jueves, 27 de junio de 2024

 


Marianela Nuñez y Federico Fernandez en el momento culminante del Gran Pas de Deux de "La Bella Durmiente del Bosque" Créditos:Prensa Teatro Colón, Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli



Ovación para Marianela Núñez en la última función de “LA BELLA DURMIENTE”


UN SUEÑO HECHO REALIDAD


Martha CORA ELISEHT


¿Quién no ha soñado alguna vez con la fantasía de ser princesa y encontrar el

amor de la mano del príncipe azul?... Afortunadamente, el maravilloso mundo del ballet

lo hace posible y permite volver a vivir esos inolvidables momentos de la infancia.

Dentro de los ballets inspirados en cuentos de hadas, LA BELLA DURMIENTE DEL

BOSQUE no sólo es uno de los más bellos, sino también el sueño de cualquier aspirante

a étoile y la primera contribución entre Piotr I. Tchaikovsky (1840-1893) y el

coreógrafo francés Marius Petipa (1818-1910) merced al pedido del director de los

Teatros Imperiales de Rusia -Iván Vsevolovski- en 1888, quien le encargó la

composición de un ballet que resaltara el esplendor de la dinastía Romanov mediante su

comparación con la corte francesa de Luis XIV.

Este gran clásico de la danza se presentó en el Teatro Colón entre los días 11 al

25 del corriente con coreografía de Mario Galizzi -actuar director del Ballet Estable-,

escenografía de Christian Prego, vestuario de Aníbal Lápiz e iluminación de Rubén

Conde. Las principales figuras del Ballet Estable del Colón estuvieron a cargo de los

roles protagónicos, mientras que, en las funciones de abono, el rol protagónico estuvo a

cargo de Marianela Núñez como primera bailarina invitada del Royal Ballet de Londres.

Carlos Calleja y Ezequiel Silberstein se alternaron en la dirección musical al frente de la

Orquesta Estable y se contó con la participación de numerosos figurantes coordinados

por María Eugenia López más alumnos de la carrera de danza del Instituto Superior de

Arte del teatro (ISATC).

Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la última representación, que tuvo

lugar el martes 25 del corriente dentro del Abono Nocturno, con el siguiente reparto:

Marianela Núñez (Aurora), Federico Fernández (Príncipe Desiré), Ayelén Sánchez

(Hada de las Lilas), Rocío Agüero (Carabosse), Matías Santos (El Rey), Analía Sosa

Guerrero (la Reina), Julián Galván (Maestro de ceremonias), Gerardo Wyss (Caballero

del Hada de las Lilas), Igor Vallone (Caballero de Carabossse), Ludmila Galaverna,

Paula Cassano, Stephanie Kessel, Beatriz Boos, Eliana Figueroa (Hadas), Marcone

Fonseca, Alan Pereyra, Martín Vedia, Sebastián Bustos, Vinicius Fernandes

Vasconcelos (Caballeros de las Hadas), Alejo Cano Maldonado (Oro), Magdalena

Cortés (Amatista), Candela Rodríguez Echenique (Diamante), Luciano García

(Pulgarcito) y la pareja formada por Yosmer Carreño y Catalina Stutz (El Pájaro Azul y

la Princesa Florise). Asimismo, Stephanie Kessel y Catalina Stutz tuvieron a su cargo

las variaciones del Vals de las Guirnaldas junto a Emanuel Abruzzo y Facundo Luqui.

La dirección musical estuvo a cargo de Carlos Calleja.

La eterna lucha entre el bien y el mal es la constante de este gran clásico de

Charles Perrault (1687), cuyo argumento fuera el elegido por el príncipe Vsevolovski

para encomendar a Tchaikovsky la composición de un ballet en 1888 con coreografía de


Petipa, quien escribió una lista muy detallada de instrucciones respecto de los

requerimientos musicales. Si bien Tchaikovsky se basó en la versión de los hermanos

Grimm sobre dicho cuento, Vsevolovski incluyó en el ballet otros personajes de los

cuentos de Perrault: Caperucita Roja y el Lobo, Pulgarcito, El Gato con Botas,

Cenicienta y El Pájaro Azul. Rápidamente, el compositor puso manos a la obra y

terminó la orquestación en 49 días siguiendo al pie de la letra las indicaciones de Petipa.

Los dos leitmotives que representan el bien y el mal -encarnados en Carabosse y el

Hada de las Lilas, respectivamente- se alternan durante toda la obra y sirven como hilo

conductor de la trama, mientras que en el 3° Acto -Las Bodas de Aurora- se coloca el

foco sobre los personajes de los cuentos de hadas invitados. La princesa es presentada

en sociedad a los 16 años (casualmente, en una etapa como lo es la adolescencia, que

marca la transición de niña a mujer y el hecho de despertar mediante el amor). Desde su

estreno en 1890, la obra tuvo un gran éxito, pero, lamentablemente, Tchaikovsky no

pudo disfrutar del suceso de su obra fuera de Rusia debido a su fallecimiento en 1893.

