miércoles, 6 de septiembre de 2017

 AL MENOS ALGO NUEVO

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Cuarteto de Amigos (Haydee Seibert [Primer Violín], Gustavo Mulé [Segundo Violín],Elizabeth Ridolfi [Viola], Miriam Santucci [Violonchelo]). Programa. Obras de Shostakovich, Schuloff Y Bizet/Schedrin. Teatro Colón, 31 de Agosto de 2017.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Todo este concierto puede considerarse una rareza ya que la totalidad del orgánico orquestal que se presentó en el escenario lo hizo tan solo en la primera obra que fue brevísima y por cierto prescindible de la que me he de referir líneas mas abajo. La temática fue la música para danza y ¿el Jazz?. Creo que la programación ofrecida en ningún momento evidencio los tradicionales ritmos  que originarios del Africa se expandieron a Estados Unidos, con fuerte componente en Louisiana, para luego sí desembarcar en Europa, en donde fundamentalmente en Alemania,  Francia y Holanda lo hizo con fuerza. Iremos entonces desgranando todos estos conceptos.

El inicio como dije fue con Shostakovich. Se seleccionó el célebre Vals de la “Suite para Orquesta de Variedades”, aunque por mucho tiempo también se lo consideró integrante de la “Suite de Jazz Nº 2 “. Pocas veces se escuchó un inicio de concierto  con una obra muy recurrente e intrascendente. Según mis cálculos, hace mas de treinta años que no se escucha la suite del Ballet “La Edad de Oro” del mismo compositor, que calzaba como anillo al dedo para esta ocasión. Aquí lo único que logró (mas allá de que Diemecke le impuso su brillo y su sello característico)  fue que el público recordase la versión Argentina debida a Rodolfo Sciamarella hace alrededor de setenta años atrás y su inicio: Yo te daree……”

  Lo mejor de la noche vino luego. Desde hace dos años cuatro notables músicos argentinos, integrantes de las principales orquestas de Ntro. Medio conformaron el “Cuarteto de Amigos”. Sabido es también del fecundo trabajo que Haydee Seibert (Primer Violin de la agrupación y Concertino titular de la Filarmónica) viene realizando en ciclos como “Música en Plural”, el Museo “Rómulo Raggio” y el ciclo en el Centro Nacional de Música que ha actuado casi como una prolongación de las inolvidables veladas de “Los Sonidos Prohibidos”, en las que el Maestro Pedro Ignacio Calderón al frente de la Sinfónica Nacional frecuentó el repertorio de los compositores prohibidos por el Nazismo ya sea por religión o ideología del autor. Y es en ese cíclo en donde Yo conocí la música de Erwin Schuloff, nativo de la república Checa, que desarrollara una interesantísima carrera en Viena, para de ahí pasar a Colonia. Capturado por los Nazis, pasó al terrible campo de concentración de Wülzburg donde enfermó de tuberculosis y falleció. En 1930 compuso el Concierto para Cuarteto de Cuerdas e Instrumentos de viento. Obra original, tensa, densa en contenido, fue abordada por el conjunto y los vientos de la Filarmónica con magnífica entrega. Y debemos agradecer al conjunto, el haber logrado que Diemecke la programe y la dirija, haciéndolo muy bien. Entonces, si en grandes ocasiones (por Ejemplo, visita póstuma de Mauricio Kagel o en esta oportunidad) ha demostrado sobrada capacidad para programar nuevo repertorio, ¿Por qué no se agregan al abono mas obras de este tipo a la programación, quedándonos solamente en Stravinsky, Copland, Ginastera o los mexicanísimos Chavez o Revueltas como límites? Ha sido una magnífica revelación para el público y tal vez la primera ocasión que se interpreta Schuloff en el Colón y que, por lógica no debamos esperar a que “Colón Contemporáneo” comparta con la Filarmónica un concierto dentro del abono de la segunda.

  El final fue con la Suite para el Ballet “Cármen” que Rodion Schedrin compuso para su esposa Maia Plissetskaia y el Coreógrafo Alberto Alonso, para que luego también la cuñada de este último, la Cubanísima Alicia Alonso  lo interprete con el Ballet Nacional de Cuba. Compuesta para cuerdas y percusión es una sucesión desordenada de las escenas de la opera que no están colocadas en la disposición original, a las que, no conforme con la riquísima música que Bizet compuso para una de las mas grandes óperas de la historia, le anexó la “Farandole” de la música incidental para la representación de “La Arlesiana” en una de sus escenas. Unos pocos compases propios actúan como enlace en unos pocos momentos. La interpretación fue muy buena y llamó la atención el hecho que por primera vez en muchísimo tiempo Diemecke usó la partitura para dirigir. Pero insisto, es una obra muy menor para un concierto de abono. Si la idea era la danza, hay obras mayores para incluir y si la idea era el jazz, ¿Dónde está el jazz?. Yo lo sigo buscando y no lo encuentro.


Donato Decina

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