jueves, 5 de abril de 2018


NOCHE NEGRA Y SIN ESTRELLAS
Inauguración del ciclo Nuova Harmonia e Italia XXI en el teatro Coliseo


La apertura del tradicional ciclo de conciertos de Nuova Harmonia y del nuevo ciclo cultural Italia XXI – auspiciados por la Embajada de Italia y la Fundación Cultural Coliseum- se vio deslucida por una actuación mediocre y monótona, a cargo del tenor italiano Vincenzo Constanzo, acompañado al piano por su compatriota Giovanni Auletta, que tuvo lugar en vel teatro Coliseo el pasado miércoles 4 del corriente.
El programa consistió en arias de ópera de Puccini, Verdi y tradicionales canzonettas napolitanas, alternando con piezas para piano solista de diversos compositores, tales como la Balada n° 1 en Sol menor de Frederik Chopin, la transcripción para piano sobre temas de la ópera Aída de Verdi compuesta por Franz Liszt y la Tarantella del libro Année de Pélegrinage, del mismo compositor.
Si bien el mencionado tenor consta de un nutrido curriculum, con antecedentes de haber cantado en importantes escenarios de Europa los principales roles para su cuerda en óperas de Verdi, Puccini y otros compositores italianos, llamó la atención la escasa longitud de las arias a ser interpretadas (aproximadamente, 20  minutos de tiempo neto de actuación). La otra cosa que llamó poderosamente la atención entre los  críticos y periodistas especializados que se dieron cita esa noche fue que el piano se encontraba amplificado y con efecto sonoro de cámara acústica, lo que opacó el desempeño de Giovanni Auletta en los forti y los tutti. Esto se hizo más evidente en la Balada en Sol menor Op.23 de Chopin, al igual que en la mencionada obra de Liszt sobre la escena final de Aída.
            Pese a poseer un bello timbre vocal, la actuación e interpretación de Constanzo resultaron monótonas y un tanto aburridas; sobre todo, al cantar las canzonettas ”Core ´Ngrato”, de Salvatore Cardillo y “Torna a Sorrento”, de De Curtis. Por tratarse de un tenor nacido en dicha ciudad, faltó el sentimiento característico que sienten los napolitanos por su tierra, al interpretar sus melodías típicas. Y, a pesar de tener buena voz, no difiere mucho de algunos cantantes locales ce la talla de Leonardo Pastore y otros, quienes, además, poseen caudal de voz suficiente como para cantar arias de ópera y música popular italiana sin necesidad de usar un micrófono. Vincenzo Constanzo no se desprendió de dicho elemento durante todo el recital. Sólo soltó su calidad interpretativa hacia el final, cuando cantó “Volare”, de Franco Migliacci y Domenico Modugno.
            Posteriormente, al conversar en el intervalo con los colegas y numerosos artistas que asistieron esa noche, se comentó que la condición impuesta por el tenor fue, precisamente, de cantar con micrófono.
            La labor de difusión de la cultura italiana ejercida tanto por la Embajada de Italia en la Argentina como por las autoridades del ciclo es una tarea loable y un  clásico desde hace muchos años, patrocinando a sus artistas y fomentando actividades relacionadas con el patrimonio cultural y la tradición italiana en  nuestro país. Precisamente, por los fuertes lazos existentes entre Italia y la Argentina y por respeto a la acendrada raigambre italiana existente en el país, los descendientes de aquellos inmigrantes – entre los cuales, quien escribe se incluye- han sabido mantener sus tradiciones intactas, desarrollando un gran gusto por la ópera y la música popular típica del mencionado país.  Por ende, parece mentira que un tenor de dicha nacionalidad sea incapaz de cantar prescindiendo del micrófono.
            Previamente al inicio del recital, el pianista Auletta mencionó las siguientes palabras, en un español aceptable:
“El recital comienza con una noche oscura y triste, presagiando la muerte de Mario Cavaradossi en “E lucevan le stelle”, de Tosca, pdero que termina con una esperanza en “Nessun Dorma”, de Turandot. Y puede tener un alto vuelo”, en alusión a Volare. Salvo que  en vez de ser una noche para poder volar de emoción y placer en aras del bel canto, fue una noche triste y monótona. Una noche negra, donde las estrellas brillaron por su ausencia.       
                                                                                                                                                                Martha CORA ELISEHT

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