Maravillosa
presentación de Joyce Di Donato junto a “IL POMO D’ORO” en el Colón
BRILLANTE FINAL DE
CICLO
Martha CORA ELISEHT
Como la mayoría de los Ciclos de
Conciertos a esta altura del año, el Mozarteum Argentino concluyó el suyo con
un espectáculo de alta jerarquía: la presentación de la talentosa mezzosoprano
estadounidense Joyce Di Donato junto al Ensemble de Música Barroca “IL POMO D’ORO” dirigido por Maxim Emelyanychev el pasado lunes 28 del
corriente en el Teatro Colón, con la participación del bailarín y coreógrafo
argentino Martín Palazzo y bajo la dirección escénica de Ralf Pleger, con
iluminación a cargo de Hemming Blum, diseño de video de Yousef Iskander y
vestuario de Vivianne Westwood y Lasha Rostobaia, quienes confeccionaron los
trajes para Joyce Di Donato y Martín Palazzo, respectivamente.
Fundado en 2012, este conjunto se
caracteriza por sus presentaciones dinámicas de óperas y otras obras del
barroco y clasicismo. Está formado por músicos no sólo sumamente talentosos,
sino también, especialistas en la materia. Utilizan instrumentos de época
(clavecín, violín barroco, viola da gamba, oboe d’amore, tiorba, flauta de pan,
flautín y cornetto), que suenan maravillosamente bien. Desde 2014 hasta la
fecha, el ruso Maxim Emelyanychev es el
director musical del conjunto y cuenta con una numerosa discografía, a tal
punto que fue galardonado con el Premio Echo Klassik 2017. No sólo se presenta
en los principales teatros europeos, sino que viene realizando una gira
internacional junto a Joyce Di Donato desde 2016 por los grandes escenarios del
mundo para presentar su último disco: In
War and Peace: Harmony through Music (En
Guerra y Paz: Armonía a través de la Música), espectáculo con el cual se
presentó sobre el escenario del Colón.
El mismo se
divide en dos partes: Guerra y Paz y comprende
una conjunción de obras de diferentes autores: Georg Frederich Häendel
(1685-1759), Leonardo Leo (1694-1744), Emilio De Cavalieri (1550-1602), Henry
Purcell (1659-1695), Carlo Gesualdo (1566-1613) y Arvo Pärt (1935). El
resultado final es un monumento a la exquisitez y el buen gusto,
maravillosamente actuado, con recursos de luminotecnia exactos y precisos para
ilustrar las diferentes piezas que componen el espectáculo, pero resaltando el claroscuro característico del barroco. En cuanto al vestuario, fue sencillo y
práctico. El bailarín aparece con el torso desnudo, ataviado solamente con una
pollera larga, que le permite amplitud de movimientos, mientras que Joyce Di
Donato lució dos vestidos clásicos en color negro (Guerra) y gris plomo (Paz),
luciendo como accesorio un amplio chal haciendo juego. Y al mejor estilo de una
tragedia griega, cantó descalza sobre el escenario que tantas veces la vio
brillar. Tanto la mezzosoprano como el
bailarín se desplazaron con posturas
simétricas en escena, resaltando el hilo conductor. Y una vez más, Joyce Di
Donato demostró poseer una coloratura soberbia, con matices oscuros y brillantes,
impostando la voz en las arias más dramáticas (Scenes of Horror, Scenes of woe del oratorio Jefté de Häendel, Prendi quel
ferro, o bárbaro! de Andrómaca, de
Leonardo Leo y el célebre Lamento de Dido
de DIDO Y ENEAS, de Purcell) y
brindando excelentes matices en los pianissimi
y en las arias lentas (Lascia ch’ío
piango de la ópera Rinaldo, de
Häendel).. Su voz cálida, melodiosa y potente sobresalió en todo momento por su
excelencia interpretativa y sus magníficas
dotes histriónicas. Según opinión personal de quien escribe, ha sido la
mejor actuación de la diva estadounidense sobre el escenario del Colón.
La soberbia y magistral dirección de
Maxim Emelyanychev sorprendió a todos
los presentes –en su calidad de director musical y clavecín solista- . Y llegó
al summum cuando ejecutó un magnífico
solo de cornetto en la Sinfonía de la Representatione dell’anima e
di Corpo, de Emilio De Cavalieri. Lo mismo sucedió a continuación, con la
colosal interpretación de la célebre Chacona
para tres violines y bajo continuo de Purcell a cargo de la concertino Zefira Valova, los
violinistas Nicholas Robinson y Daniela Nuzzoli y la contrabajista Anna María
Bator. La tiorba –instrumento antiguo de cuerdas similar al laúd, a cargo de Gianluca Geremia- sonó
magistralmente en el contrapunto de notas graves, mientras que Ana Fusak tocó
un magnífico solo de flauta dulce y flautín en el aria del oratorio Susana de Häendel (Crystal stream in murmjurs flowing), imitando el sonido de los
pájaros. Esta última formó parte de la segunda parte (Paz), donde la iluminación se dio gradualmente con tonos claros,
predominando el brillo del sol y el hecho que los protagonistas –mezzosoprano y
bailarín- arrojaran pétalos de flores. Luego del interludio orquestal con la
música de Arvo Pärt Da pacem, Domine, Joyce
Di Donato se lució en las dos arias finales del espectáculo: Augeletti, che cantato de la ópera Rinaudo de Häendel y Doppa Notte de Ariodante, del mismo compositor. Allí se lució Martín Palazzo
mediante una fouette y un solage magistrales,
haciendo gala de su plasticidad, además de usar elementos de técnica Graham
durante el resto de la coreografía (contracción, relajación, giros).
Al terminar el show, el público
aplaudió de pie a los intérpretes en forma unánime y sostenida, motivo que
obligó tanto a Joyce Di Donato como a Martín Palazzo a tomar los micrófonos y
dirigirse al público – mitad en castellano, mitad en inglés, con traducción
simultánea- para explicar el propósito
de la obra con la siguiente pregunta retórica: ¿cómo encontrar la paz, en medio
del caos?... E invitó al público a dejar su opinión por escrito en unas
tarjetas –especialmente diseñadas para tal efecto- que se repartieron con los
programas. Y dio otra muestra de su enorme generosidad antes del cierre: cantó
una transcripción para instrumentos barrocos de Morgen (La mañana) de Richard Strauss. Tanto ella como los
integrantes de Il Pomo d’Oro se
retiraron ovacionados y sumamente complacidos. Un broche de oro para un
brillante final de ciclo, digno del Mozarteum.
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