Salón Dorado del Colón
PARA ESCUCHAR MÁS DE UNA VEZ
Martha CORA ELISEHT
La programación del Ciclo de Cámara del Salón Dorado del Teatro Colón
prevista para este año se caracteriza no sólo por ser sumamente variada, sino también
por albergar artistas nacionales e internacionales de primer nivel. Y, con respecto a los
primeros, no sólo se trata de artistas pertenecientes a los elencos estables, sino a los
numerosos invitados previstos para el transcurso del corriente año. El pasado miércoles
17 del corriente se presentó uno de los mejores pianistas de su generación: Marcelo
Balat, quien ofreció un recital integrado por las siguientes obras:
- Davidsbündlertänze, Op.6- Robert SCHUMANN (1810-1856)
- Balada en Fa menor, Op.52- Frederic CHOPIN (1810-1849)
- Tres piezas para piano, Op.6- Alberto GINASTERA (1916-1983)
La primera de las obras (Danzas de la cofradía de David) es un ciclo de 18
piezas para piano compuesta por Schumann en 1837, dedicadas a Wolfgang von Goethe
y donde participan dos personajes: Florestan y Eusebio. El primero se define como “el
corredor de tormentas, rugiente y animado” y el segundo, como “el joven amable que
se mantiene siempre en un segundo plano”. Algunas de las piezas se refieren a uno de
los dos personajes y otras, a ambos. En la primera edición de 1838 figuraban los
nombres de cada uno de los protagonistas, pero se suprimieron en la edición definitiva
de 1850 -posteriormente a la muerte del músico-, al igual que el epígrafe denominado
Viejo Refrán (Alter Spruch), que mencionaba lo siguiente: “En todo tiempo y en cada
momento/ el placer y el dolor se combinan/Permanece piadoso en el deseo y prepárate
para enfrentar al dolor con valor”. A su vez, cada una de las piezas posee una marca
de tiempo: Lebhalt (vivace), Innig (Con íntimo sentimiento), Etwas hahnbüchen (Algo
impetuoso), Ungeduldig (Con impaciencia), Einfach (Sencillo), Sehr rasch (Molto vivo,
con intimo fervore), Nicht schnell (No muy rápido), Frisch (fresco), Lebhalt (Vivace),
Balladenmässig,sehr rasch (Al ritmo de balada, molto vivo), Einfach (Sencillo), Mit
Humor (Con humor), Wild und lustig (Salvaje y alegre), Zart und singend (Dulce y
cantando), Ftrisch (Con frescura), Mit gutem Humor (Con buen humor), Wie aus den
Ferne (Como el corno lejano) y Nicht schnell (No muy rápído). La interpretación de
Marcelo Balat fue sublime, con absoluto respeto de los tempi anteriormente
mencionados y resaltando las características de los personajes mediante su versatilidad
y maestría.
La Balada en Fa menor, Op.52 de Chopin es la más larga de las cuatro que
escribió y la más difícil, tanto desde un punto de vista técnico como musical. Fue
compuesta durante la estancia de Chopin en París en 1842 y está dedicada a la baronesa
de Rotschild, quien lo presentó formalmente en sociedad. Posee dos temas que se
entrelazan entre sí, combinando la forma sonata y la variación. Es una obra compleja
por su naturaleza contrapuntística, lo que la hace intrincada y difícil de interpretar. No
pareció problema alguno para un intérprete de los quilates de Balat, sino todo lo
contrario. Sonó sumamente sutil, poniendo énfasis en las partes más profundas y
melancólicas hasta desembocar en la exuberante coda final, donde el contrapunto se
explaya en su máxima expresión y permitió demostrar sus dotes de pianista virtuoso.
Naturalmente, el público estalló en aplausos luego de tan exquisita interpretación.
Las Tres piezas, Op.6 de Alberto Ginastera fueron compuestas en 1937 y forman
parte del repertorio de cualquier pianista de fama internacional. La última interpretación
data del pasado lunes 6 del corriente en el Colón, a cargo del portugués Artur Pizarro. Si
Pizarro fue un maestro en la sutileza, Marcelo Balat lo superó ampliamente por su
excelencia interpretativa en cada una de las tres: Cuyana (en ritmo de zamacueca),
Norteña (en ritmo de vidala) y Criolla (malambo) y por el dominio de su técnica en los
arpegios y glissandi. No hay nada mejor que una interpretación de música clásica
argentina por un compatriota y lo logró con creces, motivo por el cual se ofrecieron dos
bises: Reflejos en el agua de Debussy y un magistral e imponente versión de la Danza
del gaucho matrero de Ginastera, que sonó auténticamente criolla.
Así como Nelson Goerner es el mejor embajador del pianismo argentino a nivel
internacional, Marcelo Balat representa un magnífico exponente de una generación de
pianistas que actúan a nivel local, pero que poseen un alto nivel de jerarquía como para
triunfar en el exterior. En este caso, deslumbra al público con la calidad de sus
interpretaciones, que merecen escucharse más de una vez.
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