Instante de la excepcional presentación de Raul Canosa el pasado Sábado en el Salón Dorado del teatro Colón. Fotografía de la autora del presente comentario.
Impactante recital de Raúl Canosa en el Salón Dorado del Teatro Colón
UN GRAN CRECIMIENTO PROFESIONAL Y EN VIRTUOSISMO
Martha CORA ELISEHT
Dentro de la nueva generación de pianistas jóvenes, el español Raúl Canosa
sorprende por la calidad y jerarquía de sus interpretaciones. Nacido en Madrid, obtuvo
su título superior de música en el Centro Superior de Enseñanza Musical Katarina
Gurska de Madrid y su debut en público se produjo a los 15 años interpretando el
concierto n°1 de Beethoven. Desde entonces ha sido invitado a presentarse como solista
en numerosas orquestas en España, Estados Unidos y Argentina y ha ofrecido recitales
en diferentes países europeos y americanos. A los 20 años fue admitido en el Master en
Piano en la Coburn School de Los Ángeles y obtuvo su Diploma en la SMU de Dallas.
Se perfecciona actualmente con Bruno Gelber y durante el transcurso del corriente año
participó en el prestigioso Concurso Internacional Chopin en Miami (Estados Unidos),
donde si bien no fue galardonado, tuvo una destacada actuación.
Con el auspicio de la Embajada de España, este joven intérprete brindó un recital
en el Salón Dorado del Teatro Colón el pasado sábado 16 del corriente, donde se
incluyeron las siguientes obras:
- Sonata n°6 en Fa mayor, op.10- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)
- Balada n°3 en La bemol mayor, Op.47- Frederic CHOPIN (1810-1849)
- “El Corpus Christi en Sevilla” del Libro I de “Iberia”- Isaac ALBÉNIZ (1860-
1909)
- “Gaspard de la Nuit”- Maurice RAVEL (1875-1937)
Durante el presente recital, quien escribe observó un notable crecimiento
profesional de este joven intérprete luego de su perfeccionamiento y de su participación
en el Concurso Internacional Chopin en Miami durante el transcurso del corriente año.
Ofreció el recital íntegramente de memoria, comenzando con una versión sumamente
precisa de la mencionada Sonata n°6 en Fa mayor de Beethoven, compuesta entre 1796
y 1798 y dedicada a la condesa Anna Margarete von Browne. Consta de tres
movimientos: Allegro/ Allegretto/ Presto, donde el pianista demostró un perfecto
manejo de trinos, tresillos y cadencias desde los primeros compases del allegro inicial,
logrando una versión muy bien marcada y precisa, con un perfecto dominio de la
pulsación y la digitación. Esto se apreció durante toda la obra, pero muy especialmente,
en el movimiento final, donde existe un desarrollo fugado de difícil ejecución. Supo
salir airoso y sumamente aplaudido luego de una interpretación brillante, con sonido
auténticamente beethoveniano.
Seguidamente, Canosa brindó una bellísima versión de la célebre Balada en La
bemol mayor n°3, op.47, compuesta en 1841 y dedicada a la Princesa de Noailles. Es la
más completa de las 4 baladas que escribió Chopin y posee una serie de modulaciones
(dolce/ mezza voce/ piano/ forte) que permiten aumentar la tensión mediante una serie
de cadencias y arpegios que fueron ejecutados de manera sentida, precisa y, a la vez,
romántica desde los primeros compases hasta el final. Una interpretación exquisita y de
gran calidad, con un excelente dominio de la pulsación y la digitación que hizo que el
público estallara en aplausos.
Del Libro I de la suite IBERIA de Albéniz, El Corpus Christi en Sevilla es la
pieza más larga de las tres que lo componen y, a su vez, la de mayor complejidad
técnica en su ejecución, debido a que el compositor dejó plasmadas numerosas
indicaciones de matices, fraseo y expresión. Se estrenó en la Sala Pleyel de París en
1906 y comienza con una sucesión de acordes bien acompasados que semejan el redoble
de un tambor a los que les sigue una marcha basada en la canción popular La tarara
(allegro giocoso). Posteriormente, el segundo tema (La saeta) es de carácter más calmo
y tranquilo. Luego de una transición con motivos típicamente andaluces, se logra un
desarrollo contrapuntístico y rítmico muy rico que culmina en pianissimo. Raúl Canosa
demostró un notable crecimiento profesional en el dominio técnico mediante una
perfecta ejecución de trinos, arpegios, arabescos y glissandi en los temas anteriormente
mencionados, logrando una versión de altísima calidad. El público lo ovacionó tras tan
excelsa interpretación.
Por su enorme dificultad técnica y su profunda estructura musical, Gaspard de la
Nuit está considerada como una de las obras más complicadas del repertorio para piano.
Basada en el poema homónimo de Aloysius Bertrand (Gaspard de la Nuit, Fantasies à
la maniére de Rembrandt et de Callot), Ravel la compuso en 1908 y su estreno se
produjo al año siguiente en París. Posee tres movimientos: Ondine, Le Gibet y Scarbo,
que fueron interpretados de manera sublime y magistral, logrando un sonido mágico y
envolvente desde los primeros compases de Ondine, mientras que Le Gibet se
caracterizó por la riqueza en el manejo de matices y sutilezas para desembocar en una
colosal versión de Scarbo -la más conocida de las tres piezas y la más difícil-. Si a eso
se le suma que la interpretó de memoria, doble mérito para el pianista español, que
brindó una rutilante demostración de virtuosismo en el marco del Salón Dorado del
Colón. La ovación del público no se hizo esperar: un aplauso prolongado motivó a que
Canosa brindara dos bises: el primero, una excelsa versión de la transcripción para
piano de Franz Liszt sobre la Muerte de Amor (Liebestod) de TRISTAN E ISOLDA de
Wagner, donde el español volvió a demostrar su virtuosismo para culminar el recital con
una bellísima versión de la Danza Oriental de Enrique Granados, que sonó magistral.
Es extraordinario poder apreciar la evolución y el crecimiento profesional de un
intérprete en comparación con el último recital ofrecido a fines del año pasado. En este
caso, notable y sorprendente en materia de virtuosismo. Por dichos motivos, ha sido
electo para interpretar el concierto de apertura de la próxima edición del Festival
CHOPINIANA en Octubre. Tiene sobradas condiciones y un gran futuro por delante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario