miércoles, 6 de septiembre de 2017

HAY QUE MEDIR MUY BIEN LA LONGITUD DEL SALTO

“Juventus Lyrica”, Temporada 2017: “Turandot”, Música de Giacomo Puccini con Libreto de: Giuseppe Adami y Renato Simoni, basado en la obra teatral homónima de Carlo Gozzi. Ofrecida en reducción orquestal de Enrico Minaglia. Interpretes: Svetlana Volosenko ( Princesa Turandot), Justo Rodríguez Sánchez (Príncipe Calaf), Ivana Ledesma (Liu, esclava), Felipe Cudina Bregovic (Rey Timur de Tartaria), Norberto Lara (Emperador Altoum), Fernando Grassi (Ministro Ping), Pablo Urban (Ministro Pang), Jerónimo Vargas Gomez (Ministro Pong), Walter Aon (Mandarín). Coro de Juventus Lyrica. Coro de Niños. Escenografía: Ana D’Anna-Constanza Pérez Maurice. Vestuario: María Jaunarena, Iluminación: Gonzalo Córdova. Dirección del Coro de Niños: Rosana Bravo. Preparación Musical, Dirección Coral y Orquestal: Antonio María Russo. Preparación Actoral y Dirección Escénica: Ana D’Anna. Función del 1º de setiembre de 2017.

NUESTRA OPINION: BUENO.

  No siempre se mide la magnitud del salto cuando se enfrenta un desafío como es el de programar un título de “Gran Opera” para desarrollar en un Teatro con un escenario que a priori no ofrece todas las condiciones para albergar un título de las características de “Turandot” de Giacomo Puccini, por lo que mi interés fue al enterarme que Juventus lyrica lo encararía en el Teatro Avenida, el de establecer como se encararía la puesta, bajo que marco escénico, como sería la versión orquestal y cual la prestación de las voces protagónicas ante un bocado tan apetecible como de  grandes dimensiones. Mi conclusión (luego de presenciar el estreno) es que el resultado final fue digno en cuanto al esfuerzo realizado, aunque por momentos el espectáculo pendió de un hilo debido a algunos detalles escénicos y, fundamentalmente, algunos detalles musicales que desgranaré a continuación.

  Ana D’Anna afrontó la puesta escénica con muchos de los recursos que le conocemos desde siempre. El uso integral del espacio, el concepto de “derribar” la cuarta columna, haciendo que los interpretes avancen sobre la sala, como por ejemplo los protagonistas, que lo han hecho en una pasarela instalada por delante del foso orquestal, o el Coro de Niños actuando tanto en los palcos como en el ingreso principal a la platea. Eso fue interesante. En cambio, la escenografía que diseñó junto a Constanza Pérez Maurice ocupa la mayoría del escenario, dejando poco espacio para el desplazamiento de la masa coral,como lo fue percibido fundamentalmente en el segundo acto, en donde además del Coro de Niños ubicado en la entrada de platea, el de mayores debió hacerlo sobre el lateral izquierdo para el público. Discutible fue también la decisión de colocar el Trono del Emperador Altoum al mismo nivel del pueblo en esta escena, en donde Turandot someterá a Calaf al acertijo de los enigmas. Ccomo consecuencia de ello, Liu debió espetarle a Calaf el célebre “E per tu amore…” durante el segundo enigma atravesando la multitud y a la guardia y colocarse casi al lado del Príncipe y del Emperador. Con respecto al vestuario diseñado por María Jaunarena, llamó la atención el que las damas de compañía de la princesa lucieran como atuendo kimonos blancos,  mientras todos los demás usaron vestimentas acordes a la época y usanzas chinas. Por lo demás el resto del trabajo escénico tuvo rigor histórico, recibió el beneplácito de la concurrencia y actoralmente estuvo muy correctamente marcado. Complemento fundamental en todo esto fue la iluminación de Gonzalo Córdova que no dejó detalle librado al azar.

