miércoles, 6 de septiembre de 2017

UN CONJUNTO DE EXTRAORDINARIA CALIDAD

“Nuova Harmonia” temporada 2017: Actuación del “American String Quartet”. Programa: Obras de Beethoven, Shostakovich y Ravel. Teatro Coliseo, 29 de Agosto de 2017.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Luego del extraordinario acontecimiento que significó para la entidad organizadora la presencia de Andras Schiff en el Teatro Colón abordando el primer libro de “El Clave Bien Temperado”, bien podía presuponerse que  las manifestaciones posteriores a este inolvidable concierto vivido no tendrían un nivel semejante. Afortunadamente no ha sido el caso y la presencia del “American String Quartet”integrado por Peter Winograd en Primer Violín, Laurie Carney en Segundo Violín, Daniel Avshalomov en Viola y Wolfram Koessel en Violonchelo, conjunto en residencia de la Escuela de Música de Manhattan y del célebre Festival de Aspen (Colorado), al que concurren desde su formación misma en 1974 (cuando aún sus miembros fundadores eran estudiantes de la Juilliard School), llegaron en gira Sud-Americana por estas latitudes y dejaron un testimonio de suprema excelencia con este concierto que abordo un repertorio absolutamente ecléctico.

  El comienzo marcó una interesante versión del Cuarteto Nº 6 en Si bemol mayor del op. 18 de Beethoven, del cuál a su último movimiento se lo conoce como “La Malinconía”. Fue una versión muy lucida, plena de expresividad, muy buen empaste y un entendimiento absoluto entre los integrantes de la agrupación. Winograd desde su puesto del primer Violín marca el pulso, la respiración. la intensidad. Koessel en el Violonchelo es el alma de la cuerda grave, Carney desde el segundo Violín resalta los pasajes de bravura y Avshalomov es el soporte, el balance. Cada pasaje tuvo el “tempi” exacto de interpretación, por lo cuál no pudo haber comienzo mas impactante.

  Fue gratísimo escuchar la versión original del Cuarteto de Cuerdas Nº 8 de Dimitri Shostakovich, a días de que la otra entidad organizadora de conciertos lo presente en el Colón en el arreglo de Rudof Barshai al que se lo conoce como “Sinfonía de Cámara”. La carga dramática, la presencia constante de su anagrama musical formado por las notas que corresponden a las iniciales de su nombre en idioma alemán y los detalles intensos que tiene esta partitura muy cerrada, dedicada a las víctimas de la segunda guerra mundial (compuesta de un tirón en solo tres días), marcan parte de la interesante historia de este trabajo, el cual fue objeto de una versión sencillamente encomiable en la que el Cuarteto se prodigó con creces. Decididamente fluyó y se respiró la música de uno de los grandes absolutos de la historia musical del siglo veinte.
  Y  en la segunda parte, como obra de fondo, tuvimos una memorable interpretación del Cuarteto de Cuerdas en Fa mayor de Maurice Ravel. Impregnado de todos los detalles del expresionismo, elogiado con creces por Claude Debussy (justificado `plenamente) , nos muestra a un Ravel consumado que ha encontrado definitivamente su camino. La versión tuvo, el color, el preciosismo, los detalles mas finos y el equilibrio de todo el conjunto. Triunfo rotundo.

  Y el cierre nos trajo como “yapa”, la cavatina del Cuarteto Op.130 de Beethoven, que no hizo mas que ratificar las cualidades antes descriptas de estos verdaderos virtuosos de la música de cámara. Un muy buen comienzo de la segunda mitad de temporada, que lleva el mismo nivel de la primera mitad..


Donato Decina

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