percusión. La melodía simula el vuelo de petreles y albatros

mediante un trémolo en cuerdas para cerrar con el tema inicial en diminuendo luego de

un poderoso tutti orquestal. En cambio, Base Esperanza es un allegretto que abre con

un stacatto en tono menor en cuerdas, con pizzicato en violines y violoncellos mientras

las violas y los contrabajos lo desarrollan en continuo. Posteriormente, los cellos y

contrabajos interpretan un cantabile en contrapunto con los violines mientras las violas

ejecutan el tema principal. Luego de un canon a 4 voces en cuerdas, la melodía prosigue

con un tutti para cerrar el movimiento con una fuga interpretada por las cuerdas en

cascada. El público volvió a dar su aprobación y buena parte del Auditorio Nacional se

puso de pie luego de su interpretación.

No sólo es muy bueno incluir obras inéditas de compositores argentinos en un

concierto- en este caso, un estreno mundial-, sino también, convocar a un músico

vernáculo de fama internacional para apreciar sus obras. Si bien no ha logrado la hazaña

del FRAM – el barco que navegó por ambos polos-, un compositor argentino fue capaz

de seguir las huellas del alférez Sobral, Frithof Nansen, Roald Amundsen y todos

aquellos exploradores de las regiones polares a través de la música. Un arte que no

reconoce fronteras y que llega hasta las regiones más inhóspitas del planeta.

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