sábado, 28 de abril de 2018

UN ESPECTACULO DONDE  PRIMO EL TRABAJO, LA SERIEDAD Y EL RESPETO AL PUBLICO  


LA SONNAMBULA.

OPERA DE VINCENZO BELLINI –LIBRETTO DE FELICE ROMANI BASADO EN UN GUION PARA BALLET DE SCRIBE Y J.P. AUMIER CIA. DE OPERA DOV/E LA BUSSOLA

Elenco: Laura Avila, Luis Fuentes Bustos, Augusto Nureña Santi, Nair Giménez, María Lilia Laguna, Hugo Negrete Blanco,Herman Juli. Orquesta Ensamble Sinfónico 21 con dirección.  De Federico Sánchez. Dirección Ejecutiva del Ensamble 21: Fernando Kiguel. Coro: Dove e la Bussola, dirigido por Yessica Velázquez Barrientos, Ballet Dove e la Bussola?, dirigido por Marcela Ostapchuk. Dirección Escénica Diego Cosin. Dirección General y Producción Gustavo Vita, Sub dirección y Produccion Natalia Quiroga Romero. Función del viernes 27 de abril de 2018. Teatro Asturias.




Anoche concurrimos al recuperado Teatro Asturias para presenciar una función hecha con esfuerzo y calidad  por la Compañía Dove e la Bussola?, que trabajó con  el Ensamble Sinfónico 21 y contó con el apoyo de la Fundación Valta Tharsen.
Cualquier valoración que intente hacerse sobre el espectáculo ha de ser bajo el  tamiz  del sacrificio y del esfuerzo que caracteriza a las producciones liricas independientes. En otras palabras, no estamos en el  Teatro Colón, no contamos con sus medios técnicos, ni con su maravilloso escenario.
La Sonnambula en el Teatro Asturias fue, al fin y al cabo, una aventura que produjo un resultado agradable para el espectador. Se notó la seriedad  y profesionalismo con que se encaró el proyecto y la calidad de algunas de las voces que escuchamos.
Las dificultades fueron muchas. comenzando por la falta de foso, dificultad que afecta a la mayoría de las producciones independientes y que atenta contra el resultado final de la concertación del  sonido y sobre todo de la comunicación entre lo que pasa arriba y abajo del escenario.
En este caso se contó con una orquesta sinfónica excelente, como lo es el Ensamble  Sinfónico 21, dirigida en la oportunidad por Federico Sánchez. Y remarco muy especialmente que se trata de una orquesta sinfónica porque  en algunos pasajes de la opera esta calidad primó  por sobre el resultado y la orquesta sonó demasiado “sinfónica”. Es que el estilo operístico es único y tiene sus propios códigos, que aquí, no se notaron. Carga la responsabilidad el. Director, quien, evidentemente, no posee la mano operística para conducir espectáculos de esta naturaleza.
Aclarado lo anterior, destacaré  la calidad de los ejecutantes, quienes si hubieran encarado el espectáculo  bajo la forma de una suite, por ejemplo, hubieran hipnotizado al público.
Todo esto paso en el improvisado “foso”. Mientras tanto arriba del escenario se desarrollaba la acción.
La ópera es teatro más música.
Desde el punto de vista musical, el espectador contó con una muy buena soprano en el rol de Amina. Laura Avila, con un agraciado aspecto, dio perfectamente el rol de la bella protagonista, cantando muy bien, llegando a todas las  notas e incluso cargando su voz con el carácter y el sentimiento que  el papel exige.  A su lado, su enamorado, Elvino, fue encarado por el joven tenor Luis  Fuentes Bustos, de quien sólo diremos que tiene una voz que enamora. Auguramos al artista un  futuro venturoso porque además de belleza, su voz  posee el volumen y  el carácter que le permitieron encarar el rol magníficamente.
 La Lisa  de Nair Giménez fue  excelente. Graciosa en sus movimientos, afinada y con bella voz, fue una digna contrafigura de la protagonista.  Con ella, la mezzo, María Lilia Laguna se lució en los pasajes en los que cantó como solista y su  voz y su experiencia se notaron claramente en las oportunidades en las cuales se sumó al coro. Aplauso  mayor para esta artista  que merece más que un comprimario.
En cuanto al Conde Rodolfo, encarado por Augusto Nureña Santi, lamentablemente no hemos de elogiar su faena.  Naturalmente dotado de presencia física, logra imponerse en el escenario solo por esta condición. Su voz, en cambio, se escuchó gastada y abúlica. En algunos pasajes superada en sonoridad por la soprano, este bajo, no tuvo ayer, una de sus mejores noches.
