La siempre muy bienvenida presencia del tenor Ricardo Gonzalez Dorrego, en este caso en los ciclos del Centro Cultural Paco Urondo. Fotografía de la autora del presente comentario.
Muy buena versión
de “TIERKREIS” en el Centro Cultural Paco Urondo
UN
AUTÉNTIO CALEIDOSCOPIO DE TEXTURAS SONORAS
Martha
CORA ELISEHT
Buenos
Aires es una de las ciudades con mayor oferta cultural del mundo; no sólo por
la cantidad y variedad de espectáculos en todos los géneros, sino también
porque muchos son absolutamente gratuitos. Dentro de estos últimos, el Centro
Cultural Paco Urondo – sito en la sede del Centro de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires- es uno de los pocos reductos donde se
puede apreciar música de autores contemporáneos. Precisamente, el pasado
viernes 22 del corriente tuvo lugar un concierto en dicha sala que contó con la
presencia de los siguientes intérpretes: el Ensamble de Guitarras NUTERPE y
Ricardo González Dorrego (tenor), Silvina Suárez (soprano) y
Malena Levin (piano) para interpretar el siguiente programa:
-
“TIERKREIS” (ZODÍACO) (versión
para tenor, soprano y piano)- Karlheinz STOCKHAUSEN (1928-2007)
-
“Resonancia” (estreno
mundial)- Agustina CRESPO
-
“Aguas escritas” –
Tomás CAVADO
-
“Cabeza de Orfeo”
(estreno local)- Teté DE ELÍAS
El
ciclo cuenta con la curaduría de un experto en la materia: Marcelo Delgado,
quien también ofició como presentador anunciando las obras. En primer lugar, se
presentó TIERKREIS de Stockhausen, compuesta en 1974 como una
serie de miniaturas para 12 cajas de música, donde cada una representa un signo
zodiacal. Sin embargo, no sigue el orden tradicional establecido en el
horóscopo, sino que puede comenzar por cualquiera de los signos. Dio la
casualidad que justo ese día culminaba el período correspondiente a Leo y, por
lo tanto, se comenzó por dicho signo. En la presente versión para tenor,
soprano y piano, cada uno de los cantantes canta su línea -que se repite tres
veces- en diferentes idiomas: latín, inglés, alemán y español -entre otros- y
lo hacen en forma alternada hasta que ambos cantan juntos en el número final.
En este caso, correspondió al signo de Cáncer. Silvina Suárez tuvo a su cargo
el inicio y los signos de números pares (Libra, Sagitario, Acuario, Aries y
Géminis), mientras que Ricardo González Dorrego, los impares (Virgo, Escorpio,
Capricornio, Piscis y Tauro) antes de finalizar ambos en Cáncer. En este último
número, se comienza cantando a cappella antes de la introducción del
piano. La preparación vocal y la interpretación por parte de ambos cantantes
fue excelente y, en determinados números, el tenor colocó sus manos alrededor
de la boca para regular el volumen de voz. Silvina Suárez posee una voz con muy
buenos matices, melodiosa, de amplio registro, mientras que Ricardo González
Dorrego se lució en los números ya mencionados: especialmente, Escorpio, donde
la tercera línea se canta a bocca chiusa. Malena Levin fue una excelente
pianista acompañante, destacándose en los glisssandi y trinos simulando
la melodía de las cajas de música para la cuales fue compuesta originalmente.
Hubo momentos donde sostuvo la cuerda -en vez de percutirla- para lograr las
diferentes texturas sonoras. Una versión que fue sumamente aplaudida en un
auditorio a sala llena.
A
continuación, el Ensamble NUNTERPE presentó tres obras para cuarteto de
guitarras: la primera de ellas, en calidad de estreno mundial (Resonancias, de
Agustina Crespo, que contó con la presencia de la compositora argentina en
sala). Se inicia con deslizamiento de las manos sobre el encordado que remeda
el sonido del agua, mientras el resto puntean y realizan golpes de percusión
sobre la caja. La línea melódica posee algunos ribetes españoles y otros,
disonantes, que se entrelazan entre sí. La segunda (Aguas escritas, del
argentino Tomás Cavado) es para cuarteto de guitarras con cuerdas de acero,
donde cada una está afinada en una tonalidad diferente. Sobre una base rítmica
de 4 notas, las guitarras se acoplan entre sí logrando un sonido agradable, con
matices completamente diferentes y dan el efecto de melodía inconclusa o
suspendida. Un verdadero caleidoscopio sonoro, que fue muy aplaudida. Por
último, Cabeza de Orfeo pertenece al compositor peruano Teté De Elías y
se presentó en carácter de estreno local. Se inicia con un rasgido al unísono
en una afinación más grave que lo habitual, donde se pasa muy rápidamente de
los tonos agudos a los graves mediante rasgueo y golpes sobre la caja mediante
una serie de acordes ascendentes y descendentes y golpes sobre el puente del
instrumento. Finaliza con un fuerte rasgueo a todo volumen, que actúa como si
fuera una gran caja de resonancia al estar multiplicado. Los intérpretes se
retiraron muy aplaudidos.
Este
ciclo tiene lugar en este centro cultural los últimos viernes de cada mes, con
entrada libre y gratuita y representa una muy buena opción para los artistas
que se dedican a interpretar este género. En este caso, una sorpresa muy grata
y un verdadero caleidoscopio de texturas sonoras.
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