UN MUY INTERESANTE
ESTRENO ARGENTINO
Orquesta
Sinfónica Nacional, temporada 2024: Concierto, Directora: Ligia Amadio. Programa:
Obras de Lopszyc y Rachmaninoff. Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, Auditorio Nacional. 01 de
Noviembre de 2024.
NUESTRA OPINION: BUENO.
Este concierto ha tenido sumo valor ya que el centro del mismo
y a su vez el punto más alto de la velada lo constituyó el estreno mundial de “Háblame
de Dios… y el Almendro Floreció” de Eva
Lopszyc, acaso la más prolífica de las compositoras nacionales actuales.
Escrita para cuerdas con un suave final de triángulo, nos muestra a una Lopszyc
distinta, con un manejo muy fino de la tensión y la intensidad en el centro de
su obra, como tal vez muy pocas veces se la ha apreciado en ese estilo. Surgida de un episodio de la vida de San
Francisco de Asis, aquel en que parado frente a un almendro en reiteradas
oportunidades le pide que le hable de Dios, finalmente el florecer de ese árbol
es lo que el almendro le corresponde a ese pedido. Una frase melódica citada en
varios pasajes de la obra, al estilo de “La Pregunta sin Respuesta” de Charles
Ives , arropada por pasajes de la ya citada intensidad musical y un calmo final
en donde desde las entrañas mismas del conjunto de cuerdas surge un violinista,
en este caso reemplazando al percusionista para graficar con un sutil toque de
triángulo el florecer del almendro. La conducción de la Maestra Ligia Amadio
(Acaso la conductora con mayor trayectoria y experiencia en esta parte de
Sudamérica) fue impecable, demostrando su compromiso con la obra de esta gran
creadora argentina y obteniendo por parte de las secciones de cuerdas de la
sinfónica un rendimiento superlativo.
El concierto se completó con una correcta
versión de la sinfonía Nº 2, op.27 de Serguei Rachmaninoff, en donde deben
rescatarse las intervenciones decisivas
de algunos sectores de la orquesta a lo largo de sus cuatro movimientos,
fundamentalmente cuerdas y vientos los que respondieron en buena forma a las
marcaciones de la maestra Amadio con lógico epicentro en el tercer tiempo en
donde fluyó a pleno la belleza de la música.
Un público que llamativamente no colmó las
instalaciones del Auditorio Nacional como en otras ocasiones, batió palmas de
manera sostenida al final de la obra mostrándose conforme con la labor de la Directora y los músicos. Justamente
estos últimos también la aplaudieron, demostrando su afinidad con los
directores con los que el conjunto tiene plena empatía. Todo dicho.
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