El resto del elenco, Hugo Negrete Blanco y Herman Juli, en  roles  demasiado pequeños  como  para evaluar su calidad vocal, tuvieron un desempeño muy correcto, pese a los defectos o a la falta de marcación actoral.
 En cuanto al coro, hay en él todas las voces necesarias  para que “suene”. Y todas esas voces “suenan” individualmente. Falta al coro concertación y trabajo de dirección para que pueda considerarse como tal y no como un conjunto de gente, que canta muy bien, pero que  jamás canto junta y desconoce cómo ensamblarse para que suene como una sola voz matizada.
                   Finalmente, y siempre recordando las dificultades  espaciales que presenta el teatro que no posee proscenio y cuyo escenario es pequeño y con una boca estrecha, me ocupare de la puesta en escena y la dirección actoral.
En primer lugar  señalaré que la traslación en tiempo y lugar pergeñada por la regie “aguantó “ perfectamente el libretto que se estaba desarrollando. Fue, en principio muy raro encontrarnos en una playa con bañistas vestidos a la usanza de los años 50,  enmarcados por el recurso de una proyección sobre  una pantalla que ocupaba  todo  el ancho de la escena y sobre la cual se proyectaba  un mar que  llegaba a la playa con un bello cielo. Esta imagen me pareció un hallazgo estético. Incluso llegare a decir que el recurso técnico utilizado salvó las dificultades de movimiento que demostraba el coro. Demasiada gente en el escenario y todos mirando al  Director para saber cuándo les daba la  entrada.  Si bien  la regie se ocupó de distribuir algunas acciones a los coreutas, las mismas resultaron insuficientes como para disimular la dificultad del amontonamiento que  las dimensiones del escenario generaban.
Finalmente, fue  como si promediando el primer acto, hubieran descubierto el escenario secundario al costado  del escenario, que, mal iluminado, albergó  mayoritariamente al coro, durante el resto de la función.
En suma, la puesta, con una propuesta simpática, adoleció de falta de imaginación, proponiendo una “Sonnambula “que, vestida a la usanza de los 50, era actuada  a la manera de esa época. Los cantantes, por ejemplo, en pleno dúo de amor, giraban hacia el director, sin mirarse entre ellos, y dedicándose, a la vez, las frases amorosas más tiernas.
           Tampoco fue muy acertada la marcación de la escena entre Amina (dormida) y Rodolfo. Todo resultó en un confuso revoltijo de sábanas que, contrariamente a lo que marca el libretto, generaban en el público una duda razonable en relación  con la caballerosidad del conde. Tal fue el desorden en esa escena, que pasó totalmente desapercibida la acción que resuelve el argumento. Nadie notó que Lisa perdió su pañuelo (aquí reemplazado por un chal) y mucho menos que Rodolfo  cubrió con el mismo a la protagonista.
                   A la mejor manera de las  manifestaciones que diariamente vivimos en  la Ciudad de Buenos Aires, el coro se presentó como la “hinchada de Amina”, portando inclusive, carteles que rezaban “VIVA AMINA”, invadiendo el escenario en unos de los momentos claves de la  obra.
                      El mismo coro, ahora desde el escenario secundario, decidió, cual político moderno, cambiarse de  bando) (y de carteles)  y alabar a Lisa, la contrafigura.
               En fin, todo terminó muy bien, con gran beso y abrazo entre los protagonistas y los espectadores que, abandonamos el teatro con una sonrisa y la certeza de que la gente de Dove é la Bussola?  Había puesto mucho trabajo y mucho respeto al público para enseñarlo..
                                               Ahora la temporada de la compañía en el Teatro Asturias continuará con dos títulos interesantes que presentan sus dudas. “ L Orfeo” de Monteverdi  y   La Serva Padrona “ de Pergolesi. Mientras sigan manejando estos estándares de trabajo y respeto hacia el público, podremos hablar, como lo hacemos hoy, de  espectáculos  dignos de verse.
                                                                                 MONICA ROSSI

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