  Musicalmente hablando, no fue feliz la elección de la reducción orquestal de Enrico Minaglia, de la que al momento de escribir esta crónica no he podido obtener ni en la página web de la Casa Ricordi de Milán, ni por los buscadores de Internet, fecha de realización  y la cantidad de instrumentistas. El orgánico al que refiere el programa de mano es de treinta y séis instrumentístas de los cuales trece son violines entre primeros y segundos, cuatro violas, cuatro violonchelos, dos contrabajos, un clarinete, un oboe, un fagot, dos cornos, una flauta, un trombón, una trompeta, celesta, un árpa y tres percusionistas. El resultado de esta reducción trae aparejado una pobreza de sonido notable, una falta de énfasis increíble en pasajes resolutorios como en el cierre del primer acto y en la escena final, en donde las trompetas son fundamentales y aquí la única que registra la reducción tiene reservado solamente trabajo de apoyo en esos pasajes. Así las cosas, el trabajo del Maestro Russo mostró un coro correctamente preparado y una versión musical de trazo grueso, no tuvo detalles “finos” y se lo vio muy preocupado por todo lo que ocurría en el foso, por lo que jugó en contra la Pasarela de la puesta y que los interpretes de Turandot y Calaf  entraran a destiempo en esta escena, al igual que el Coro al comienzo de su participación en la función. En cambio el coro de Niños, preparado por la siempre muy eficiente Rosana Bravo tuvo notable lucimiento en todas sus intervenciones.

  En lo vocal,  Svetlana Volosenko encaró el muy difícil rol protagónico. Lo hizo con voz acerada, caudalosa y muy bien colocada, aunque su dicción italiana no haya sido la mejor. Tuvo sólida actuación y se la vió muy segura en todo momento, El Tenor Paraguayo Justo Rodríguez Sánchez compuso a Calaf de menor a mayor, comenzó algo tenso, se soltó a partir de la escena de los enigmas del segundo acto y remató su faena con un muy buen “Nessun Dorma”. La gran triunfadora de la noche fue la Soprano Rosarina Ivana Ledesma como Liu. Dueña de voz aterciopelada y gratísimo timbre, conquistó al público con un magnífico “Signore Ascolta”, un estupendo mano a mano con los demás al final del primer acto sobrellevando la carga dramática y remató con una soberbia interpretación de “Tu che di gel sei cinta”. Es muy buena actriz y convenció en todo sentido. Fernándo Grassi como Ping fue un verdadero bastonero de la escena, haciendo gala de todas sus cualidades vocales y actorales, secundado muy bien por Pablo Urban como Pang y Jerónimo Vargas Gomez como Pong, el que también exhibió potente caudal desde afuera de escena al dar voz al desgarrador “Turandot” del Príncipe de Persia  al caer la hoja del sable sobre la cabeza. Norberto Lara encarnó al Emperador Altoum. Si bien Puccini lo describe como un “Viejo Decrépito”, según el Comentario de la Directora de Escena en el programa de mano, no por ello su interpretación debe ser de la misma forma, sea quien sea el que haya tomado esa decisión, cuando sabemos bien que con su voz real lo puede hacer muy bien y que es como se lo hace mayoritariamente en todo el mundo. Finalmente Walter Aon como el mandarín tuvo un correcto desempeño.

  Por todo lo que les he expuesto, es que insisto en que debe medirse muy bien la magnitud del salto al afrontarse una obra de tamañas características. Queda la experiencia, la que sin duda servirá para mucho cuando se quera afrontar otro desafío de iguales características.


Donato Decina

2 comentarios:

  1. Para nada de acuerdo. asistí el domingo y me encantó. el teatro lleno aplaudió entusiasmadamente. Habiá mucha gente joven y aún niños. Me pareció que la puesta y el vestuario fueron muy apropiados para las limitaciones de espacio y presupuesto. En el Colón con el presupuesto público se dilapida en monstruosidades. Agradezco a Juventus el repertorio ya que nos acerca las óperas de los grandes en versiones muy buenas. A los críticos ahora solo les parecen buenas las operas contemporáneas y las puestas extemporáneas. Con todo respeto.

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  2. Estimada Lydia, asistí el Viernes al estreno y el elenco era diferente al suyo. Ratifico mi impresión de la puesta, hay errores notorios y en cuanto a la reducción orquestal que se ofreció fué pobrísima.

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