En la versión coreográfica de Mario Galizzi, el conflicto entre el bien y el mal se

plantea desde el prólogo, donde Carabosse y el Hada de las Lilas se presentan con sus

respectivos séquitos. Para interpretar al hada maléfica, Galizzi recurre a una bailarina

actriz, quien debe interpretar una coreografía sumamente compleja. Además, da mayor

protagonismo al Príncipe Desiré en el 3° acto mediante una visión de Aurora

presentada por el Hada de las Lilas y elimina algunos personajes incluidos en el ballet

original (El Gato con Botas, Caperucita y el Lobo), pero mantiene las secuencias de

danza académica y números célebres como el Vals de las Guirnaldas, El Pájaro Azul y

Las piedras preciosas. Ha sido un acierto y un mérito muy grande del director al

incorporar en esta versión a alumnos de danza del ISATC (niños y adolescentes) en el

famoso Vals de las Guirnaldas que abre el 1° acto, donde se destacaron las parejas

formadas por Caterina Stutz/ Emanuel Abruzzo y Stephanie Kessel/ Facundo Luqui. El

trabajo de ensayo, disciplina y coordinación se reflejó perfectamente en las escenas de

conjunto y en los bailarines que formaron los séquitos de las Hadas y de la malvada

Carabosse. Unido esto a la magnífica puesta en escena de Christian Prego, el colorido

vestuario diseñado por Aníbal Lápiz y la excelente iluminación de Rubén Conde, fue un

espectáculo que descolló por su suntuosidad, jerarquía y buen gusto.

Carlos Calleja dirigió a la Orquesta Estable con la precisión y la maestría

habituales. Es uno de los mejores directores de orquesta de la actualidad y especialista

en ballet, ya que acompaña acorde al tiempo del bailarín. El concertino Freddy Varela

Montero se destacó en sus solos y alcanzó su clímax en la variación de Aurora del

Grand Pas de Deux del 3° acto.

En cuanto a los roles secundarios, además de las parejas anteriormente

mencionadas en el Vals de las Guirnaldas, hubo varias revelaciones: en el prólogo,

Beatriz Boos y Eliana Figueroa se llevaron los laureles como el Hada de la Montaña

Nevada y el Hada del Bosque de Pinos en sus respectivas variaciones. Y en el 3° acto,

Magdalena Cortés y Candela Rodríguez Echenique también se lucieron como Amatista

y Diamante en el pas de trois de Las piedras preciosas junto a Alejo Cano Maldonado

(Oro), quien pese a tener un traspié en su variación, supo solucionarlo adecuadamente.

Otra de las revelaciones de la noche fue Luciano García como Pulgarcito, donde

descolló con sus pirouhettes, cabrioles y sisonés ejecutadas a la perfección. El delirio


fue total tras la presentación de Yosmer Carreño y Caterina Stutz como El Pájaro Azul y

la Princesa Florisse. Él deslumbró con su elegancia y precisión en la ejecución de los

entrechats, cabrioles, sisonés y solage; ella, en la gracilidad de los pliés, panchés y

developées. Hacía mucho tiempo que una no veía una semejante coordinación y

pulcritud de movimientos en este célebre pas de deux.

En cuanto a los roles principales, Ayelén Sánchez brindó una soberbia

interpretación del Hada de las Lilas, secundada por su séquito de 6 bailarinas y por

Marcone Fonseca como su caballero, quien también se lució con elegancia y distinción

en sus movimientos. Y Rocío Agüero demostró un notable crecimiento profesional para

ejercer un rol tan complejo desde lo histriónico y coreográfico como Carabosse: muy

precisa en los giros, pirouhettes, fouettes y sostenues y, al mismo tiempo, demostrar en

el escenario sentimientos de ira, enojo y venganza. Por su parte, Federico Fernández

también se destacó en su interpretación del Príncipe Desiré mediante su precisión en los

entrechats, glissés y, fundamentalmente, en las cabrioles y el solage del Grand Pas de

Deux del 3° acto. También tuvo una gran actuación en la escena de la visión del 2° acto.

Y, en cuanto a la protagonista, Marianela Núñez está atravesando el mejor momento de

su carrera y lo demostró con creces desde el divertissement del 1° acto, al igual que en

el celebérrimo Adagio de la Rosa, donde brilló en sus sostenutos junto a los

pretendientes interpretados por David Juárez, Gerardo Wyss, Alejo Cano Maldonado y

Antonio Luppi. Su excelente cambré, sus panchés, developées y fouettes fueron

sublimes, al igual que su bourrée. Por algo es una prima ballerina assoluta del Royal

Ballet de Londres y recibe una auténtica ovación cada vez que se presenta en el Colón.

Su interpretación junto a Federico Fernández del Grand Pas de Deux del acto final fue

de una excelsa precisión y el público estalló en aplausos tras su interpretación.

Tras haberse cerrado el telón, los aplausos continuaron y los principales

intérpretes tuvieron que salir muchas veces a saludar al público en un teatro atiborrado

de gente -hablando mal y pronto, no cabía un alfiler-. Un cierre perfecto para la última

representación de este clásico en una auténtica noche de Colón y un sueño hecho

realidad.

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