Transmisión por streaming de “LULÚ” desde el
Metropolitan de New York
UN PERFECTO PALÍNDROMO
MUSICAL
Martha CORA ELISEHT
Dentro de la constelación de
transmisiones por streaming que en
este momento están ofreciendo los mayores teatros líricos del mundo, el
Metropolitan Opera House de New York sorprendió el martes 3 del corriente con
una notable producción de “LULÚ”
de Alban Berg (1885-1935), en coproducción con la English National Opera (ENO) y la ópera Real de Holanda, emitida en
2015 con producción integral de William Kentridge, escenografía de Sabine
Thieunissen, vestuario de Greta Goiris, iluminación de Urs Schönebaum. y
proyección de video de Catherine Mayburgh. La dirección orquestal estuvo a
cargo de Lothar Koenigs y Deborah Voigt actuó como presentadora.
El elenco estuvo compuesto por los
siguientes cantantes: Marlis Petersen (Lulú),
Susan Graham (Condesa Geschwitz), Daniel
Brenna (Alwa), Franz Grundheber (Schigolsch), Paul Groves (El Pintor/ Príncipe Africano), Julian
Reuter (Doctor Schön/ Jack el
Destripador), Martin Winkler (Acróbata/
Animador), Elizabeth DeShong (Escolar/
Paje/ Acomodadora de Guardarropas), Alan Oke (Marqués/ Mayordomo), Julian Close (Empresario Teatral/ Banquero), Ashley Emerson (Quinceañera), Jane Shaulis (Su madre), Kathryn Day (Periodista), Paul Corona (Sirviente) y James Courtney (Médico/ Profesor/ Comisionado de Policía). A
su vez, participaron también los actores Joanna Dudley y Andrea Fabi (Alegorías).
La segunda y más famosa de las óperas de
Alban Berg constituye un perfecto palíndromo musical, con estructura en forma
de espejo a partir del interludio del
2° Acto en la parte central de la obra. Por definición, un palíndromo es una
palabra o frase que puede leerse de la misma forma tanto al derecho como al
revés (ananá, Neuquén, “Dadle arroz a la
zorra del abad”). La protagonista es recogida de la calle a los 12 años por
Schigolsch, quien se la entrega a una
Madame para que la instruya en el oficio
de la prostitución. A partir de allí conoce al amor de su vida –el Doctor Schön-, quien la casa con un
colega suyo (el Doctor Goll) y pasa a
ser Nelly. Ahí se transforma en la
modelo y amante del Pintor hasta que su marido cae fulminado de un infarto y
posteriormente, se casa con el Pintor y pasa a ser Eva. No es casual que al iniciar la obra, el Animador la presente con ese nombre –en alusión a la primera mujer
y a quien comete el pecado original-. Cuando el Doctor Schön le cuenta al Pintor
que mantiene una relación paralela con su esposa, éste se suicida. Por lo
tanto, Lulú enviuda nuevamente,
adquiere fortuna y triunfa como bailarina en un espectáculo ideado por Alwa –hijo del Doctor Schön-, que la llama Mignon.
Finalmente, logra su cometido haciendo que éste rompa su compromiso con la Condesa Geschwitz y se case finalmente
con ella. Sin embargo, cuando todo parece ir de maravilla en su vida, aparecen
un Escolar, Schigolsch y un acróbata, quienes la seducen sin que Lulú oponga resistencia. Abrumado por
los celos, Schön toma un revólver e
intenta matarla, pero ella se apodera del arma, mata a su marido y paga su
condena con 20 años de cárcel. A partir de allí comienza su decadencia: contrae
cólera en prisión, logra salir con la complicidad de la Condesa –de quien se ha hecho amiga-, pero sin un centavo y
enferma, todos la abandonan excepto Schigolsch
y Alwa, quien siempre estuvo
enamorado de ella. Vende el periódico de su padre y la ayuda a cruzar la frontera.
Ya en Londres, se transforma en una prostituta callejera, que encuentra la
muerte a manos de Jack el Destripador.
Independientemente de este cúmulo de
acontecimientos que suceden en la vida de Lulú,
quienes fueron sus esposos y/o amantes durante su apogeo serán sus clientes
como prostituta durante su decadencia. Para ilustrarlo, Berg utiliza no sólo el
método dodecafónico fundado por su maestro Arnold Schönberg, sino que además
emplea un arpegio ascendente y
descendente a cargo del piano en el interludio
del 2° Acto, que marca el palíndromo musical ya mencionado. Pero en vez de
emplear una serie dodecafónica para toda la obra, usa una serie para cada uno
de los personajes a modo de leitmotiv. En
el caso de Lulú, la serie es: Fa-
Sol- La bemol- Si bemol- Do- Re- Fa sostenido- Re sostenido- Mi- La_ si- Do
sostenido. Este ciclo se repite 3 veces sobre la serie básica, mientras que en
el caso de Alwa, la secuencia es: Si♭,
Fa♯, Mi♭,
Sol♯, Fa, Si, Mi,
Re, La, Do, Do♯, Sol y para el Dr. Schön: Si♭,
Mi♭,
Sol, Sol♯, Re, Fa, Mi,
La, Si, Do, Fa♯, Do♯. La orquestación comprende los siguientes
instrumentos: 3 flautas, piccolo, 3
oboes, corno inglés, 3 clarinetes en Si bemol (uno en Mi bemol), un clarinete
bajo, un saxo alto en Mi bemol, 3 fagotes, contrafagot, 4 cornos en Fa, 3
trompetas, 3 trombones, tuba, percusión, timbales, arpa y piano, además de las
cuerdas. Comprende también un conjunto de jazz formado por 3 clarinetes, 1
clarinete bajo, saxo alto, saxo tenor, contrafagot, 2 trompetas de jazz en Si y
otras 2 en Do, batería, 3 violines con trompas de jazz, contrabajo y vibrafón.
Estos arreglos fueron hechos por el compositor austríaco Friedrich Certha, ya
que Alban Berg murió dos años antes del estreno de su obra en Zurich, en 1937.
Curiosamente, el primer escenario donde se representó fuera de Europa fue en el
Teatro Colón en 1965, con dirección de Ferdinand Leitner y Evelyn Lear en el
rol principal. La primera vez que se representó en el Metropolitan fue en 1977,
con Tatiana Troyanos y Carol Farley dirigidas por James Levine.
Los cambios de escena se logran mediante una excelente
proyección de video, que permite pasar del atelier del Pintor a su casa, al teatro donde la protagonista presiona al Dr. Schön, de la casa de Schön a la cárcel, la fiesta donde Lulú es presionada por todos los
asistentes –que la abandonan- y al oscuro y lúgubre recinto donde la
protagonista ejerce la prostitución y encontrará la muerte. Los colores son los
mismos para los cantantes que representan a varios personajes, mientras que Alwa, la Condesa y Schigolsch utilizan –con algunas variantes- la misma ropa. La
protagonista usa sólo dos colores: blanco y negro, pero aparece en short casi
todo el tiempo –lo que permite exhibir su físico-, mientras que usa una falda
amplia en forma de flor –siempre en los mismos colores-como bailarina y un
vestido blanco con falda en jirones de papel de diario –símbolo de la
decadencia-, mientras que cambia al gris al salir del presidio y como
prostituta callejera. Permite pegar papeles sobre la ropa haciendo alusión a
los genitales y las mamas sin aparecer desnuda sobre el escenario o cubrir su decadencia con un sobretodo y un
saco.
La difícil y compleja partitura mencionada anteriormente
encontró en el director alemán Lothar Koenigs a un intérprete que supo brindar
un equilibrio sonoro muy preciso, brindando en las escenas de mayor dramatismo
la intensidad que las mismas requerían. La ejecución del mencionado arpegio en
el piano fue perfecta desde el punto de vista técnico como interpretativo. Todos
los personajes secundarios estuvieron perfectamente interpretados y se destacó
la mezzosoprano Elizabeth DeShong en los tres roles que le tocó interpretar (El Escolar, la Acomodadora del Guardarropas
y el Paje), pero El Escolar fue el mejor, ya que permitió
un lucimiento perfecto de su voz. Por su parte, el tenor Paul Groves dio vida
al Pintor y al Príncipe Africano que le propone matrimonio a Lulú. Su excelente técnica vocal y sus dotes histriónicas le
permitieron componer perfectamente al atormentado segundo marido de la
protagonista. El barítono Martin Winkler brindó una estupenda versión del Animador en el Prólogo y del Acróbata que
pretende los favores sexuales de Lulú en
el 2° Acto, mientras que el bajo Franz Grundheber ofreció un soberbio Schigolsch. Este personaje es complejo,
ya que es como un padre para la protagonista –pese a haberla iniciado en la
prostitución- , pero al mismo tiempo, es un estafador y un vividor. Y a pesar
de todo, es el único que acompaña a Lulú en
todos sus contratiempos y en las circunstancias adversas, al igual que Alwa –magistralmente interpretado por el
tenor Daniel Brenna desde el punto de vista vocal como actoral-. La
mezzosoprano inglesa Susan Graham supo encarnar perfectamente a la controvertida
Condesa Geschwitz- quien es bisexual
y desea a Lulú, mostrando su costado
lésbico-, al igual que el barítono Julian Reuter como el Doctor Schön y Jack el Destripador.
Su poderosa voz y sus soberbias dotes histriónicas le permitieron componer
a estos dos personajes, aunque descolló en el primero por ser el que posee mayor participación como el artífice, amante
y marido de Lulú. También estuvo muy
bien la pareja de figurantes compuesta por
Joanna Dudley y Andrea Fabi, quienes eran un espejo de la protagonista y
los personajes principales, ayudando a componer el mencionado palíndromo en
escena.
El rol protagónico encontró en la soprano alemana Marlis
Petersen a su intérprete ideal. No sólo posee una bellísima voz con excelentes
matices y una técnica vocal estupenda, sino también una muy buena contextura
física, que le permite lucir su esbelta figura con escasa vestimenta sobre el
escenario. Independientemente de pasar a la serie dodecafónica con total
facilidad, es una excelente actriz. Pasó del apogeo a la caída en un santiamén,
viéndose desesperada, sin un centavo y presionada cuando todo el mundo le exige
dinero. Y sumamente ansiosa en el Epílogo
final de la obra, en su desesperación por encontrar clientes. Y se retiró
ovacionada.
El mismo equipo que realizó la reposición de WOZZECK en Enero del corriente año fue
el encargado de esta genial producción. Si bien el dodecafonismo vienés no es
la especialidad ni su música del gusto personal de quien escribe, es una obra
magnífica como thriller psicológico.
El apogeo y caída de una persona se exhiben en una forma brutal y descarnada,
apoyado por una estructura musical en forma de espejo. Y cuando se la
representa con
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