Andrea Maragno y Susana Frangi, dos exquisitas interpretes para "Tertulia Maragno". Fotografía de la autora del presente artículo.
Muy buen homenaje a Virtú Maragno en el Salón de Honor del Palacio Sarmiento
UN BRINDIS PARA EL MAESTRO
Martha CORA ELISEHT
Uno de los compositores argentinos más importantes del siglo XX ha sido Virtú
Maragno (1928-2004), cuya obra no solamente comprende música sinfónica, sino
también música de cámara, música de películas – entre otras, El Candidato, Soluna, La
Cosecha, La primera fundación de Buenos Aires y Setenta veces siete- y su ópera de
carácter nacionalista Fuego en Casabindo, cuyo estreno se produjo de manera póstuma
en el Teatro Colón en 2004. El pasado domingo 27 del corriente se produjo un
espectáculo en su homenaje -TERTULIA MARAGNO- en el Salón de Honor del Palacio
Domingo Faustino Sarmiento (ex CCK), que contó con la siguiente ficha técnica:
dirección, coreografía y puesta en escena de Yamil Ostrovsky; dirección de arte de
Débora Teplitzki; diseño de proyección de Pilar Boyle y Mariano Asseff; guion de
Diego Damián Martínez y participación de los siguientes artistas: Andrea Maragno
(soprano), Susana Frangi (pianista acompañante), Gabriela Montes (bailarina) y
Esteban Fiocca (actor).
Mediante una muy buena selección de poemas elegidos por el propio compositor
pertenecientes a Juan I. Ortiz, José Pedroni, César Mermet, Rafael Alberti, Pablo
Neruda y Federico García Lorca combinados con las canciones de cámara compuestas
en diferentes períodos de la vida del músico santafesino -alumno de Vicente
Scaramuzza, Antonio De Raco y Luis Gianneo, entre otros-, el espectáculo ofrece una
perfecta conjunción entre música, danza y canto. Mientras Andrea Maragno interpreta
las canciones, la bailarina y el actor actúan con diferentes elementos (un sillón, telas que
simulan las olas del mar o con las cuales se envuelven). La coreografía también emplea
movimientos en espejo, pasos de tango y elementos de danza contemporánea (giro,
contracción, relajación). Llega un momento donde el actor, la bailarina y la cantante
interactúan para brindar una interpretación acorde a las letras de las canciones. El gran
acompañamiento musical de una pianista de los quilates de Susana Frangi hizo el resto
en los 45 minutos que dura el espectáculo, con una concurrencia a sala llena. Inclusive,
se colocaron puff y almohadones de cuero en el piso para que la gente se sintiera más
cómoda.
La sobriedad y elegancia del Salón de Honor brindaron el marco perfecto para
este concierto, que contó con la magnífica coreografía de Yamil Ostrovsky para dar vida
a este proyecto. Los artistas se lucieron -tanto individualmente como en equipo- y
rescataron la obra de Maragno en un justo y merecido homenaje. Precisamente, el título
de esta crónica es la frase con la cual se abrió la función, que se repetirá en Noviembre
dentro del mismo espacio. Vale la pena asistir y apreciar la obra de cámara de Virtú
Maragno en toda su expresión.
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