martes, 26 de septiembre de 2017

UN BAILE DE MASCARAS CON SORPRESAS.

Un Ballo in Maschera, Opera de G. Verdi, con libreto de A. Somma. Elenco:  Nicolás Sánchez Bongiovannni (Riccardo),Omar Carrión (Renato),Haydeé Dabusti (Amelia),Anabella Carnevali (Ulrica),Natalia Quiroga Romero V (Oscar),Alejandro Schijman (Samuel),Gustavo Vita (Tom),Hugo Negrete Blanco (Silvano).Coro: Orfeón San Ignacio con dirección de Víctor Betinotti ,  Ambientación: Mariela Daga/ Lizzie Waisse, Vestuario: Mariela Daga, Mascaras: Sergio Schoeder/ Nuria Alarcón, Bailarinas de la Corte: Compañía de Danza de Teresita Campana Dirección Escénica: Lizzie Waisse, Dirección Musical: Ronaldo Rosa De Scalzo. Función del24 de septiembre de 2017, Teatro Avenida, Compañía Melodramma.


                     Lo primero que debe señalarse es que se trata de una producción “off Colón”, por lo que las expectativas deben adaptarse a esa realidad. Es decir, sabemos que tendremos una orquesta y un coro acotados en cuanto a número, un escenario de dimensiones que no permiten grandes artilugios escenográficos, etc. Por ello,  cuando se asiste a una producción de esta naturaleza, lo que ha de juzgarse es, básicamente, la calidad musical y la imaginación en la puesta y en la ambientación.
                   En el caso  de Un Ballo in Maschera, en la visión de Melodramma, es de destacar la calidad de las voces, que hicieron que el espectador pasara por  alto la circunstancia de encontrarse ante una puesta que, más que ello, merecería llamarse  un espectáculo semimontado.
                 La ausencia de escenografía, la que se intentó reemplazar con algunos elementos de utilería es la primera de las características que salta a la vista ante la “puesta“de Waisse. Esta visión pobre, con ambición minimalista, se constituyó en un obstáculo para apreciar algunas de las ideas originales que la regista desarrolló, con éxito relativo.
               Waisse, pone el acento en las “ mascaras” del título de la Obra, destacando, en primer plano, dos figuras enmascaradas y cubiertas con túnicas doradas, cuya presencia  en el escenario no se entiende sino hasta que se lee en el escueto programa de mano que representan los conceptos de  “ Vida “  y “Muerte” . Pero más allá de lo que podría suponerse esta información no surge de una nota en que la regista aclare aspectos de su visión, sino de del cast, en el que se incluye al realizador.
             Otra idea que no he podido comprender es la duplicación de los Óscares. Así, además del Oscar original, muy bien cantado por Natalia Quiroga Romero, a su lado aparece siempre un segundo paje, vestido con idéntico ropaje y  que repite los gestos del original, bailando permanentemente  y creando una sensación de  “dilema”.
               Tampoco se comprende la razón por la cual, en esta visión, Ulrica es ciega. Ningún otro dato o detalle orienta la compresión del espectador.
                  Finalmente y siempre en la visión de Waisse, parecería que, por tratarse, Un Ballo en Maschera,  de una ópera suntuosa, que se desarrolla, mayoritariamente, en lujosos salones, la falta de artilugios escenográficos que ambienten la puesta, ha sido reemplazado por profusas e innecesarias coreografías, llevadas a cabo por cuatro bailarinas, las que, por momentos sólo contribuyen aun desprolijo amontonamiento de gente  en el escenario.
             Pero los defectos de la puesta  han sido suplidos y se hacen tolerables a la luz de las interpretaciones vocales de los cantantes.
                      Haydee Dabusti compone aquí una Amelia madura y melodiosa. Su voz parece adaptarse perfectamente a los requerimientos del rol. Inclusive, su tendencia a la sobreactuación está aquí minimizada y logra que su personaje sea creíble y emocione, especialmente en el Segundo Acto. En suma, en mi opinión personal, esta Amelia que  vi en el teatro Avenida, es, por lejos, el mejor trabajo de la soprano.
                   El Renato de Omar Carrión plasma el profesionalismo del barítono, quien compone  el personaje con absoluta solvencia.
                      Párrafo aparte merece el debutante, Nicolás  Sánchez Bongiovanni, quien afronta el difícil y agotador rol de Riccardo como si fuera un veterano en estas lides. El joven tenor, poseedor de un material de primera,  musicalidad y expresión, ha cantado magníficamente el rol, llegando al final sin que se revele agotamiento alguno.
                            Una excelente Ulrica, en la voz de  Anabella Carnevali y la eficiente faena de Natalia Quiroga Romero como Oscar, completan un elenco  que destacó por lo acertado  de su enfoque y la excelencia de las voces y en el que no discordaron los personajes secundarios.
                           En armonía, el desempeño del Coro Orfeón San Ignacio, dirigido por V. Bettinotti, con especial destaque de las voces masculinas.
                           La orquesta, dirigida por el maestro Ronaldo Rosa, acompañó dignamente a los cantantes.
                            En suma, el espectáculo  resultó muy bueno.

                                                                                                MÓNICA ROSSI

1 comentario:

  1. La puesta fue austera pero de buen gusto. Los bailarines fueron un acierto y se entend´jia muy bien el significado de las máscaras. Ulrica, Amelia, Oscar y Renato y los conspiradores muy buenos, el tenor no existe

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