Muy buen concierto de obras de
compositores argentinos en el CCK
DE
LO NUESTRO, LO MEJOR
Martha
CORA ELISEHT
Uno
de los principales organismos sinfónicos del país es la Orquesta Nacional de
Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” (ONMA), cuya misión es fomentar,
jerarquizar y difundir la música de compositores locales en todas sus
manifestaciones y en todo tipo de ámbitos. En el día de ayer, la mencionada agrupación
musical brindó en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) un
programa compuesto íntegramente por este tipo de obras bajo la dirección de
Andrés Tolcachir, con la participación de los siguientes solistas:
-
Paralelo 33 (percusión)
-
Daniel Lifschitz (flauta)
-
Laura Politi (oboe)
-
Gonzalo Morales Sánchez
(clarinete)
-
María Marta Ferreyra (fagot)
-
Gabriel Said (percusión)
El
programa estuvo integrado por las siguientes obras:
-
Suite para cuatro
percusionistas y orquesta- Martín DIEZ, Fabián
KEOROGLANIÁN, Pablo LA PORTA, Marcos CABEZAZ
-
Cuatro aires del sur
para cuarteto de vientos, percusión y orquesta-
Pablo LOUDET (estreno mundial)
-
Suite concertante-
Ariel HAGMAN (estreno mundial)
Ante
la consabida falta de programas de mano, Andrés Tolcachir presentó a los
solistas e hizo una reseña de cada una de las obras comprendidas en el programa
antes de su interpretación. La mencionada Suite para cuatro percusionistas y
orquesta consta de 4 números, compuestos por cada uno de los integrantes
del ensamble. Tras una breve introducción (Intuitivo o lector, de Martín
Diez), sigue con Zamba para no olvidarte, de Fabián Keoroglarián. Es una
obra de sonido compacto, audible y agradable que abre con un glissandi en
marimba acompañada por cajas, xilofón, vibrafón, timbales y batería. La
percusión marca el tema principal con acompañamiento de orquesta, donde el glissandi
del xilofón brinda vuelo y voluptuosidad al mencionado acompañamiento de
dicho ritmo folklórico. La suite sigue con Voz interior, de Pablo
La Porta, donde la obra se inicia con un solo de flauta en arabesco, seguida
por el clarinete para que luego se acoplen las campanas, xilofón y marimba en glissandi.
Posteriormente, hay una síncopa a cargo de los timbales, bombo y orquesta
hasta desembocar en un solo de xilofón, con reminiscencias de tango y cumbia en
el tema principal. Por último, cierra con 19 de Septiembre de Marcos
Cabezaz, donde la percusión y la orquesta se fusionan en un tutti con
ritmo de malambo, marcado por el bongó y las tumbadoras. El forte se
desvanece con un glissandi a
cargo de la marimba y las kalimbas para luego pasar a un solo de tambor, tras el cual se desarrolla una fuga a
cargo de las cuerdas, seguida por la percusión con contrapunto de contrabajos
en pizzicato. La labor desarrollada por el conjunto de percusionistas
fue excelente, al igual que el contrapunto por parte de la orquesta y la
marcación del director. Fue muy bien recibida por el público mediante un
aplauso prolongado.
Seguidamente,
los solistas de vientos y el percusionista Gabriel Said se hicieron presentes
sobre el escenario para interpretar Cuatro aires del sur, que fue
compuesta especialmente por encargo de la ONMA a Pablo Loudet sobre ritmos
latinoamericanos (Joropo, Habanera, Guarania y Milonga). Además de la típica
formación orquestal, se incorporaron 3 bandoneones y una guitarra. Las violas
tienen a su cargo la apertura del Joropo, seguidas por el resto de la
orquesta y los bandoneones. Por momentos, el ritmo era más parecido a una
chacarera que a un joropo venezolano, pero que sonó con brillo, fiato y
sonido equilibrado. El conjunto instrumental arranca con un solo de maracas
previamente a la entrada de los vientos, apoyados por el piano y el fagot
solista. Posteriormente, la orquesta toma el tema principal, donde se
desarrolla un contrapunto interesante entre bandoneones y corno. En la Habanera,
los cellos y contrabajos introducen la melodía en pizzicato previamente
al solo de clarinete, oboe y fagot, mientras que la percusión está representada
solamente por golpes graves de triángulo. En este movimiento, el percusionista
Gabriel Said también utilizó claves antes del desarrollo de la fuga a
cargo de la flauta, oboe, clarinete y fagot. La labor desarrollada por todos
los integrantes del cuarteto de vientos -que se desempeñan como solistas de sus
respectivos instrumentos en la ONMA- fue excelente, desempeñando una muy buena
labor. Esto se vio asimismo en la Guarania, donde los solistas de
instrumentos de viento desarrollaron un contrapunto sumamente interesante entre
los mismos con ayuda de la percusión -en este caso, mediante golpes de un
shekere, que daba el efecto de sonido de agua- juntamente con la orquesta. En
cambio, la Milonga final arranca con un solo de cajón, donde la orquesta
se acopla en ritmo de candombe. Los trinos de flauta y clarinete fueron
perfectos -gran labor de Daniel Lifshitz y Gonzalo Morales Sánchez- y la
melodía brinda la oportunidad de que cada uno de los vientos solistas y la
percusión se luzcan. La guitarra solista también desarrolló una muy buena labor
previamente a los solos de los instrumentos principales. La obra cierra con el
solo de cajón inicial para recapitular el tema principal. Tras los aplausos, se
invitó a Pablo Loudet -quien estaba presente en la sala- a subir al escenario y
se retiró sumamente aplaudido.
Tras
una breve pausa, Andrés Tolcachir anunció el estreno mundial de la Suite
concertante de Ariel Hagman. Al igual que su antecesora, también fue
compuesta especialmente para la ONMA y es una obra con numerosas reminiscencias
de otros compositores (hay momentos que remedan la Pantomima de Daphnis
et Chloé, de Maurice Ravel y parte del Adagio para cuerdas de Samuel
Barber, al igual que de la Sinfonía Semplice de Carl Nielsen). Comienza
con un arabesco a cargo del 3° cello y luego, un canon tomado por
las violas y violines, creando un efecto ondulante hasta la introducción de la
flauta para desembocar en una fanfarria a cargo de cornos y trompetas
hasta que la orquesta se acopla en un tutti en ritmo de malambo. Esto se
repica posteriormente en las maderas hasta lograr contrapunto en cuerdas y
timbales. La obra también incluye un solo de violín con reminiscencias
piazzolianas, que toma el tema principal como hilo conductor hasta ser retomado
por flautas traversa y piccolo. Posteriormente, el corno anuncia el tercer tema
en contrapunto con bandoneones y timbales -con reminiscencias del Descenso
al Nibelheim de EL ORO DEL RHIN-, que brinda un aire de misterio que
recuerda a Urano, el Mago de LOS PALNETAS, de Gustav Holst. Tras
el forte final, el público respondió con un aplauso sostenido y también
se invitó al compositor a subir al escenario.
Independientemente
de la excelente labor de Andrés Tolcachir en el podio, hacía mucho tiempo que
una no escuchaba a la Juan de Dios Filiberto y se encontró con una orquesta
integrada por excelentes músicos, con un sonido compacto, puro, afiatado, pero
por sobre todas las cosas, brillante y preciso. Es un lujo saber que la música
argentina cuenta con organismos sinfónicos de este nivel para su difusión.
Siempre es interesante descubrir nuevas obras y talentos locales.
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