APUNTES DE UNA “NOCHE”
MEMORABLE
Museo de la
Fundación Rómulo Raggio (Vicente López), Ciclo de Música de Cámara 2019:
Concierto del Sexteto Haydee Seibert-Gustavo Mulé (Violines), Carla Regio-Eliseo
Oreste (Violas), Myriam Santucci-Siro Bellisiomi (Violonchelos) y la Dirección
Musical del Mtro. Pedro Ignacio Calderón. Programa: Obras de Brahms y Schöenberg.
19 de Octubre de 2019.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE.
Si digo que fue
el mejor concierto de cámara de un conjunto argentino en la presente temporada,
créame amigo lector que no exagero. Tuvo coherencia, intensidad, sabiduría al
programar, amalgama sonora y el plus de la experimentada guía de una de las
mentes más brillantes que la música argentina ha dado a lo largo de su inmensa
y rica historia. La fecha del 20 de Octubre del 2019, quedará para los habitués
del ciclo de conciertos de cámara de la Fundación Rómulo Raggio de Vicente
López como una de las más significativas de sus 10 años de fecunda trayectoria.
Uno de los aciertos más rotundos de la noche fue
la conformación del sexteto que abordó el concierto. A los bien conocidos
Haydee Seibert y Gustavo Mulé (violinistas) y Myriam Santucci (violonchelísta),
quienes trabajan juntos en el “Cuarteto de Amigos”, se sumaron el
extraordinario violonchelista Siro Bellisomi y los jóvenes y excelentes violistas
Carla Regio y Eliseo Oreste quienes resultaron ser las revelaciones de la
noche.
Pero, por supuesto, la mayor atracción estuvo
en la participación del Mtro. Pedro Ignacio Calderón para guiar la obra de
fondo: “Noche Transfigurada” de Arnold Schöenberg.
Una
bienvenida decisión la constituyó la programación del segundo movimiento “Andante
ma moderato en forma de variación” del sexteto en Re menor Op. 18 de Johannes
Brahms. No es casualidad, ya que se
trata de una de las obras tomadas por Schönberg como referencia para la
composición de “Noche Transfigurada”. Aquí el Sexteto actuó sin Director, por
lo que recayó en Haydee Seibert la función de primer violín y guía. La sorpresa
la constituyó la extraordinaria participación de Carla Regio al iniciar ese
pasaje con estupenda solidez interpretativa, la que se contagió al resto de la
agrupación. Hubo vitalidad y exquisito sonido, lo que abonó el terreno para el
momento de encarar del trabajo de fondo.
No hubo intervalo (otra pertinente decisión).
Previamente Haydee Seibert nos brindó una muy buena explicación sobre “Noche
Transfigurada” y su relación con la obra de Brahms anteriormente interpretada,
para luego recordarnos que junto con los “Gurrelieder” este trabajo constituye
la despedida del compositor de la tonalidad ya que luego se concentró en
desarrollar lo que se conoce como “dodecafonía”. También sintetizó la historia
narrada en el poema de Richard Dehmel en el que se basa y manifestó que se
trató de la primera obra de cámara en ser “programática”, algo que para esa
época (1899) solo se encontraba en obras de carácter sinfónico. Luego de esto,
una cerrada ovación recibió al Mtro. Pedro
Ignacio Calderón, quién primeramente reforzó para el público las anteriores explicaciones
de Seibert para luego invitarnos a los
presentes a cerrar los ojos y dejarnos llevar por la música. Hubo otro detalle
que no fue menor: se dejó en penumbras
la sala para que solamente las lámparas de los atriles conformaran la iluminación
del lugar y entonces el desarrollo de los temas musicales nos hicieron
reencontrar con la historia de la pareja que transita de noche el bosque, la
mujer que le anuncia a su amor que espera una criatura de otro hombre, las dificultades producidas tras ese anuncio
en el trayecto y la decisión final del hombre de sostener el amor a toda costa
aceptando la situación.
Calderón plasmó una versión
homogénea, plena de sonido, muy rica en matices, en donde todos trabajaron por
igual hasta llegar a un final en donde el sonido se fue extinguiendo
paulatinamente, que se produjera un breve pero muy intenso silencio para que luego sí comenzara la lógica ovación
con que la versión fue premiada, lo que provocó que el director y el sexteto
decidieran (ahora con las luces encendidas) “bisar” la parte final de la obra,
la que fue mejor expuesta aún.
El brindis posterior ofrecido a los músicos y
los presentes por parte de Alejandra y Mario Raggio (los responsables de la
Fundación) nos permitió confraternizar, saludar el reencuentro de la “dupla”
Calderón Director/Seibert Primer Violín e intercambiar impresiones (como me
ocurrió con el filósofo y escritor Noé Jitrik) luego de un momento tan intenso como
inolvidable.
Donato Decina
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