COLUMNA DE OPINIÓN
SOBRE EL SENTIDO COMÚN Y EL
BUEN USO DEL IDIOMA
Martha CORA ELISEHT
El tiempo pasó y llegó Junio. Y con
él, el frío y la mayor cantidad de casos de coronavirus. Por suerte, todavía
las temperaturas se mantienen templadas y no ha hecho demasiado frío, pero
comenzó la circulación comunitaria del virus, que se incrementa con las bajas
temperaturas debido a una mayor
velocidad de replicación y circulación.
Mientras tanto, la población sigue
con el aislamiento social preventivo y obligatorio, que ya lleva más de 80 días
y que se sigue manteniendo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por
ser el foco donde existe mayor densidad de población y por ende, concentra el
80% de los casos de todo el país.
Mientras muchas localidades de la
Argentina ya han abierto la mayor parte de sus actividades –con las debidas
restricciones y cumpliendo con protocolos de seguridad estrictos acorde a cada
una de las mismas-, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en el Conurbano
bonaerense siguen habiendo restricciones. Tal es el caso del transporte
público, donde sólo pueden viajar aquellos trabajadores considerados esenciales
con sus respectivos permisos de circulación actualizados y en regla. Se
incrementaron los controles en las estaciones de ferrocarril e incluso, existe
una prueba piloto que se implementó en el Ramal Tigre del Ferrocarril Mitre,
que consiste en que los usuarios del tren deberán sacar una aplicación para
solicitar turno para viajar en hora pico (de 6 a 10 de la mañana). La idea es
extenderlo a las demás líneas de trenes en un futuro no muy lejano.
Entretanto, la Ciudad Autónoma ha
decidido la apertura de ciertas actividades tales como la venta de ropa y
calzado en los comercios de cercanía, las salidas de los niños durante el fin
de semana acompañados por sus padres –previamente, era acorde a la terminación
del número de documento y sólo con uno de los dos progenitores- y la
posibilidad de salir a correr y hacer actividad física entre las 20 y las 8
horas. Esto último motivó a que la gente saliera en multitud y masivamente el
lunes 8 del corriente a la hora señalada. Luego de prácticamente 80 días de
confinamiento, la gente se aglomeró para salir a correr, sin respetar el
distanciamiento social ni la separación entre personas. Los medios de
comunicación y las redes sociales se hicieron eco de los denominados “runners”,
lo que produjo una sensación de irresponsabilidad, indignación y falta de
respeto por parte de quien escribe.
En primer lugar, ¿por qué hay que
emplear anglicismos teniendo un idioma tan rico en palabras?.... ¿No es mejor
usar la palabra “corredores”, en vez de su
equivalente en inglés?.... ¿Acaso queda más fino, o suena más cheto, por no
decir “cool”?... Sucede lo mismo con las cafeterías, que fueron habilitadas
para el “take away” o “coffee to go”. ¿Por qué no usar “café/té para llevar”, o
“comida para llevar” si se trata de alimentos sólidos?.... Lo mismo sucede con
“Delivery”. ¿Por qué no “reparto a domicilio”?... Da mucha bronca que tenga que
usarse otros términos foráneos en vez de hablar correctamente en castellano.
En segundo lugar, si no hubiera
aumento del número de casos (a la hora de escribir esta nota, 635 sólo en CABA)
se puede justificar la necesidad de salir a correr o a hacer algún tipo de
actividad física luego de tanto tiempo de encierro. Pero como la Ciudad es el
distrito con mayor número de casos, no es el momento más apropiado para tomar
este tipo de medidas. Si no se respetan la separación entre personas que salen
a correr juntas -1,5 a 2 metros- ni entre corredores –por lo menos, la
distancia debe ser entre 4,5 a 5 metros, que tampoco se respetó- es un caldo de
cultivo para la diseminación del virus. Una puede entender que el encierro
produce agobio, tedio y aburrimiento, pero tampoco es necesario que todo el
mundo salga de golpe a reunirse como adolescentes en el día de la Primavera en
los bosques de Palermo o en zonas de la Ciudad donde existen otros circuitos
deportivos –Parque Saavedra, Parque Patricios o Parque Chacabuco-. Si uno desea
practicar actividad física, puede hacerlo dentro del horario permitido dando
vueltas alrededor de la plaza de su barrio o dentro de los 500 metros del radio
comprendido entre la plaza y el domicilio. Por lo tanto, a una le parece una
falta de respeto hacia todos aquellos que vienen cumpliendo las medidas de
aislamiento y distanciamiento social a rajatabla y que sólo salen de su casa
para abastecerse o hacer algún trámite cerca de su domicilio. Ha sido una
actitud digna de una caterva de irresponsables.
En tercer lugar, es inconcebible que
una –como trabajadora esencial- tenga que solicitar un turno para tomar el tren
para dirigirse a su trabajo en el Gran Buenos Aires mientras un montón de gente
sale indiscriminadamente a correr, sin respetar las distancias y quebrando todo
tipo de normas que han dado bastante buenos resultados en pro de un discurso anticuarentena, que lo único que
hace es tirar por la borda todo el sacrificio que la mayoría de la gente ha
hecho hasta ahora, cuando todavía no se ha producido el pico de la epidemia. Es
totalmente injusto e indignante. Y una vez más, demuestra que el sentido común
es el menos común de los sentidos.
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