miércoles, 17 de junio de 2020


Muy buena versión de “ARMIDA” de Rossini en el Metropolitan de New York

UNA LECCIÓN DE VIRTUOSISMO Y BEL CANTO
Martha CORA ELISEHT

            Dentro de la amplia oferta de transmisiones por streaming que ofrece el Metropolitan Opera House de New York, el pasado martes 16 del corriente le tocó el turno a “ARMIDA” de Gioacchino Rossini (1792-1868) con producción general de Mary Zimmermann, escenografía y vestuario de Richard Hudson, iluminación de Brian Mc Devitt y coreografía de Graciela Daniele, con participación de Daniel Pelzig como asistente de esta última. La presentación estuvo a cargo de Deborah Voigt, con la participación del director italiano Riccardo Frizza en el podio y un elenco integrado por los siguientes cantantes: Renée Flemming (Armida), Lawrence Brownlee (Rinaldo), John Osborn (Goffredo), Barry Banks (Gernando/ Carlo), Koble von Rensburg (Ubaldo), Yegische Manucharyan (Eustazio), Peter Volpe (Idraote), Keith Miller (Astarote, rey de los Espíritus) y los figurantes Teele Ude (Cupido) y Isaac Scranton (Venganza). El bailarín Aaron Loux  dio vida a la alegoría de Rinaldo en el ballet del 2° Acto, mientras que la dirección del Coro estuvo a cargo de Donald Palumbo.
            Debido a la extrema dificultad de las arias para todos los principales intérpretes, esta bella obra del cisne de Pésaro se representa en muy pocas oportunidades. Precisamente, esta versión  data de 2010 y fue la última vez que se cantó en el escenario del gran teatro lírico neoyorquino. A diferencia de su homónima francesa (Armide, de Jean Baptiste Lully) se representa en 3 actos en vez de los 5 característicos acorde a los cánones imperantes en aquel entonces, pero ambas tienen un ballet: en este caso, en el divertimento del 2° Acto. Y al igual que la misma, el libreto compuesto por Giovanni Schmidt también está basado sobre el poema Jerusalén Liberada de Torquato Tasso. Se estrenó en el Teatro San Carlo de Nápoles en 1817 y posee pasajes de canto muy largos, con coloratura durante toda la obra. Por eso representa un desafío para los intérpretes.
            En la presente versión, toda la puesta en escena consta de una escenografía semicircular con numerosas puertas, por las cuales entran y salen todos los personajes de la ópera. La transición hacia las diferentes escenas se logra con efectos de iluminación, excepto en la última –donde baja un telón que representa tanto a un mar embravecido como una tormenta y la posterior destrucción del palacio por parte de la protagonista-. Cuenta con un vestuario de época, donde los soldados llevan uniformes rojos, con casco y pechera dorados y los principales protagonistas masculinos, largos sobretodos totalmente abotonados y de diferentes colores. Sólo Idraote y el espíritu maligno Astarotte aparecen vestidos de blanco –color que también es usado por la protagonista en el 1° Acto, con capa blanca en el anverso y negra en el reverso-, mientras que Armida usa vestidos de diferentes colores: negro en el 2° Acto y en la primera escena del 3°, fucsia, que retorna al negro para la violenta despedida con Rinaldo y sus compañeros y su venganza hacia el final. En todas las escenas aparecen dos figurantes: Cupido en las de amor –ataviado de rojo- y la Venganza, en la ofensa de Gernando y en la final de Armida –usando falda larga gris y el torso desnudo-. Estas alegorías estuvieron muy bien interpretadas por la acróbata Teele Ude y el actor Isaac Scranton respectivamente, sin hacer abuso del recurso. Por otra parte, el ballet se empleó en la escena de los espíritus malignos comandados por Astarotte bajo las órdenes de Armida, donde los hombres vestidos de ratones tuvieron una muy buena actuación y también, en la transformación del Averno en un palacio suntuoso ubicado en la Isla de la Fortuna, donde Rinaldo  es cautivado por la seducción y la magia de Armida. Todo el cuerpo de baile participante tuvo una muy destacada actuación en las escenas de conjunto, mientras que el bailarín solista Aaron Loux demostró poseer una excelente plasticidad, gracia y versatilidad de movimientos para componer la alegoría de Rinaldo.
            El coro tuvo también una destacada actuación: el regimiento de soldados en el 1° Acto y las odaliscas en el 2° y 3° Acto, seduciendo tanto a Rinaldo como a sus compañeros Carlo y Ubaldo, que se dirigen al palacio de Armida para rescatarlo. Por su parte, Riccardo Frizza demostró ser un director muy versátil, con profundo conocimiento de la obra rossiniana y muy preciso dando la entrada de los diferentes instrumentos, al igual que su perfecta marcación de los tempi. Tanto el concertino David Chan como el cello solista Rafael Figueroa tuvieron perfección absoluta y vuelo en los solos de sus respectivos instrumentos. Los efectos logrados por las trompetas fuera de escena también fueron de gran pureza de sonido.
            Por ser una ópera donde sólo hay un rol femenino, Renée Flemming tuvo la difícil tarea de encarnar a la protagonista. En un reportaje realizado en el backstage, ella confesó que es uno de los roles más virtuosos al que puede aspirar una soprano de coloratura –lo cantó en varias oportunidades en 1996 y 1998-, pero también, el más agotador. Si bien sigue manteniendo una muy buena coloratura, el hecho de cantar este rol a una edad más avanzada y el interpretar papeles dramáticos hace que la misma suene algo más pesada. No obstante, fue una lección de virtuosismo y bel canto merced a su esbelta figura, sus insuperables matices y su gran capacidad actoral. Y se destacó en las arias principales (“D’amore al dolce impero” y “Dove son’ió… Fuggi!”). Sin embargo, hubo dos tenores que demostraron tener las voces perfectas para los roles rossinianos: el moreno Lawrence Brownlee y Barry Banks. El primero es uno de los mejores tenores de coloratura del momento y fue ideal para interpretar el harto difícil rol de Rinaldo. Los dúos de amor entre él y la protagonista (“Amor…possente nome!” del 1° Acto y “Dove son’ió” del 2° Acto) fueron magistrales, al igual que el trío entre él, Carlo y Ubaldo (“In quale aspetto imbelle”). Perfecto en los sobreagudos, en las  coloraturas y notas naturales. Por su parte, Barry Banks también tuvo una actuación sobresaliente en el aria de Gernando antes de batirse a duelo con Rinaldo (“Non soffriró l’offesa”) y como Carlo en el trío mencionado anteriormente. Por su parte, el tenor Koble Van Rensburg dio vida a un muy buen Ubaldo y se lució en el mencionado trío. John Osborn también brindó un muy buen Goffredo, al igual que el tenor Yegische Manucharyan como su hermano Eustazio. Asimismo, los bajos Peter Volpe y Kevin Miller tuvieron una destacada actuación como Idraote y Astarotte respectivamente. Este último dio una lección de actuación y estuvo perfectamente caracterizado como el jefe de los espíritus malignos.
            Al igual que otras transmisiones del Met, esta versión también se encuentra disponible en audio y DVD. Un merecido homenaje al bel canto rossiniano en una producción digna de una de las más grandes casas de ópera de todo el mundo, que asimismo tuvo el privilegio de ser el escenario donde esta joya lírica se representó por última vez de manera universal.

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